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'TintaLibre'
Tribuna
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La extorsi¨®n sist¨¦mica del Opus Dei

¡®TintaLibre¡¯ reproduce las reflexiones de Gareth Gore, que analiza el ¡®modus operandi¡¯ de las campa?as de la organizaci¨®n

El fundador del Opus Dei, Josemar¨ªa Escriv¨¢ de Balaguer, con m¨¢s de un millar de j¨®venes en la Casa de Retiros de Jerez de la Frontera. EFE
El fundador del Opus Dei, Josemar¨ªa Escriv¨¢ de Balaguer, con m¨¢s de un millar de j¨®venes en la Casa de Retiros de Jerez de la Frontera. EFEEFE

Este art¨ªculo forma parte de la revista ¡®TintaLibre¡¯ de enero. Los lectores que deseen suscribirse a EL PA?S conjuntamente con ¡®TintaLibre¡¯ pueden hacerlo a trav¨¦s de este enlace. Los ya suscriptoras deben consultar la oferta en suscripciones@elpais.es o 914 400 135.

A finales de septiembre, el Opus Dei envi¨® un memor¨¢ndum confidencial a sus ¡°directores locales¡±, los de m¨¢s confianza entre sus denominados miembros numerarios ¡ªlos hombres y las mujeres que han dedicado la vida al Opus Dei¡ª y quienes tienen a su cargo la supervisi¨®n de las delegaciones locales. Memor¨¢ndums as¨ª est¨¢n lejos de ser poco comunes: las ¡°notas internas¡± son el medio preferido de la jefatura en Roma para comunicarse con sus directores sobre el terreno. Escritas en clave y descifradas con ayuda de un manual que se guarda bajo llave, son un m¨¦todo eficiente para transmitir ¨®rdenes de manera encubierta y segura.

Pero esta ¨²ltima misiva era ins¨®lita. Por lo general, las notas abordan cuestiones sumamente pr¨¢cticas e internas: especifican qu¨¦ empresas pantalla deben figurar como beneficiarias en los testamentos de los miembros, estipulan el n¨²mero de ni?os que debe fijar como objetivo de captaci¨®n cada centro, o emiten nuevos dictados acerca de la edad a la que se permite a las numerarias dejar de dormir en tablas de madera (los numerarios duermen en colchones). Excepcionalmente, este memor¨¢ndum trataba sobre algo del mundo exterior, en concreto un nuevo libro que iba a publicarse en unas semanas.

¡°Por favor, recen por todos los involucrados y por todos los que puedan verse afectados por esto¡±, dec¨ªa la nota. Emitida pocos d¨ªas antes de dos fechas importantes en el calendario del Opus Dei ¡ªel aniversario del d¨ªa en que su fundador, el sacerdote espa?ol Jos¨¦ Mar¨ªa Escriv¨¢, vio supuestamente a Dios; y el aniversario de la canonizaci¨®n del papa Juan Pablo II¡ª, la nota ped¨ªa a los directores que le rezaran a san Josemar¨ªa y le pidieran su intercesi¨®n. ¡°Como el lanzamiento est¨¢ cerca de las dos fiestas de octubre, podemos inspirarnos en el ejemplo de Nuestro Padre sobre c¨®mo responder a tales situaciones y pedir su intercesi¨®n¡±.

El libro en cuesti¨®n, titulado Opus y escrito por m¨ª, no podr¨ªa haber llegado en peor momento. Con la organizaci¨®n sumida en un enfrentamiento con el papa Francisco en torno a su futuro y pendientes dos investigaciones distintas del Vaticano sobre abusos sist¨¦micos, el Opus Dei ya estaba enfangado en la mayor crisis en sus casi cien a?os de historia. El libro promet¨ªa revelar una letan¨ªa de nuevas denuncias contra la organizaci¨®n: delitos y anomal¨ªas institucionales, sus furtivos m¨¦todos de reclutamiento, la captaci¨®n de menores, los abusos espirituales y psicol¨®gicos, los inmensos encubrimientos, as¨ª como sus v¨ªnculos financieros y econ¨®micos ocultos.

