Otros ocho profesores del colegio jesuita Casp de Barcelona desde los a?os cincuenta han sido acusados de abusos
El caso de Francesc Peris no es el ¨²nico, la orden conoce desde hace un a?o otros seis por los informes de este diario. Se suman una nueva acusaci¨®n y el de un docente ahora en prisi¨®n que fue condenado tras denuncias en otro centro
EL PA?S puso en marcha en 2018 una investigaci¨®n de la pederastia en la Iglesia espa?ola y tiene una base de datos actualizada con todos los casos conocidos. Si conoce alg¨²n caso que no haya visto la luz, nos puede escribir a: abusos@elpais.es. Si es un caso en Am¨¦rica Latina, la direcci¨®n es: abusosamerica@elpais.es.
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El colegio Jesuitas de Casp, en el centro de Barcelona, est¨¢ conmocionado por el caso de abusos de Francesc Peris, un religioso que pas¨® tres d¨¦cadas en la escuela, hasta ser cesado en 2005 por ¡°conductas inapropiadas¡±, y que tambi¨¦n ha sido denunciado en Bolivia. Pero no es el ¨²nico profesor acusado. EL PA?S, dentro de su investigaci¨®n de la pederastia en la Iglesia espa?ola iniciada en 2018, ha recogido estos a?os testimonios contra otros ocho docentes del centro, desde los a?os cincuenta hasta los ochenta.
Los jesuitas ya conocen casi todos desde hace meses, a trav¨¦s de los dos primeros informes que este diario entreg¨® al Vaticano y a la Conferencia Episcopal, en diciembre de 2021 y junio de 2022. La Compa?¨ªa explica que ha investigado todos los casos remitidos por este peri¨®dico ¡°hasta donde hemos podido¡±. Afirma que solo ten¨ªan ya constancia de uno, el de Francesc Peris. Del resto, cuatro de ellos hab¨ªan fallecido y no han averiguado nada en los archivos ni en entrevistas con responsables de esas ¨¦pocas. Se?alan que la ¨²nica manera de avanzar es que les escriban posibles v¨ªctimas.
Sin embargo, otro de los jesuitas, acusado por un episodio en 1984, estaba vivo: ¡°Se abri¨® un proceso can¨®nico. Reconoci¨® los hechos. No hubo m¨¢s acusaciones, y el proceso culmin¨® con medidas restrictivas¡±. Pero la orden se niega a revelar de qu¨¦ jesuita se trata. ¡°Mantenemos nuestra pol¨ªtica de no dar nombres¡±, explican. En Estados Unidos, por el contrario, la Compa?¨ªa ha publicado listas con decenas de nombres de los religiosos que hab¨ªan recibido acusaciones cre¨ªbles.
Un s¨¦ptimo caso es p¨²blico: uno de los profesores de primaria de Casp a principios de 2000 era Jordi Alonso, que dej¨® el colegio y ahora est¨¢ en la c¨¢rcel, condenado a 30 a?os de prisi¨®n en 2016, por abusos sobre seis ni?as en un colegio de la zona del Montseny entre 2011 y 2013. Los jesuitas tampoco aclaran si su marcha ¡°repentina¡± del colegio, seg¨²n el testimonio de un exalumno, fue a ra¨ªz de alguna acusaci¨®n y si recibieron alguna en aquel momento.
La transparencia total era la principal exigencia de los 234 alumnos del colegio Casp que el lunes hicieron p¨²blica una carta de protesta enviada a la orden, en la que consideraban de ¡°extrema gravedad¡± que la Compa?¨ªa de Jes¨²s ¡°no haya actuado de forma decidida para facilitar la investigaci¨®n a los medios¡±. Juzgan la respuesta de la orden, que anunci¨® que est¨¢ revisando el caso de Peris, de ¡°insuficiente, m¨¢s de lo mismo¡±.
Este hartazgo ha sacado a la luz un octavo caso: ha llevado a Marta Herreras (Barcelona, 47 a?os), alumna en los ochenta, a dar el paso de acusar a Eudald Garc¨ªa Cots, tambi¨¦n se?alado por otra alumna de esos a?os. ¡°Me ha cogido todo de improviso. Empec¨¦ a leer todas las noticias del colegio la semana pasada, y este nombre no sal¨ªa. Yo, con nueve o 10 a?os, le dije a mi madre: Eudald nos llama a su despacho, nos sienta en su falda y nos pregunta cosas¡±, relata. Le pas¨® durante dos a?os hasta que lo cont¨®, entre 1986 y 1988. ¡°Lo coment¨¢bamos con las amigas. En mi caso, sus manos pasaban de la cadera hasta los pechos. Mi madre me dec¨ªa que no ten¨ªa por qu¨¦ tocarme. Le preguntamos a mi hermana y a ella le hac¨ªa lo mismo. Mi madre y otra madre fueron a hablar con el director. Luego Eudald ya no me llam¨® m¨¢s¡±.
