Ser docente en tiempos de pandemia
Tres profesores y lectores de EL PA?S cuentan el papel que ha desempe?ado su gremio durante la crisis del coronavirus
EL PA?S publica una selecci¨®n de las historias personales enviadas por los lectores sobre la pandemia. Cientos han respondido con sus relatos y experiencias a la invitaci¨®n de la redacci¨®n.
Nuestro primer consejo escolar online iba de maravilla. Las madres apreciaban nuestro esfuerzo por formarnos de sopet¨®n, por superar la sobredosis inicial de tareas, por telefonear al alumnado descolgado, o llevarles libros, ejercicios y un par de ordenadores privados, por mandarles consejos sobre c¨®mo cualquier familia pod¨ªa ayudar a sus hijos en las tareas escolares. El padre agradec¨ªa la dedicaci¨®n con los chavales de necesidades especiales y ensalzaba las ventajas de Class Room sobre Moodle como plataforma para acabar con la diversidad de canales con que, a veces, aturd¨ªamos a las familias.
El director explicaba la utilidad de los aprendizajes imprescindibles de primaria y de infantil, reci¨¦n aprobados en claustro, y c¨®mo ser¨ªan la evaluaci¨®n final y la ordinaria, y dejaba para junio c¨®mo regular este a?o las reclamaciones. Con m¨¢s orden que en una sesi¨®n presencial, lament¨¢bamos que el Ayuntamiento a¨²n no hubiera ayudado a las 10 familias sin wifi, que en la Delegaci¨®n Provincial continuaran las contra¨®rdenes y nos siguieran poniendo pegas a entregar libros y materiales al alumnado, o el inter¨¦s de la Consejer¨ªa de Educaci¨®n por diferenciarse del ministerio del mismo ramo, y a veces contradecir las ¨®rdenes del mando ¨²nico del estado de alarma.
Entonces, una madre dijo: ¡°Es que las tareas son repetitivas y muy aburridas¡±. El director record¨® una cara en el claustro, extra?ada de que ¨¦l volviera con su mantra de ¡°aprender de la vida, aprender para la vida¡± de John Dewey, con lo que estaba cayendo. As¨ª que, siguiendo a Tonucci, dijo que justo ahora habr¨ªa que hacer de la necesidad virtud, y aprovechar el hogar como la mejor situaci¨®n de aprendizaje, pero que eso ya era para nota, y mejor ser¨ªa abordarlo en septiembre.
Le quedaba nada para dejar su cargo como director, tras 37 a?os de mandato, y ya hab¨ªa asumido que el profesorado hab¨ªa avanzado bastante en el aprendizaje por tareas integradas y proyectos: form¨¢ndose, motivando a la comunidad en celebraciones comunes, abriendo la escuela m¨¢s all¨¢ de la cancela, definiendo un curr¨ªculum claro y sencillo... No estuvo mal el colof¨®n del proyecto de febrero: 25 clases montando chirigotas sobre historia en nuestra trigesimooctava edici¨®n del carnaval de las coplas.
Con el coraje que le daba rendirse, se estaba rindiendo a que las modas estuvieran limitando las tareas integradas a unos centros de inter¨¦s con manualidades incluidas. O a que la ense?anza espect¨¢culo invadiera los d¨ªas de la Paz o de la Mujer con v¨ªdeos con nombre en ingl¨¦s, como si un festival de Eurovisi¨®n escolar se tratase. Y a que los proyectos acabaran teniendo un ¨²nico formato: semanas culturales peri¨®dicas. Se estaba haciendo mayor.
Practicaba la may¨¦utica de S¨®crates, hacer pensar preguntando, no respondiendo, desde que alguien se la record¨® hac¨ªa 34 a?os en un aula de la naturaleza. Era muuuy cansino si estaba convencido, y repet¨ªa que la meta del aprendizaje basado en proyectos no era un ¡°producto¡±, palabrita mercantilista, sino un ¡°resultado socialmente ¨²til¡± que pod¨ªa ser tan poco tangible como asentar un h¨¢bito o descubrir una estrategia. Que lo crucial era plantarse en situaciones reales motivadoras, ¡°tocar pelo¡± en su jerga, adoptar el papel de personas ajenas para resolver problemas cotidianos, aprender haciendo, empujar al alumnado a buscarse la vida. Dejar de ser profesor de te¨®rica en una autoescuela y ense?ar el examen pr¨¢ctico de conducir por el mundo real. Moco de pavo.