La intercesi¨®n, cuando se produjo, quiz¨¢ no fue exactamente lo que esperaba el Opus Dei. Lleg¨® en forma de una noticia bomba desde Argentina, donde los fiscales federales anunciaron que acusaban formalmente al Opus Dei de cr¨ªmenes que inclu¨ªan el tr¨¢fico de seres humanos y la explotaci¨®n laboral tras una investigaci¨®n de dos a?os. Sus conclusiones, hechas p¨²blicas solo cuatro d¨ªas antes del lanzamiento de Opus, corroboraban una de las principales tesis del libro. La noticia cre¨® el marco id¨®neo para un juicio p¨²blico, con cuatro sacerdotes del Opus Dei como codemandados, y dos m¨¢s, incluido su vicecanciller en Roma, tambi¨¦n implicados.

Este giro en el ¨²ltimo momento bien pod¨ªa dar al traste con los planes cuidadosamente trazados por el Opus Dei de cara a la publicaci¨®n del libro. Durante meses, hab¨ªan estado preparando una estrategia de amenazas, mentiras y cintas de v¨ªdeo para desacreditar mi libro y presentarlo como nada m¨¢s que una teor¨ªa de la conspiraci¨®n. Hab¨ªan contratado a uno de los bufetes m¨¢s caros y renombrados de Estados Unidos para encabezar la ofensiva, con cartas amenazantes dirigidas a mi editor y a m¨ª. Otros hab¨ªan recibido el encargo de desarrollar una campa?a de desinformaci¨®n. La noticia de Argentina lo cambi¨® todo: los minuciosos planes estaban ahora en peligro.

Volviendo atr¨¢s

Mi contacto con el Opus Dei empez¨® dos a?os antes, cuando tom¨¦ un vuelo a Madrid a fin de documentarme y hacer entrevistas para mi libro. Por entonces, estaba interesado sobre todo en la historia de Luis Valls-Taberner, exbanquero y miembro numerario del Opus Dei que us¨® ¡ªo abus¨®, dependiendo de la perspectiva de cada cual¡ª su cargo de director del Banco Popular, uno de los m¨¢s importantes de Espa?a, para destinar cientos de millones de euros en beneficio directo del movimiento religioso y financiar su expansi¨®n por el mundo. Eso ¡ªy la historia de su vida en general¡ª parec¨ªa un relato fascinante.

Luis muri¨® en 2006, pero me las ingeni¨¦ para localizar a su hermano menor Javier, que trabaj¨® con ¨¦l en el banco durante cuarenta a?os. Este hizo comentarios exquisitos sobre algunos miembros de alto rango del Opus Dei en Espa?a, a quienes acus¨® de haber manipulado la enfermedad y la muerte de su hermano para intentar hacerse con el control del banco. Me advirti¨® de que no me fiara de ninguno. As¨ª pues, cuando me reun¨ª con ellos para preguntarles por estas acusaciones, estaba en guardia. Pero enseguida me dio la impresi¨®n de que mis sospechas eran infundadas. Esos hombres parec¨ªan amables, sinceros, y encantados de que un periodista extranjero se interesara por don Luis.

Pero una cosa s¨ª me pareci¨® rara. Casi todas las conversaciones empezaban del mismo modo: el miembro del Opus Dei me explicaba c¨®mo todos los integrantes de la organizaci¨®n actuaban con absoluta libertad y que cualquier cosa que hicieran ¡ªya fuera en los negocios, la pol¨ªtica o m¨¢s en general¡ª era por iniciativa propia y no ten¨ªa nada que ver con el Opus Dei. Tras la cuarta o quinta vez que o¨ª el discurso, empec¨¦ a preguntarme si les hab¨ªan apuntado lo que deb¨ªan decir. Lo raro era que todos hac¨ªan la declaraci¨®n sin que viniera a cuento, antes de que yo hubiera planteado ninguna pregunta de verdad.