Sof¨ªa, nombre ficticio de otra alumna que no desea identificarse, est¨¢ sorprendida de que no haya muchas m¨¢s denuncias contra este jesuita. ¡°Cuando se public¨® la noticia de Cesc Peris, que a m¨ª nunca me ha hecho nada, cont¨¦ por un chat de antiguos alumnos lo que me hab¨ªa pasado con este otro, y otras cinco personas dijeron ¡®a m¨ª tambi¨¦n¡¯. Si se tira del hilo, saldr¨¢n m¨¢s. Era un pervertido¡±. Ella ten¨ªa entre 12 y 13 a?os en el curso 1989-1990, cuando afirma que fue v¨ªctima de tocamientos por parte de Garc¨ªa Cots. ¡°Su patr¨®n era siempre el mismo: me llamaba a su despacho, me sentaba en su falda. Mientras habl¨¢bamos me tocaba los pechos, que en aquel momento me estaban empezando a crecer. Yo nunca se lo cont¨¦ a nadie, pero ¨¦l sab¨ªa que aquello estaba mal, porque me pidi¨® perd¨®n varias veces despu¨¦s de hacerlo, excus¨¢ndose en que hab¨ªa sido sin querer¡±. Sof¨ªa asegura que tanto el director del momento como los adultos del colegio lo sab¨ªan.
Los jesuitas, la orden a la que pertenece el Papa, son la congregaci¨®n que m¨¢s casos de abusos acumula en Espa?a: est¨¢n acusados 139 miembros de la orden, seg¨²n la contabilidad de EL PA?S, la ¨²nica existente en Espa?a. Es un 14,4% del total, 959 casos con 1.922 v¨ªctimas.
En el colegio de Casp hay otras acusaciones en los a?os ochenta contra otros dos jesuitas. Uno es R. A., al que una exalumna acusa de ¡°tocamientos, magreos y besos asquerosos¡±. ¡°Te llamaba a su despacho para tocarte, abrazarte y besarte. En las excursiones, nos tocaba el culo a chicos y chicas sin pudor ni prejuicio. Quer¨ªa confirmar que, tras una excursi¨®n a la playa, no sub¨ªamos al autocar con el culo mojado¡±, relata.
Otro antiguo alumno, que prefiere mantenerse an¨®nimo, acusa al jesuita F. R. Por los escasos datos que revela la orden y el a?o de los hechos, se tratar¨ªa del caso comprobado y sancionado, pero se niegan a confirmarlo. ¡°En el curso 84-85, siendo yo un ni?o de 9 o 10 a?os, el padre R. me llam¨® a su despacho. Nada m¨¢s entrar, ech¨® el pestillo y eso me hizo sentir raro. Me hizo sentarme en su regazo, me iba preguntando cosas, y de repente me puso la mano en la rodilla y empez¨® a subirla, hasta tocarme los genitales. Estuvo un buen rato toc¨¢ndomelos por encima del pantal¨®n¡±, relata. ¡°Al final, fue mi primera experiencia sexual. Y fue con un se?or mayor, con un cura... Ahora lo recuerdo cada d¨ªa, no con pesadumbre, ni dolor, pero s¨ª lo recuerdo cada d¨ªa, y mira que han pasado a?os¡±. Hace poco menos de una d¨¦cada, explica, fue al colegio a contarle a otro cura, del que no recuerda el nombre, lo que hab¨ªa ocurrido. ¡°Sal¨ª de all¨ª pensando que hab¨ªa hecho algo, pero luego vi que aquello no servir¨ªa para nada¡±.