Un amigo le mand¨® el v¨ªdeo Quererse de lejos. Le lleg¨® al alma, porque a¨²n no sab¨ªa cu¨¢ndo conocer¨ªa a su nueva nieta, que deb¨ªa nacer en Amberes a mitad de junio. Aparc¨® la rutina con su tutor¨ªa de quinto, y decidi¨® dise?ar tareas que respondieran a los distintos momentos que estuvieran viviendo ¨¦l, su alumnado y sus familias. Les mand¨® una tarea integrada de cinco ¨¢reas, basada en ese v¨ªdeo. La escribi¨® en letra de tama?o 36 para que se pudiera leer bien desde un m¨®vil, y pidi¨® las respuestas con fotos del cuaderno y audios de menos de medio minuto. ?Tanta brecha digital de las narices! Se trataba de descubrir las palabras y las im¨¢genes que mostraban el amor a distancia, el orgullo entre padres e hijos, el homenaje al personal sanitario. De pillarle la medida y la rima a los octos¨ªlabos. De que no hay educaci¨®n emocional m¨¢s ancestral que la poes¨ªa hablada. De inventar un poema usando la aliteraci¨®n, comenzando por ¡°la primera vez que vi tu cara¡±, la canci¨®n con que bailaba pegado, ya pureta. Como har¨ªa con las siguientes tareas, la rebot¨® a sus colegas de ciclo y a amigos de otros centros. Y pidi¨® a la maestra de Pedagog¨ªa Terap¨¦utica que ayudara por tel¨¦fono a sus alumnos Epi y Blas.
Cuando dejaron salir a las criaturitas, y al poco casi todo el mundo pudo pasear y hacer deporte, al amanecer iba en bici o andando por las marismas chiclaneras. Porque una tarde que subi¨® a las lagunas le record¨® los tiempos en que casi nadie ten¨ªa coche y los atardeceres poblaban las cunetas de novios, de pandillas y de cristinas, como las llamaba su hijo chico. As¨ª que rehizo una vieja tarea que ten¨ªa sobre c¨®mo describir paisajes usando todos los sentidos, la memoria y la emoci¨®n. Y c¨®mo usar la animaci¨®n y la personificaci¨®n para convertir en m¨¢gico el paisaje m¨¢s anodino. Las respuestas a esa tarea no fueron tan simp¨¢ticas, porque su chavaler¨ªa cogi¨® la imagen del paisaje que iba de ejemplo en la tarea. Encerrados una temporada no iban ahora a salir con el cuaderno de campo. Kilpatrick le dedic¨® una sonrisa burlona.
El primer amanecer de la fase 1, se plant¨® en Benamahoma, cuando una nube de n¨¢car se arrastraba entre los riscos del Torre¨®n. Lo pararon los civiles y le desearon buen viaje. En los d¨ªas siguientes observ¨® c¨®mo los desalmados se vanagloriaban de su imprudencia, acobardando y encerrando a amigas y colegas. Ley¨® que igual no habr¨ªa vacuna, como para el sida. Y concluy¨® que no quedaba otra que aprender a convivir con el virus, a sobrevivir manteniendo lejos su guada?a, y a vivir con prudencia pero a fondo todo lo que dese¨¢bamos hacer y nos fuera permitido. Dise?¨® la tarea ¡°convivir, sobrevivir y vivir¡± para que se hiciera en familia. Hab¨ªa que descubrir otras palabras derivadas de vivir, y sin¨®nimos de contagiar, comparar las letras en ingl¨¦s y en castellano de Streets of Philadelphia, grabarse cant¨¢ndola en karaoke y aventurarse a narrar el tr¨¢iler de la pel¨ªcula. Analizar los consejos para evitar el contagio, incluso conviviendo con alguien infectado. Desentra?ar qu¨¦ permite la fase 1. Describir c¨®mo hacer de modo seguro cinco actividades deseadas y permitidas. Grabarse bailando el vallenato En la tierra del olvido. Idear medidas para hacer segura la vuelta al cole. Y entender Defender la alegr¨ªa de Serrat y Benedetti. Mand¨® la tarea como todos los lunes a primera hora, y se puso a escribir estas p¨¢ginas como si ¨¦l ya fuera otro.