Volv¨ª a Londres y me puse en contacto con Jack Valero, portavoz oficial del Opus Dei, adem¨¢s de uno de los ?directores locales? a cargo de supervisar su red de miembros en el Reino Unido. Ser¨ªa mi contacto durante los dos a?os siguientes. Acordamos un encuentro en la sede del Opus Dei en Reino Unido, en Notting Hill, uno de los barrios m¨¢s caros de la ciudad. No pude por menos de sonre¨ªr cuando Valero ¡ªde manera absolutamente espont¨¢nea¡ª inici¨® la conversaci¨®n con el mismo discurso sobre c¨®mo todos los integrantes de la organizaci¨®n actuaban con absoluta libertad. Otra vez no, pens¨¦.

El encuentro fue bien. Saltaba a la vista que Valero recelaba mucho de m¨ª, y en especial de mi inter¨¦s por el Opus Dei. Deduje de sus preguntas que sus superiores en Roma le hab¨ªan pedido que me sondeara. Aun as¨ª, al igual que sus colegas en Madrid, parec¨ªa encantado de contestar mis preguntas, y accedi¨® a transmitir mi solicitud de consultar los archivos del Opus Dei, a los que no tienen acceso personas independientes. En la calle, cuando nos desped¨ªamos, le pregunt¨¦ por el edificio de al lado, donde se estaba llevando a cabo un inmenso proyecto de construcci¨®n. ?Ah, eso no tiene nada que ver con nosotros?, respondi¨® con una soltura sospechosa.

Solo despu¨¦s de llegar a casa ca¨ª en la cuenta de que me hab¨ªan dado la idea equivocada. Consult¨¦ los registros catastrales y descubr¨ª que el edificio de al lado era, de hecho, propiedad del Opus Dei, solo que de la secci¨®n femenina, no de la masculina. Valero hab¨ªa ofrecido como respuesta una interpretaci¨®n muy espec¨ªfica de mi pregunta. El edificio de al lado no ten¨ªa nada que ver con ?nosotros?, si ?nosotros? se refer¨ªa a la secci¨®n masculina. Pero a todas luces no era eso lo que hab¨ªa preguntado, sino si ten¨ªa algo que ver con el Opus Dei. ?Por qu¨¦ intentaba despistarme con respecto a un detalle tan nimio? ?Deb¨ªa cuestionarme algo m¨¢s de lo que me hab¨ªa dicho?

Nuestras interacciones se hicieron m¨¢s frecuentes con el paso de los meses. Valero se ofreci¨® a ayudarme a concertar algunas reuniones cuando fui a Estados Unidos, para demostrar lo transparente que era el Opus Dei, y c¨®mo no ten¨ªan nada que ocultar. Enseguida surti¨® el efecto contrario. Varios miembros destacados, incluido el sacerdote con m¨¢s renombre de Washington, un hombre pr¨®ximo a muchos republicanos poderosos, rehusaron verme. No ?se fiaba? de m¨ª, seg¨²n me explic¨® Valero. ?Por qu¨¦ ten¨ªa que fiarse de m¨ª un sacerdote solo para acceder a un encuentro? Las escuelas del Opus Dei tambi¨¦n rehusaron mis solicitudes de visitarlas. Pues vaya con la transparencia.

Unos meses despu¨¦s, anunci¨¦ que iba a ir a Argentina. Quer¨ªa reunirme con un grupo de mujeres que afirmaban haber sufrido coacciones para que se unieran al Opus Dei de j¨®venes y luego b¨¢sicamente se hab¨ªan convertido en esclavas que trabajaban catorce horas al d¨ªa sin percibir ning¨²n pago en absoluto. Su caso hab¨ªa desencadenado la investigaci¨®n federal sobre el tr¨¢fico de seres humanos y la explotaci¨®n laboral. Valero respondi¨® con el anuncio de que su superior le hab¨ªa pedido que me acompa?ara. ¡°No quiere que se repita lo que ocurri¨® en Estados Unidos, que fue bochornoso, por no decir otra cosa¡±, explic¨®.

