Emma Larreta despert¨® en la UCI despu¨¦s de 27 cuchilladas, sonriendo: ¡°Estaba viva¡±
El 2 de abril de 2007 su expareja intent¨® asesinarla, ahora se dedica a ense?ar a adolescentes qu¨¦ es y qu¨¦ implica la violencia machista
Emma Larreta hace un preaviso.
¡ªMe gusta tratar este tema con la crudeza que tiene, nada de adornarlo, me parece un absurdo. No me voy a regodear en el morbo, pero voy a contar las cosas como son, maquillarlo no nos lleva a nada positivo. El tema es crudo y es crudo.
El tema son 27 cuchilladas. Las que le asest¨® su expareja en la tienda en la que trabajaba, en la calle San Mart¨ªn de San Sebasti¨¢n. Lo c...
Emma Larreta hace un preaviso.
¡ªMe gusta tratar este tema con la crudeza que tiene, nada de adornarlo, me parece un absurdo. No me voy a regodear en el morbo, pero voy a contar las cosas como son, maquillarlo no nos lleva a nada positivo. El tema es crudo y es crudo.
El tema son 27 cuchilladas. Las que le asest¨® su expareja en la tienda en la que trabajaba, en la calle San Mart¨ªn de San Sebasti¨¢n. Lo cuenta ella, llora a veces y a veces sonr¨ªe y se r¨ªe, pero lo cuenta firme, lo cuenta del tir¨®n. Y empieza por el principio, por el c¨®mo, d¨®nde y por qu¨¦ lo conoci¨®. Era 2 de abril de 2007, un lunes. Ten¨ªa 32 a?os.
¡°En 2004 viv¨ªa en Madrid, aunque crec¨ª en San Sebasti¨¢n y nac¨ª en Pamplona. Decid¨ª irme un a?o a Rep¨²blica Dominicana con mi pareja de entonces. Me qued¨¦ embarazada, acabamos rompiendo y me volv¨ª a San Sebasti¨¢n. Mi madre ten¨ªa una tienda y las clientas conoc¨ªan a mi hijo. Una de ellas, dominicana, me invit¨® un d¨ªa a una comida popular, a un sancocho, y all¨ª fue. Era muy majo, agradable, trataba superbien a mi ni?o.
Salimos seis meses. A ¨¦l le gustaba mucho la coca y le dije que sus h¨¢bitos no eran compatibles con mi vida, con mi hijo. ?l no cumple su promesa, lo pillo drog¨¢ndose, lo dejo. ?l me encuentra un d¨ªa en la calle bailando con unas amigas, me zarandea y yo lo denuncio. Era domingo.
El lunes por la ma?ana va a una tienda que yo regentaba a pedirme perd¨®n con unas flores. Que por qu¨¦ le he denunciado. Le contest¨¦ que me ha faltado al respeto y me ha zarandeado y es suficiente para denunciarlo, que no quiero las flores, que se las lleve.
Se va a una ferreter¨ªa, compra el cuchillo, de m¨¢s de 20 cent¨ªmetros, y viene a por m¨ª.
Le veo entrar, llevaba un corte en el dedo y me dice ¡°dame una servilleta, que me he cortado¡±. Yo siempre digo que es mi abuelo Joaqu¨ªn que me estaba cuidando y me estaba diciendo ¡°no te acerques¡±. No lo hice, y le dije a una compa?era ¡°dale una servilleta¡±. Cuando se dio cuenta de que no me acercaba tir¨® la servilleta y sac¨® el cuchillo.
Era un local estrecho y largo. Yo estaba al final. En d¨¦cimas de segundo supe que ten¨ªa que salir a la calle. Me defend¨ª, me resbal¨¦ porque el suelo era de madera y yo llevaba tacones. Una pel¨ªcula gore, ?todo lo que puedas imaginar? Pues m¨¢s. La oreja colgando, la cara reventada, los brazos.
Consegu¨ª salir y ah¨ª fue cuando me ca¨ª. Ya no ten¨ªa fuerzas, no ten¨ªa sangre. Pas¨® entonces una concejala con el escolta. El escolta par¨® el coche y le enca?on¨®, solo as¨ª me lo pudieron quitar de encima. Lleg¨® una ambulancia medicalizada, llegu¨¦ al hospital, nueve bolsas de sangre. Un cuadro.
A mi familia le dijeron que iba a morir. Me despert¨¦ en la UVI sonriendo. Fui muy consciente de que me mor¨ªa y pens¨¦ ¡°hostias, qu¨¦ librada¡±.
