¡®Merci Gis¨¨le, gracias¡¯
J¨®venes franceses de entre 18 y 30 a?os han declarado a esta mujer personalidad del a?o 2024, por su autenticidad, coraje y empat¨ªa. La han declarado su hero¨ªna.
Esta mujer nos ha hecho sentirnos tan orgullosas de su dignidad y su entereza durante el juicio que hoy se ha visto coronado con el dictado de la sentencia, que solo podemos decirle gracias Gis¨¨le, merci.
Gracias porque su valent¨ªa ha permitido que todo el mundo conozcamos la atrocidad de la conducta de su esposo, Dominique Pelicot, y de todos los varones que, invitados por aquel, decidieron violentar su cuerpo para violarla una y otra y otra vez, en grupo o individualmente, pero siempre grabada, anulando previamente su voluntad, para poder llevar a cabo sus atrocidades.
Hasta 72 varones aparecen en las grabaciones, de los que han sido juzgados 51, los que pudieron ser identificados. Todos han sido condenados, sus fechor¨ªas estaban grabadas, de manera que la ¨²nica duda era la extensi¨®n de la condena penal.
De los muchos an¨¢lisis que, sin duda, se van a hacer sobre el caso, me gustar¨ªa destacar algunos aspectos.
En primer lugar, la dureza de las conductas enjuiciadas. Los hechos parecen novelescos, pero su realidad est¨¢ constatada por las grabaciones ¡ªy por el reconocimiento expreso¡ª que el perverso esposo de Gisele llevaba a cabo. Pero las conductas de crueldad extrema sobre las mujeres son relativamente frecuentes. Si nos atenemos a la violencia sexual, recuerdo la brutalidad de los hechos por los que fueron condenados los componentes la de la manada de Pamplona. O, m¨¢s recientemente, las menores prostituidas durante a?os por respetables varones de Murcia que obtuvieron unas beneficiosas sentencias de conformidad. No estamos ante hechos aislados.
En segundo lugar, la valent¨ªa de Gis¨¨le Pelicot. Porque, pudiendo haber celebrado el juicio a puerta cerrada y que nadie hubi¨¦ramos conocido su cara, opt¨® porque pudiera acceder a la sala el p¨²blico y los medios. Y con ello dio una enorme lecci¨®n de dignidad al mundo dejando claro que ella solo ha sido la v¨ªctima de esta historia de terror. Y acu?¨® una frase que se ha hecho viral: ¡°La verg¨¹enza ha cambiado de acera¡±. Gis¨¨le ha dado en el clavo: el sistema patriarcal ha hecho recaer hist¨®ricamente sobre la conciencia de las mujeres actos abominables de los hombres contra ellas, de tal manera que de victimarios acostumbran a presentarse como v¨ªctimas. Al efecto hemos escuchado incluso le¨ªdo en sentencias, que ella le provoc¨® porque iba con minifalda, o porque caminaba sola de noche. Son los estereotipos tan insertados en muchas mentalidades. Gis¨¦le quiso dejarlo claro desde el primer momento: yo soy la v¨ªctima y todos estos, son mis verdugos.
En tercer lugar, es interesante extraer de lo visto y le¨ªdo que los violadores de Gis¨¨le eran sus propios vecinos, hombres de apariencia y vida normal, incluso decentes y, sin embargo, capaces de tener una conducta execrable. Los estudios evidencian que no existe un perfil de violador ni de maltratador. Por ello me pregunto si no ser¨ªa aconsejable para la seguridad de las mujeres, que se pudieran publicar las sentencias firmes condenatorias por delitos sexuales. Saber que tu vecino no es un violador dar¨ªa tranquilidad.
A prop¨®sito de los 51 violadores condenados, ?no es llamativo que ninguno de ellos haya tenido en los a?os que dur¨® esta crueldad un momento de humanidad y no haya denunciado lo que estaban haciendo con esta mujer?
Los delitos sexuales son los menos denunciados en el mundo y tambi¨¦n en Espa?a: en el a?o 2023 tan solo hubo 3.423 sentencias condenatorias por delitos sexuales; de ellas, 1.911, es decir, el 55.82% se conden¨® a los delincuentes sexuales a penas de privaci¨®n de libertad de una duraci¨®n de 0 a 2 a?os, lo que significa que, si su condena no concurr¨ªa con otra condena por cualquier otro delito, no han tenido que cumplir ning¨²n d¨ªa de privaci¨®n de libertad. En definitiva, no se trata tanto de que nuestro C¨®digo Penal contemple penas m¨¢s elevadas para los delitos sexuales, como de que los tribunales las apliquen con mayor rigor o con menos benevolencia.
El caso Pelicot es un hito en Francia en la lucha contra la violencia sexual, como en Espa?a lo fueron los hechos de la manada de Pamplona y en Estados Unidos el Meetoo. Un hito debe marcar un antes y un despu¨¦s. Francia es un pa¨ªs renuente a incluir la ausencia de consentimiento en la definici¨®n de los il¨ªcitos penales de car¨¢cter sexual. Y aunque introducirlo no sea la panacea ¡ªen Espa?a se incluy¨® en la Ley de garant¨ªa de la libertad sexual¡ª, s¨ª al menos permite mantener el debate sobre su necesidad, ya que, aunque no se exija el deseo rec¨ªproco, que es el paradigma en el que se deben situar las relaciones sexuales libres-, s¨ª al menos se exija ese consentimiento expreso, que no significa no decir no, sino decir de alguna forma s¨ª, estoy de acuerdo.
Esta cuesti¨®n es muy discutible, dada la falta de libertad para expresar lo que se desea en relaciones desiguales, pero al menos, exige una reflexi¨®n acerca de que el consentimiento no se presume. En el caso de Gis¨¨le, fue mucho peor: durante varios a?os anularon su voluntad para hacer con su cuerpo lo que quisieron su esposo y todos aquellos a quien ¨¦ste invit¨®. Y nadie se enter¨®, tampoco los m¨¦dicos que la visitaron en este tiempo. Y nadie, ninguno de sus violadores, tuvo un atisbo de piedad hacia ella y denunci¨®.
Este hito deber¨ªa servir para sensibilizar socialmente sobre aquello que nunca debi¨® pasar y en Francia, si su situaci¨®n pol¨ªtica se estabiliza, quiz¨¢ de lugar a alg¨²n cambio legislativo. Puede que ya sea una primera muestra que j¨®venes franceses de entre 18 y 30 a?os han declarado a Gis¨¨le Pelicot personalidad del a?o 2024, por su autenticidad, coraje y empat¨ªa. La han declarado su hero¨ªna.
El feminismo franc¨¦s y el de muchos pa¨ªses de Europa han tomado buena nota; la lucha contra la violencia que sufrimos las mujeres por el solo hecho de serlo y particularmente la violencia sexual, est¨¢ en la agenda pol¨ªtica feminista; es un problema de primer orden y hay que ponerse a la tarea.
Altamira Gonzalo Valga?¨®n es jurista feminista
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