No me hac¨ªa falta carabina y ya ten¨ªa varias entrevistas concertadas. Pero le dije a Valero que, si de veras quer¨ªa ayudarme, pod¨ªa organizarlo para que visitara la residencia que era el centro del esc¨¢ndalo. Docenas de mujeres segu¨ªan viviendo y trabajando all¨ª como ¡°asistentes numerarias¡±; en realidad, como sirvientas. El Opus Dei aseguraba que esas mujeres eran felices y que sus vidas no guardaban relaci¨®n con las alegaciones que hab¨ªan hecho residentes anteriores. Tambi¨¦n exist¨ªa un v¨ªnculo evidente con Luis Valls-Taberner: la residencia la hab¨ªa pagado dinero del Banco Popular. Perm¨ªtanme ir de visita y verlo con mis propios ojos, dije.

Durante los cinco primeros d¨ªas de mi viaje a Argentina, me mov¨ª por mi cuenta. Tambi¨¦n qued¨¦ con Valero a tomar un caf¨¦ y le record¨¦ mi solicitud. El sexto d¨ªa, volv¨ª a sacarla a colaci¨®n. Me dijo que estaba en ello. Al d¨ªa siguiente, me lleg¨® un correo en el que se me informaba de que las mujeres de la residencia hab¨ªan considerado la solicitud, pero la hab¨ªan rechazado; que la decisi¨®n era suya. Cuando me person¨¦ all¨ª y les pregunt¨¦ por su decisi¨®n de no permitirme hacer la visita, las dos mujeres que me atend¨ªan se miraron extra?adas. ?Me hab¨ªan tomado el pelo?

En el aeropuerto de Ezeiza al d¨ªa siguiente, mientras Valero y yo esper¨¢bamos a embarcar en el vuelo de catorce horas de regreso a Londres (fue mera coincidencia que fu¨¦ramos en el mismo avi¨®n), di rienda suelta a mi frustraci¨®n por no haber podido visitar la residencia. Hab¨ªa recorrido medio mundo no solo para prestar o¨ªdos a los testimonios de las mujeres que alegaban abusos, sino tambi¨¦n para ver ¡ªcon mis propios ojos¡ª c¨®mo era en realidad la vida de las asistentes numerarias hoy en d¨ªa. Tambi¨¦n expres¨¦ mi frustraci¨®n por que la ?oficina de informaci¨®n? del Opus Dei se negara a facilitarme una lista completa de sus escuelas y programas juveniles. Valero no ten¨ªa mucho que decir.

Estaba empezando a quedarme claro que la fachada p¨²blica del Opus Dei ¡ªque era transparente por completo y no ten¨ªa nada que ocultar¡ª era falsa. Despu¨¦s de un a?o de v¨¦rmelas con la organizaci¨®n, era a todas luces evidente que cada vez que planteaba una pregunta delicada, solicitaba informaci¨®n espec¨ªfica o quer¨ªa hablar con cualquiera implicado en alguna controversia, el Opus Dei me pon¨ªa alg¨²n impedimento. Despu¨¦s de darle a la organizaci¨®n el beneficio de la duda, estaba claro que iba a tener que poner en tela de juicio todo lo que me dijeran, y todo lo que hicieran.

Interviene Francisco

Unas semanas despu¨¦s del viaje a Argentina, cay¨® una bomba en Roma. En agosto de 2023, el papa Francisco promulg¨® un decreto sorpresa que hac¨ªa pedazos la fraternal relaci¨®n del Opus Dei con el Vaticano, despojando a la organizaci¨®n de su capacidad para funcionar al margen de la jerarqu¨ªa formal de la Iglesia y oblig¨¢ndola a reescribir su constituci¨®n. Mis fuentes me dijeron que era un castigo por las transgresiones del Opus Dei: adem¨¢s del caso de Argentina, el Vaticano hab¨ªa recibido otra denuncia de exmiembros del Opus Dei por todo el mundo que alegaban graves abusos f¨ªsicos, psicol¨®gicos y espirituales.