Cre¨ªan que me mor¨ªa de verdad, ten¨ªa tantos rotos. Grapas, escayola, puntos por todas partes. Con esta tuve mucha suerte [una cicatriz le arranca en la oreja derecha y le atraviesa el p¨®mulo, una l¨ªnea fina casi imperceptible]. Hab¨ªa una cirujana pl¨¢stica que estaba de guardia aquel d¨ªa y que es amiga ¨ªntima de una enfermera que es amiga m¨ªa, ella no sab¨ªa qui¨¦n era yo, pero sin saberlo dijo ¡°yo arreglo la cara¡±, y le dijeron ¡°va a morir, no tiene sentido¡±, y ella contest¨® ¡°pues la entierro, pero con la cara bien¡±. Menos mal porque hago queloides [cicatrices que se engrosan y se levantan sobre la superficie de la piel] y se me quedan s¨²per feas.
Estuve como dos meses en el hospital. Intubada primero. Cuando me quitaron los tubos no pod¨ªa casi tragar. Me subieron a planta. Operaci¨®n de mano que luego tuvo dos a?os de rehabilitaci¨®n. Pero no tuve ni un d¨ªa de baj¨®n. Yo sab¨ªa que me iba a poner bien, desde que sub¨ª a planta estuve contenta, feliz, y no por hacerme la fuerte, es que estaba feliz, vino mucha gente a verme y yo pensaba ¡°qu¨¦ afortunada soy¡±.
Recuerdo al m¨¦dico que me toc¨® en el hospital cuando llegu¨¦, muy joven, me estaban limpiando la sangre las enfermeras para poder empezar a ver qu¨¦ hab¨ªa ah¨ª y ¨¦l se ve que estaba sobrepasado y ellas como que lo apartaron a un lado. Cuando despert¨¦ lo llamaron, ¡°ven que Emma ha despertado¡±. Vino y le empec¨¦ a hacer bromas, le dije ¡°vamos a aprovechar, yo quiero mi cambio radical¡±, que me operara las tetas y eso. Me dijo ¡°est¨¢s mal de la cabeza¡±. Pero lo que estaba era viva. ¡°Estaba viva¡±.
16 a?os despu¨¦s
Larreta tiene ahora 48 a?os y narra la historia sentada en la cafeter¨ªa del Caixaforum, en Madrid, este 16 de noviembre. Este jueves se produjo el encuentro Claves para el progreso social, donde la Fundaci¨®n La Caixa explic¨® a las entidades sociales su modelo para hacer frente a la cronificaci¨®n de la desigualdad y Larreta es una de las protagonistas del proyecto documental de la fundaci¨®n, Vidas contadas: 14 historias de superaci¨®n, donde personas en riesgo de exclusi¨®n hablan de lo que han atravesado para que la ciudadan¨ªa vea, entienda, por lo que han pasado. Larreta atraves¨® aquel intento de asesinato, pero la vida sigui¨®, y eso, en realidad, es lo que le importa. Todo en ella, ella misma, es un enorme foco sobre lo que puede ser, lo que quiere que sea, y no sobre lo que ya fue.
Y lo que iba a ser despu¨¦s de aquel abril de 2007 empez¨® en la cama del hospital, mientras se recuperaba. Dice que sinti¨® la necesidad de hacer algo con lo que hab¨ªa pasado. Y all¨ª tumbada, con ambos brazos enyesados, se puso a pensar en que ten¨ªa que hacer los papeles de la baja y en c¨®mo convertir todas aquellas cicatrices en algo que sirviera para hablar de violencia, para que la sociedad se d¨¦ cuenta de qu¨¦ significa, qu¨¦ implica, qu¨¦ arrastra y por qu¨¦ puede pasarle a cualquiera.
El primer d¨ªa que sali¨® del hospital se fue sola a la calle San Mart¨ªn: ¡°Dije, a ver, esto est¨¢ en el centro, tengo que pasar por aqu¨ª cinco millones de veces, no me voy a hacer el Tour de Francia por no atravesar esta calle. Si me tiene que dar un jamacuco, que me d¨¦ hoy¡±. No le dio. Y de ah¨ª, ¡°pa¡¯lante¡±.
Eso s¨ª, puntualiza, tuvo que ¡°aceptar que ya no iba a ser la misma de antes¡±, aceptar que la movilidad de sus brazos iba a ir reduci¨¦ndose cada vez m¨¢s, que tiene una discapacidad. ¡°Fue una curita de humildad, que siempre he tirado con todo, sola, ahora me paso el d¨ªa pidiendo ayuda en casa¡±. Pero tambi¨¦n eso lo asumi¨®, ¡°hay que entender la discapacidad, no esconderla¡±.