El resto de casos se remontan a los a?os cincuenta y setenta. En la segunda mitad de los cincuenta, Joan Esteban, profesor y exinvestigador del CSIC, recuerda al padre Roman¨ª, ya fallecido, padre espiritual del colegio, que define como ¡°l¨²gubre y con gafas oscuras que dejaban ver los ojos¡±. Cuenta que en una charla, con unos 15 a?os, les dijo que si les invitaban a una fiesta donde habr¨ªa chicas, que pasaran el d¨ªa anterior por su despacho para que les pusiera un cilicio en las piernas para no caer en el pecado. ¡°Cuando se cruzaba con alumnos nos ofrec¨ªa anises que llevaba en una caja. En lugar de darlos en la mano, nos los introduc¨ªa ¨¦l en la boca. Aprovechaba la ocasi¨®n para acariciarnos la lengua con sus dedos¡±, rememora.
Su peor experiencia con el padre Roman¨ª fue con 12 o 13 a?os, hacia 1957 o 1958. Un d¨ªa le llam¨® al despacho y le dijo que se sentara sobre sus piernas. ¡°Me acariciaba intensamente las piernas, porque yo a¨²n ten¨ªa pantal¨®n corto. Entonces me pidi¨® que le besara. Le bes¨¦ en la mejilla. Me dijo que ten¨ªa que ser en los labios. Le dije que esto no lo hac¨ªa ni con mi padre. Me amenaz¨® con la condenaci¨®n eterna por dudar de mi padre espiritual, pero yo me escap¨¦ de all¨ª¡±. M¨¢s tarde lo cont¨® al rector del colegio, pero ¡°me peg¨® una bronca sobre mi perversi¨®n al ver solo mala intenci¨®n en el amor cristiano del padre espiritual¡±. No sabe si tiene que ver con lo ocurrido, pero despu¨¦s el prefecto del colegio le dijo que pidiera a su madre que le pusiera pantalones largos ¡°porque as¨ª induc¨ªa a la tentaci¨®n¡±. Finalmente, ya con 18 a?os, a trav¨¦s de un jesuita amigo de la familia, habl¨® con el provincial de la orden y afirma que el padre Roman¨ª fue retirado del colegio.
Esteban tambi¨¦n recuerda otro episodio en un viaje que el colegio organiz¨® a Lourdes. Al regreso se pasaba por Andorra y se hac¨ªa noche all¨ª. ¡°El padre Ram¨ªrez dijo que me hab¨ªa tocado dormir con ¨¦l, y era una cama de matrimonio. Me pas¨¦ toda la noche quit¨¢ndole las manos de encima, hac¨ªa como que estaba dormido y se echaba sobre m¨ª¡±. Precisa que no pas¨® de ah¨ª porque siempre se zafaba de ¨¦l, pero que no durmi¨® en toda la noche.
Otros dos casos son de la primera mitad de los setenta. El hermano C. y un seglar llamado L., profesor de matem¨¢ticas. Contra el primero de ellos hay dos testimonios. Antonio, nombre ficticio de un exalumno que no desea identificarse, describe al hermano C. como calvo, que esnifaba rape, raz¨®n por la que ten¨ªa los dedos negros. Daba clase de religi¨®n y vigilaba el comedor. ¡°Era 1969, yo ten¨ªa nueve a?os. Un d¨ªa, despu¨¦s de comer, me llama para que le acompa?e a un aula vac¨ªa del primer piso. All¨ª empieza a preguntarme por mi familia, y por mi hermana. Me empez¨® a decir que las mujeres eran malas y mientras me ten¨ªa agarrado de la mu?eca, se estaba masturbando por debajo de la sotana, haciendo espasmos, por supuesto yo no entend¨ªa nada. Me zaf¨¦ y sal¨ª corriendo al patio¡±. Antonio escribi¨® a EL PA?S en 2021, y tambi¨¦n escribi¨® entonces a los jesuitas: ¡°Me respondieron y me dijeron que lo sent¨ªan mucho y que lo a?adir¨ªan al estudio de casos. Nunca me contactaron ni hablaron m¨¢s conmigo¡±.
Los jesuitas fueron la primera instituci¨®n eclesi¨¢stica en Espa?a que reaccion¨® a las denuncias de abusos, con una investigaci¨®n interna iniciada en 2019, que culmin¨® con un informe, en enero 2021, que admit¨ªa 81 casos de pederastia en Espa?a desde 1927. No obstante, el documento ocultaba la informaci¨®n y la dilu¨ªa para evitar identificar la fecha y el lugar de los abusos. No daba nombres ni iniciales, y solo situaba los casos por comunidades aut¨®nomas. Una actualizaci¨®n del informe, en mayo de 2022, a?adi¨® tres casos m¨¢s, con la misma indefinici¨®n.
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