Concert¨¦ una cita con Valero para que me diera la versi¨®n del asunto del Opus Dei. Al principio, intent¨® darme largas sobre la base de que ser¨ªa ¡°poco ¨¦tico¡± informar a un periodista sobre conversaciones en curso con el Vaticano. Le record¨¦ que no hab¨ªa tenido inconveniente en hablar de negociaciones igualmente ¡°confidenciales¡± entre el Opus Dei y las mujeres de Argentina, facilit¨¢ndome incluso jugosos detalles sobre la cantidad de dinero que supuestamente hab¨ªan pedido estas. Se?al¨¦ la evidente contradicci¨®n, y lo que indicaba acerca de c¨®mo ve¨ªa la propia organizaci¨®n a sus miembros. Dio el brazo a torcer y accedi¨® a hablar.

Ofreci¨® una explicaci¨®n sencilla. No se trataba de los abusos de la organizaci¨®n, ni siquiera de las quejas que hab¨ªan hecho llegar al Vaticano, sino de un hombre concreto que hab¨ªa emprendido una vendetta contra el Opus Dei. Identific¨® a un cardenal italiano de nombre Gianfranco Ghirlanda, aduciendo que era ¨¦l qui¨¦n de alg¨²n modo convenci¨® al Papa de que fuera a por el Opus Dei.

¡ªLo que sab¨ªa desde bien pronto es que el tal Ghirlanda, quien se opon¨ªa de manera ac¨¦rrima a que el Opus Dei fuera una prelatura, era el abogado can¨®nico preferido del Papa ¡ªasegur¨®¡ª. Lo sab¨ªa, lo sab¨ªamos.

¡ª?C¨®mo lo sab¨ªa? ¡ªpregunt¨¦.

¡ªBueno, porque era¡­ de dominio p¨²blico.

¡ªAh, ?de verdad? ?Podr¨ªa se?alarme alg¨²n dato concreto?

¡ªNo lo s¨¦, es lo que ten¨ªa entendido ¡ªrepuso.

La conversaci¨®n continu¨® as¨ª durante un rato; Valero ofrec¨ªa toda suerte de teor¨ªas para explicar lo ocurrido. Pero cada vez que yo sondeaba una teor¨ªa, se ven¨ªa abajo. Me estaba proponiendo teor¨ªas conspirativas que, de hecho, no parec¨ªan tener el menor fundamento. Pero, ?por qu¨¦?

¡ªAs¨ª que Ghirlanda es poderoso, y convence al Papa¡­ ¡ªdijo bosquejando una cronolog¨ªa de los hechos.

Entonces decid¨ª llamarle la atenci¨®n.

¡ªA ver, a ver ¡ªle interrump¨ª¡ª. Perdone, pero esto es bastante importante. Debo tener mucho cuidado con lo que escriba. Tengo que cerciorarme de que haya pruebas. Tengo que basarme en hechos. Esa afirmaci¨®n que acaba de hacer: dice usted que Ghirlanda ?convence? al Papa. Eso no lo sabemos, ?verdad?

¡ªNo, no lo sabemos ¡ªreconoci¨®.

¡ªEntonces, no lo podemos decir.

¡ªNo ¡ªconvino Valero¡ª. No lo puede decir.

¡ªPero usted tampoco lo puede decir, si no lo sabe; a menos que lo sepa pero no pueda decirlo, ?no?

¡ªNo lo s¨¦, no tengo pruebas ¡ªadmiti¨®.

¡ªBien ¡ªrespond¨ª¡ª. Creo que es importante que, en tanto que portavoz, no diga usted esas cosas, porque es una alegaci¨®n muy grave.

¡ªEs grave si es algo malo, pero no es nada malo.

En mis veinte a?os como periodista, era quiz¨¢ la conversaci¨®n m¨¢s extraordinaria que ten¨ªa con un portavoz oficial. Estaba planteando teor¨ªas de la conspiraci¨®n sin prueba alguna y luego les restaba toda importancia, porque no estaba diciendo nada malo. Me record¨® algo que le¨ª en uno de los textos fundacionales del Opus Dei, Camino, escrito por su fundador. En el libro, Escriv¨¢ habla del concepto de la ?santa intransigencia?, la ¡°santa coacci¨®n¡± y la ?santa desverg¨¹enza?, lanzando el mensaje de que el fin justifica los medios. ?Tambi¨¦n ata?¨ªa semejante filosof¨ªa a mentir?