Ella no esconde nada: ni sus cicatrices, ni esa falta de movilidad, ni su historia. ¡°Nunca tuve verg¨¹enza de contar ni de poner la cara, me he dado cuenta que por distintas circunstancias hay mujeres que no se sienten capaces tras pasar por algo as¨ª, ellas no est¨¢n en ese momento, yo s¨ª, no me ha importado nunca exponer mi vida porque era, es, para un fin muy positivo: ayudar a las dem¨¢s¡±, dice.
La primera vez que ese fin se materializ¨® fue al a?o de salir del hospital. Estren¨® una obra de danza contempor¨¢nea que dirigi¨® Aizpea Goenaga, Paloma en la calle, lobo en casa, sobre ¡°todos los estados por los que pasa una mujer desde que se enamora hasta que, en este caso, la protagonista muere¡±. Empez¨® a trabajar con grupos de mujeres a trav¨¦s del Gobierno vasco, se convirti¨® en una activista contra la violencia. ¡°Muy, muy activa¡±.
Entonces volvi¨® a enamorarse, era ya 2009. Su agresor, en la c¨¢rcel de Martutene, en el mismo barrio en el que viv¨ªa ella, empez¨® a salir con permisos de fin de semana. Y su hijo se hac¨ªa mayor y ella no quer¨ªa que se enterara de lo que hab¨ªa ocurrido en la calle, o en alg¨²n cartel, o en cualquier parte que no fuese ella misma. Todas aquellas cuestiones hicieron que ella y su pareja, a la que ella llama La Perla, aunque se llama Jes¨²s y la mira desde el otro lado de la mesa este jueves, decidieran mudarse a Navarra.
¡°Tienes que levantarte del sof¨¢¡±
All¨ª tuvo ¡°una hija maravillosa, para empezar, y trabajos precarios porque el mundo de las personas con discapacidad es totalmente precario¡±. Busc¨® y busc¨® asociaciones que la ayudaran, muchas, hasta que un d¨ªa entr¨® en Cocemfe (la Confederaci¨®n Espa?ola de Personas con Discapacidad F¨ªsica y Org¨¢nica) en Pamplona, y ¡°fue amor a primera vista¡±. De all¨ª le sali¨® su primer trabajo: gesti¨®n y administraci¨®n en una mutua de accidentes, a 10 minutos de su casa. Quiz¨¢s la ant¨ªtesis de todo lo que ella es. Sin embargo, aquello la ayud¨® ¡°a bajar el gas, y con todo el dolor de coraz¨®n¡± apret¨® y fren¨®. Se hizo ¡°hormiguita¡±. Pero ¡°iban pasando los a?os, ten¨ªa esa espinita, esa cosa, ve¨ªa la ruina que nos rodea, la violencia, los asesinatos, y pensaba ¡°tienes que levantarte del sof¨¢¡±.
Poco antes de la pandemia lleg¨® una proposici¨®n: un documental para recoger la voz de cuatro mujeres con discapacidad que iba a grabar Marga Guti¨¦rrez, y en el que colaboraba Cocemfe. Larreta dijo no: ¡°No se lo hab¨ªa contado a¨²n a mi hijo, ten¨ªa eso ah¨ª, en letargo. ?l, que es un saquito de emociones, pensaba que mis cicatrices eran por un accidente de coche¡±. Pero entonces lleg¨® la crisis sanitaria, el confinamiento. En su casa ¡°dio mucho de s¨ª¡±, y ah¨ª se lo cont¨®: ¡°Fue terrible, pero le expliqu¨¦ que hab¨ªa sido un escal¨®n m¨¢s en la vida, que no perdiera de vista lo bien que estaba, que era la misma que le hab¨ªa rega?ado antes de ayer¡±.
Fue el momento de decir s¨ª al documental, Ama-das. El estreno, en Pamplona, y la rueda de prensa y el coloquio posterior, le ¡°dieron la vuelta¡±. Quer¨ªa volver a hacer lo que hac¨ªa, hablar de violencia, mostrarla para ayudar a frenarla. Quer¨ªa dejar de ¡°secarse¡± en el trabajo que ten¨ªa. Habl¨® con su pareja, cogi¨® una excedencia, ¡°y volvi¨® la alegr¨ªa¡±. Naci¨® inVISIBLES. ¡°A?o y medio llevo con esto que he montado. Yo sab¨ªa que me quer¨ªa centrar en la gente joven, conf¨ªo en ellos. Ellos tienen la llave para que las cosas cambien, son los que van a estar ma?ana en la panader¨ªa, el autob¨²s, los juzgados. Si los nutres bien por dentro, ese poso queda. Y ah¨ª est¨¢ el futuro¡±. Este a?o ese programa ha recibido uno de los premios del Gobierno navarro al emprendimiento.
