Cuando los medicamentos hacen enfermar: c¨®mo reaccionar ante efectos secundarios
El a?o pasado, la AEMPS registr¨® m¨¢s de 60.000 sospechas de efectos adversos, de los que un 22% fueron graves
Todos los medicamentos tienen potenciales efectos secundarios. Algunos de ellos se detectan en los ensayos cl¨ªnicos preceptivos antes de lanzarlos al mercado. Pero cuando pasan de probarse en unos pocos miles de pacientes muy controlados a lo que pueden ser millones de personas, es muy frecuente que afloren nuevos. Despu¨¦s de las tres fases de experimentaci¨®n previa a su comercializaci¨®n, empieza la cuarta, que es la prueba en el mundo real. Y, para ello, es necesario que profesionales sanitarios y usuarios de a pie se impliquen notificando esas sospechas que a veces surgen tras tomar una medicina de que algo no ha funcionado bien.
La palabra ¡°sospecha¡± es clave, subraya Edurne L¨¢zaro, jefa de la divisi¨®n de farmacovigilancia, de la Agencia Espa?ola de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS), que participa esta semana en la #MedSafetyWeek, una campa?a anual de concienciaci¨®n internacional sobre la importancia de las notificaciones.
Hay que hablar de sospecha porque que algo suceda despu¨¦s de tomar un medicamento no quiere decir que lo provoque ese medicamento. Esto se vio muy claramente con las vacunas contra la covid. Pr¨¢cticamente toda la poblaci¨®n la recibi¨® en un breve lapso de tiempo, as¨ª que, como habr¨ªa ocurrido si no se hubiera inoculado, despu¨¦s de la campa?a hubo personas que murieron, que tuvieron ictus o infartos al coraz¨®n.
La vigilancia farmacol¨®gica trata de dilucidar cu¨¢les de esos eventos se debieron al medicamento, y cu¨¢les al azar. Y, despu¨¦s, calibrar si para recibir las mejoras que proporciona el producto merece la pena arriesgarse a esos efectos secundarios. Es lo que se conoce como el balance riesgo-beneficio.
Esas sospechas pueden llegar por diversos medios. Cada comunidad aut¨®noma tiene su propio sistema, que recopila datos y los remite con la AEMPS, que a su vez los remite con todos los pa¨ªses de la UE. Cualquier ciudadano puede notificar efectos adversos que identifique, de forma an¨®nima, en la web notificaRAM.
Tambi¨¦n tienen su propio sistema interno los sanitarios. Higinio Flores, vicepresidente de la Sociedad Espa?ola de M¨¦dicos Generales y de Familia (SEMG), explica que en su carrera solo ha notificado uno que vio muy claro. Se trataba de un medicamento contra el colesterol que parec¨ªa producir cefaleas a un paciente. ¡°Era curioso, porque a pesar de llevar mucho tiempo en el mercado, este efecto secundario no aparec¨ªa en la ficha t¨¦cnica. Los dolores de cabeza empezaron justo al comenzar la medicaci¨®n, y remitieron al terminarla¡±, relata.
Un factor decisivo para no notificar m¨¢s efectos adversos es la falta de tiempo en las consultas de primaria. Francisca Gonz¨¢lez, de la Sociedad Espa?ola de Medicina de Familia y Comunitaria (semFYC), asegura que hay que hacer una labor detectivesca cuando un paciente remite un malestar para averiguar si lo ha podido causar un f¨¢rmaco. ¡°La mayor¨ªa de las veces no se lo hemos prescrito nosotros, sino un especialista¡±, justifica.
En opini¨®n de esta doctora, que fue premio AEMPS de farmacovigilancia en su primera edici¨®n (2009), no solo se deben notificar los efectos graves. Pone un ejemplo: ¡°Como damos por hecho que los antibi¨®ticos pueden dar diarrea, muchos no lo notifican. Pero es importante, porque no solo debemos saber la gravedad, sino tambi¨¦n la frecuencia. Porque a lo mejor da diarrea en un 25% de los casos y en el prospecto dice que en uno de cada mil. Para obligar a las farmac¨¦uticas a cambiarlo, necesita recopilar todos los datos posibles. Y es importante saberlo porque al final estos efectos secundarios que pueden parecer leves acaban redundando en la capacidad asistencial y las bajas laborales¡±.
Gonz¨¢lez cree que hay una falta de costumbre a la hora de notificar alertas entre la mayor¨ªa de los sanitarios porque es algo ¡°que en la carrera se ve de pasada¡±. ¡°Muchos no notifican por no estar seguros de que sea el medicamento el que cause el efecto adverso. Pero no es necesario estarlo; nosotros avisamos de las sospechas y son los t¨¦cnicos de las agencias los que lo determinan¡±, a?ade.
M¨¢s de 60.000 sospechas en 2022
Son miles las se?ales que se reciben cada a?o, pero muy pocas las que finalmente acaban modificando los prospectos o las fichas t¨¦cnicas de los medicamentos (para a?adir efectos no conocidos), sus recomendaciones de uso o, en los casos m¨¢s graves, retir¨¢ndolas del mercado.
Antes de la pandemia, notificaRAM recib¨ªa entre 3.000 y 4.000 notificaciones mensuales. Con la vacunaci¨®n de la covid se dispar¨® hasta las m¨¢s de 27.000 de 2021. Todas estas se agregan a las que notifican las comunidades aut¨®nomas y las propias farmac¨¦uticas sobre sus productos. En 2022 se recogieron 60.261 sospechas, de las cuales un 22% fueron graves.
De nuevo, esto no quiere decir que se produjera esa cantidad de efectos adversos. Son muchos los que no se notifican por leves, por conocidos o porque no se identifican. Y, de los que s¨ª se cuentan, un amplio porcentaje no tiene por qu¨¦ estar causado por el medicamento, y simplemente se produjeron casualmente durante su toma.
Para discriminar unas u otras se re¨²nen estas grandes bases de datos, se analizan las sospechas de nuevos riesgos y se eval¨²an conjuntamente con todos los pa¨ªses de la Uni¨®n Europea. L¨¢zaro explica que para determinar la causalidad se siguen diversos m¨¦todos: ¡°Hay veces que con una notificaci¨®n espont¨¢nea tomamos decisiones. Imagina que est¨¢ muy bien documentado, muchas pruebas que descartan que puedan ser otras causas alternativas, que cuando se retira el medicamento se produce una mejor¨ªa, y no solo eso, sino que si se vuelve a tomar aparece de nuevo el efecto adverso. Con casos tan claros no hace falta mucho m¨¢s pare modificar la ficha t¨¦cnica¡±. La mayor¨ªa de las veces es necesario reunir m¨¢s casos, m¨¢s datos e indagar m¨¢s.
Una vez que las agencias est¨¢n seguras de que el efecto adverso lo ha causado el medicamento, se hace una evaluaci¨®n de riesgo-beneficio. L¨¢zaro, de la AEMPS, explica que los nuevos riesgos pueden ser asumibles, o serlo solo para parte de la poblaci¨®n: ¡°A lo mejor descubrimos que no podemos dar el f¨¢rmaco a poblaci¨®n con insuficiencia renal. O puede ser que cuando el f¨¢rmaco se autoriz¨® no hab¨ªa alternativa y ahora hay otra m¨¢s segura, con lo cual cambia la evaluaci¨®n¡±. El riesgo-beneficio no es una ciencia exacta; est¨¢ en constante revisi¨®n.
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