¡ªTengo que poder confiar en que lo que dice es absolutamente cierto y se basa en pruebas ¡ªexpliqu¨¦¡ª. As¨ª pues, creo que solo debemos decir cosas que sepamos, ?no?

La conversaci¨®n deriv¨® entonces hacia otras alegaciones que hab¨ªan surgido contra el Opus Dei: de abusos, captaci¨®n de ni?os y miembros drogados sin su consentimiento. Hab¨ªan aparecido docenas de testimonios en un sitio web en espa?ol llamado OpusLibros.org. Hab¨ªa historias horrendas, y no solo de asistentas numerarias. Tambi¨¦n de miembros numerarios. Se hab¨ªan publicado docenas de notas internas ¡ªenviadas a directores locales como Valero¡ª que demostraban c¨®mo quienes hab¨ªan ordenado los abusos eran los cabecillas del grupo en Roma, solo para que el Opus Dei demandara al sitio web por infracci¨®n de la propiedad intelectual y le obligara a retirarlas.

¡ªTengo curiosidad por OpusLibros ¡ªpregunt¨¦¡ª. ?Qu¨¦ opini¨®n le merece lo que lee all¨ª? ?No le hace sentir¡­?

¡ªNo leo gran cosa ¡ªdijo, lo que era una confesi¨®n extraordinaria. Se trataba de un representante de alto rango que reconoc¨ªa estar al tanto de alegaciones pero prefer¨ªa no leerlas¡ª. ?Y sabe por qu¨¦? Bueno, creo que sus experiencias son v¨¢lidas, porque son v¨¢lidas las experiencias de todo el mundo. Y me entristece mucho cuando leo algo de alguien que es desdichado o est¨¢ enfadado. Mi reacci¨®n es: ¡°Ay, me gustar¨ªa hablar con ellos, tomar una cerveza y escucharlos¡­ o incluso pedir disculpas¡±. Pero es tan incesante que solo puedo tomarlo en peque?as dosis. Porque si no, es como eso de los dementores¡­ ?sabe los dementores de Harry Potter?

Se considera que los dementores son las criaturas m¨¢s espeluznantes de los libros de J.K. Rowling. Se alimentan de felicidad humana y generan abrumadores sentimientos de desesperaci¨®n. Pero su poder ¡ªy no s¨¦ si Valero era plenamente consciente de ello cuando recurri¨® a la met¨¢fora¡ª no proviene de su capacidad para generar desesperaci¨®n, sino m¨¢s bien de una habilidad para obligar a los seres humanos a recordar traumas pasados que vivieron en realidad. Como explica el personaje del profesor Lupin: ¡°Los dementores te afectan m¨¢s que a los dem¨¢s porque en tu pasado hay horrores que los dem¨¢s no tienen¡±.

Valero no parec¨ªa consciente de la iron¨ªa, ?o s¨ª lo era? ?Cab¨ªa la posibilidad de que las revelaciones que le¨ªa online le resultaran tan inc¨®modas precisamente porque las reconoc¨ªa? ?Despertaban en su interior la perturbadora consciencia de que la organizaci¨®n a la que hab¨ªa consagrado su vida bien pod¨ªa ser culpable de abusar de sus miembros? ?Era una manera de no afrontar las acusaciones porque pod¨ªan suscitar preguntas sobre su propia situaci¨®n como miembro del Opus Dei y el papel que hab¨ªan desempe?ado en los abusos ?directores locales? como ¨¦l? ?Quer¨ªa evitar abordar el problema?

¡ªLos dementores vienen y hacen que se te caiga el alma a los pies ¡ªme explic¨® sin rodeos¡ª. Te deprimen hasta los tu¨¦tanos. Por eso tengo la sensaci¨®n de que si leo OpusLibros durante m¨¢s de media hora es como si viniera un dementor y se llevara todo el aire de la habitaci¨®n. No puedo respirar. Me da por pensar: ¡°Tengo que disculparme con como se llame que escribi¨® esto¡­¡±, y entonces leo otra cosa. Y para cuando leo el tercer o cuarto relato, pienso: ¡°Venga, ya vale por hoy, es hora de ponerme a ver Mary Poppins¡±.