Va a centros educativos, de FP, de menores tutelados. Y les habla, hablan. Hablan de la familia, de sexo, de la importancia de ¡°descubrir e investigar, y de c¨®mo en la base tiene que estar el respeto al otro¡±; hablan de violencia verbal, entre ellos, de violencia machista, de c¨®mo gestionan los impulsos, de lo corta que tienen a veces la mecha. Su objetivo, a trav¨¦s de todo eso, es dejarles ver todas las aristas de la violencia de g¨¦nero, los huecos por d¨®nde se cuela, pasear por momentos y emociones que ellos puedan identificar como suyos: ¡°Imagina 70 chavales dos horas sin tocar el m¨®vil, escuchando, cont¨¢ndote cosas que no han contado nunca. ?C¨®mo? No lo s¨¦, tengo la capacidad de conectar, de empatizar con ellos¡±.
Quiz¨¢s tenga que ver con de d¨®nde viene ella: sus padres se separaron cuando no hab¨ªa cumplido los tres a?os, vivi¨® siempre con su madre, tir¨® siempre con lo que vino, cuid¨® cuando le tocaba ser cuidada, se march¨® a los 18 de casa porque quer¨ªa ser due?a, la ¨²nica, de su vida.
¡°Ahora, cuando me pongo delante de ellos, recuerdo perfectamente qui¨¦n era yo a su edad. Los miro y les cuento la verdad, mi vida, con pelos y se?ales, y de cu¨¢les fueron mis motores para seguir adelante. Eso s¨ª, no digo expresamente violencia machista porque me he dado cuenta que no conectan para nada con el t¨¦rmino, pero saben y entienden perfectamente lo que es¡±, explica Larreta.
Se cruza con decenas de adolescentes, con m¨¢s o menos problemas, de distintos lugares, con distintas circunstancias: ¡°Y para todos funciona lo mismo, ser honesta con ellos, hablar de lo malo y de lo bueno, no se les puede aislar de los problemas ni de la realidad, los hace in¨²tiles para gestionar la vida a largo plazo, si t¨² no les cuentas cuando tengan un problema no van a acudir a ti y se ahogar¨¢n en un vasito de agua¡±.
A veces, en esas sesiones, los hay que verbalizan cuestiones que en a?os no han verbalizado con los orientadores. Y cuando pasan los meses, le escriben desde los centros: ¡°Emma, que sepas que sigues aqu¨ª, y aqu¨ª seguimos tirando del hilo¡±. Le escriben los adolescentes: ¡°He aprobado tal examen, ahora tengo novia, Emma me acord¨¦ de lo que me dijiste¡±.
Ella a veces ni recuerda el 2 de abril de 2007, lo coloc¨® ya como un d¨ªa m¨¢s en el calendario, pero s¨ª marca cada instante que pasa con esos adolescentes, cada mensaje que recibe, cada vida que cambia, aunque sea un poco, gracias a que ella sigui¨® con la suya, a que est¨¢ viva. ¡°Estoy viva¡±. Y parece un volc¨¢n.
El tel¨¦fono 016 atiende a las v¨ªctimas de violencia machista, a sus familias y a su entorno las 24 horas del d¨ªa, todos los d¨ªas del a?o, en 53 idiomas diferentes. El n¨²mero no queda registrado en la factura telef¨®nica, pero hay que borrar la llamada del dispositivo. Tambi¨¦n se puede contactar a trav¨¦s del correo electr¨®nico 016-online@igualdad.gob.es y por WhatsApp en el n¨²mero 600 000 016. Los menores pueden dirigirse al tel¨¦fono de la Fundaci¨®n ANAR 900 20 20 10. Si es una situaci¨®n de emergencia, se puede llamar al 112 o a los tel¨¦fonos de la Polic¨ªa Nacional (091) y de la Guardia Civil (062). Y en caso de no poder llamar, se puede recurrir a la aplicaci¨®n ALERTCOPS, desde la que se env¨ªa una se?al de alerta a la Polic¨ªa con geolocalizaci¨®n.