El incidente de Mary Poppins bien se podr¨ªa haber descartado como la lucha interna de un hombre por reconciliar su condici¨®n de socio de una organizaci¨®n que hab¨ªa causado sufrimientos a tantos de sus colegas, de no ser por lo que ocurri¨® a continuaci¨®n. En febrero, mi editorial Simon & Schuster hizo p¨²blico un dosier sobre el libro destinado a los vendedores. El libro no estaba terminado todav¨ªa y a¨²n tardar¨ªa ocho meses en salir a la venta. Pero los comentarios publicitarios dejaban claro que el libro acusar¨ªa al Opus Dei de tr¨¢fico de seres humanos, abusos generalizados y graves anomal¨ªas institucionales, temas que yo hab¨ªa tratado por extenso con muchos de sus altos representantes.

La respuesta del Opus Dei fue reveladora. Cualquier instituci¨®n normal habr¨ªa reaccionado a alegaciones semejantes con el compromiso claro e inequ¨ªvoco de emprender una investigaci¨®n inmediata, de tomarse muy en serio las acusaciones, y de cooperar con las autoridades para llegar al fondo del asunto. En cambio, el Opus Dei decidi¨® cortar toda comunicaci¨®n conmigo. Unas semanas despu¨¦s, emiti¨® un comunicado en el que dec¨ªa que las alegaciones eran ¡°falsas por completo¡±. Ni siquiera se hab¨ªan molestado en preguntar qu¨¦ se alegaba espec¨ªficamente. Al igual que Valero, apelaban a la defensa de Mary Poppins y enterraban la cabeza en la arena.

Esta disonancia cognitiva de car¨¢cter colectivo est¨¢ muy arraigada en el Opus Dei. Desde la repetici¨®n del discurso acerca de que los miembros tienen libertad absoluta, hasta acusar a un ¨²nico cardenal italiano de ¡°conspiraci¨®n¡± para hacer caer la organizaci¨®n, pasando por el comentario de Valero sobre que no era capaz de leer m¨¢s testimonios de v¨ªctimas, y el desmentido general de la organizaci¨®n de graves acusaciones sin molestarse en solicitar detalles al respecto, todo va dirigido a la creaci¨®n de una realidad alternativa que permite al Opus Dei no afrontar sus propios demonios y los abusos cometidos entre sus filas.

Es f¨¢cil ver por qu¨¦. El Opus Dei se aprovecha de sus credenciales como ala oficial de la Iglesia Cat¨®lica para hacer caer entre sus garras a v¨ªctimas confiadas, incluidos ni?os. Pero, en el fondo, el Opus Dei es una organizaci¨®n profundamente poco cristiana. Sus objetivos principales son la riqueza, el poder y la organizaci¨®n misma. Los alcanza sometiendo a sus miembros a inmensos niveles de sufrimiento, y luego lav¨¢ndose las manos de cualquier responsabilidad. Reconocer sus propios defectos institucionalizados ser¨ªa reconocer tambi¨¦n la ausencia de valores cristianos. Pondr¨ªa en peligro la historia que les vende a quienes quiere captar, y que se vende a s¨ª misma.

En los meses previos a la publicaci¨®n de mi libro qued¨® patente hasta qu¨¦ punto estaba dispuesto a llegar el Opus Dei para no afrontar sus propios demonios. Durante los meses de verano, sus abogados nos bombardearon a mi editor y a m¨ª con una carta de amenaza tras otra. Al ver que eso no daba resultado, el Opus Dei emiti¨® un comunicado en el que me acusaba de diseminar ?mentiras descaradas?, sin especificar acerca de qu¨¦ eran esas ?mentiras?. Quer¨ªan intimidarnos a mi editor y a m¨ª por una parte, alentando por otra una realidad alternativa.

El elemento de las cintas de video de la campa?a fue quiz¨¢ el m¨¢s surrealista: el ejemplo m¨¢s flagrante de esta disonancia cognitiva. Se le encarg¨® a un numerario la tarea de desviar la atenci¨®n del p¨²blico de las graves alegaciones del libro, orquestando una campa?a de desinformaci¨®n y creando una narrativa falsa en torno al mismo: se presentaba el libro como un ataque contra Luis Valls-Taberner, en vez de una investigaci¨®n que desenmascaraba los abusos del Opus Dei. Lo hicieron por medio de una costosa campa?a multimedia y una serie de v¨ªdeos que me acusaban de inventar hechos y ser ?un periodista a sueldo?.

Valero tambi¨¦n alent¨® esta versi¨®n en una columna. ¡°No s¨¦ qui¨¦n ha financiado este libro¡±, escribi¨® al tiempo que promocionaba art¨ªculos que me acusaban falsamente de estar vinculado con el Ku Klux Klan. Otra evidente disonancia cognitiva: la ¨²nica explicaci¨®n posible de esta investigaci¨®n es que alguien tiene un inter¨¦s oculto. Cuando se public¨® el libro, ¡°instaron¡± a los miembros de la Obra a dejar rese?as negativas. Muchos revelaron la disonancia cognitiva end¨¦mica entre sus filas. ¡°El genuino esfuerzo por llevar una vida cristiana se basa en la fe, la esperanza y la caridad, no en la codicia y el poder¡±, asegur¨® uno de ellos, sin asomo de iron¨ªa.

Cr¨ªticos profesionales han adoptado un punto de vista distinto en la prensa. El Washington Post lo consider¨® ?una acusaci¨®n sobria y basada en hechos¡­, un testimonio sucinto e irrefutable de una organizaci¨®n cada vez m¨¢s extendida cuyos actos est¨¢n a menudo totalmente re?idos con los objetivos que asegura perseguir?. El Financial Times lo describi¨® como un libro ¡°narrado con intensidad y documentado de manera excelente¡±. El Irish Times dijo de ¨¦l que era ?un libro profundamente perturbador e importante que deber¨ªa interesar a cualquiera que crea en la santa trinidad de la democracia moderna: la franqueza, la transparencia y la responsabilidad?. A todas luces, lo consideran un esc¨¢ndalo relevante.

El Opus paralizado

El Opus Dei todav¨ªa no ha reconocido que sea necesario investigar ninguna de estas alegaciones. Semejante actitud es profundamente ofensiva para sus v¨ªctimas, as¨ª como un abandono absoluto de los deberes del Opus Dei para con los hombres, mujeres y ni?os que est¨¢n a su cuidado diario. Hurgando en las heridas, Fernando Oc¨¢riz, prelado del Opus Dei, concedi¨® recientemente una entrevista en la que manifest¨® una ¡°gran alegr¨ªa¡± despu¨¦s de haber llegado a acuerdos con antiguos miembros. La noticia sorprendi¨® a las m¨¢s de cien v¨ªctimas con las que habl¨¦, quienes todav¨ªa esperan que se reconozca de alguna manera los abusos que padecieron.

El Opus Dei tiene sus motivos para alentar esta disonancia cognitiva. A cierto nivel, ha de guardar las apariencias para evitar un ¨¦xodo masivo. Pero tambi¨¦n hay razones pr¨¢cticas: una investigaci¨®n sincera y abierta sobre los abusos seguramente propiciar¨ªa much¨ªsimas m¨¢s denuncias. Es lo que ocurri¨® en Argentina cuando se cre¨® una ¡°comisi¨®n de escucha¡±. En vez de zanjar las denuncias existentes, el proceso anim¨® a m¨¢s v¨ªctimas a dar la cara. Una investigaci¨®n a carta cabal podr¨ªa tener como resultado miles de millones en demandas de compensaci¨®n, y forzar el reconocimiento p¨²blico de las contradicciones inherentes en el seno de esta organizaci¨®n.

De momento, la pol¨ªtica sigue siendo la disonancia cognitiva. Se trata de una organizaci¨®n que no se rige por objetivos caritativos, sino por una implacable y maquiav¨¦lica sed de poder, y la disposici¨®n a llegar hasta donde sea necesario para protegerse, con el m¨¢s absoluto desprecio por la verdad o la ¨¦tica.

Traducci¨®n de Eduardo Iriarte.

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