¡°Siempre guardar¨¦ mi agenda escolar de este a?o para recordar de lo que somos capaces¡±
Dolores Rodr¨ªgez Cemill¨¢n / Alcorc¨®n (Madrid)
Soy profesora, s¨ª, y no he parado de estar en contacto con mis alumnos con mis propios medios y mejorando mi competencia digital de forma autodid¨¢cta. Salvando el curso escolar a cambio de una simple carta de agadecimiento del consejero de Educaci¨®n. Horas sentada delante de mi ordenador, pasando este largo encierro trabajando a distancia, descalza y sin arreglarme. Disimulaba mi ansiedad, mi cansancio y mis ganas de llorar de alegr¨ªa al o¨ªr o ver a mis alumnos en las videoconferencias, en las que puse como fondo virtual un foto antigua de mi aula para sentir que estabamos a¨²n juntos, all¨ª ,en nuestra vieja realidad.
Me siento agradecida porque est¨¢bamos todos sanos y por comprobar que no hab¨ªa perdido mi capacidad de motivarles, incluso a trav¨¦s de una fr¨ªa pantalla. Esta v¨ªa de comunicaci¨®n limita el lenguaje no verbal, antes tan efectivo en clases presenciales. Mientras correg¨ªa las tareas, ignoraba el exterior primaveral o las noticias confusas sobre lo protocolos de vuelta al aula. Para recordar siempre esta pandemia, guardar¨¦ mi agenda escolar en mi cartera de profesora, hasta que me jubile. S¨ª, para nunca olvidar de lo que todos fuimos capaces de hacer.
Convertida en profesora youtuber
Christine Anna Sanz Ahrens / Villaviciosa de Od¨®n (Madrid)
?Madre m¨ªa, tengo 55 a?os? ?Mis conocimientos tecnol¨®gicos se reducen a un libro digital que uso desde hace dos cursos y ahora tengo que dar clases online desde mi casa a marchas forzadas! Los primeros d¨ªas del confinamiento estaba muy nerviosa, no consegu¨ªa conciliar el sue?o y daba vueltas a la cabeza para ver c¨®mo iba a ser capaz de sacar adelante a unas personitas que, con pocos recursos, iban a depender de las decisiones que yo tomara al respecto. La mayor¨ªa de los padres estaban teletrabajando en unos casos, en algunos casos eran cinco en casa para compartir dos ordenadores y otros ni siquiera ten¨ªan ordenadores.
Hice r¨¢pidamente dos cursos online de Teams (programa de videoconferencias y chats). Empec¨¦ a trastear en ¨¦l, ped¨ª ayuda a mis hijos con ciertos t¨¦rminos que desconoc¨ªa, vi tutoriales en YouTube... Puedo decir que actualmente estoy bastante satisfecha con el resultado porque he podido continuar con el temario que dej¨¦ un poco apartado, sin saber qu¨¦ iba a ocurrir ni c¨®mo iba a hacerlo, y a pesar de que hay d¨ªas en que estaba muy angustiada porque no daba a basto con tanto chat y mail. Tambi¨¦n me agobio porque, al igual que la mayor¨ªa de mis compa?eros, estoy trabajando muchas horas de m¨¢s.
Veo que antes de que empiecen las clases online ya est¨¢n mis alumnos de primero de ESO escribiendo en el chat y preguntando cu¨¢ndo me conecto con ellos. Creo que he conseguido que tanto mis alumnos como yo, dentro de esta situaci¨®n tan horrible y an¨®mala que nos ha tocado vivir, tengamos cierta normalidad en nuestras vidas, algo parecido a lo que ten¨ªamos antes de la covid-19.
¡°La relaci¨®n actividad-tiempo se nos ha desvanecido durante la pandemia¡±
Jorge Coronel / Medell¨ªn (Colombia)
El confinamiento nos ha puesto en el espejo de los trabajos de casa sin abandonar nuestras labores, pero teniendo ahora que acompa?ar m¨¢s de cerca a los hijos en el colegio. Pasamos de padres de familia a profesores. Muchos padres de familia nos hemos quejado en esta cuarentena por el conjunto de actividades con que hemos tenido que lidiar. Hasta los famosos se han quejado en este encierro, especialmente, por el volumen de tareas que los profesores les han mandado a sus hijos. No es para menos, todos tenemos el af¨¢n de cumplir, sin percatarnos de la cruda realidad en la que estamos. Vivimos nuestro propio desespero.
En estos tiempos no sabemos qu¨¦ hacer. Ante tantas actividades juntas, en ocasiones, tenemos que tomar aire para no desesperarnos. Parece que el aislamiento no es s¨®lo f¨ªsico, sino tambi¨¦n mental. Se nos escapa, como mariposa en una mano, la idea de que estamos en casa en medio de un conjunto de actividades amalgamadas, donde ya no sabemos si estamos trabajando, estudiando, cocinando, cuidando de alguien o si es todo junto y al mismo tiempo. La relaci¨®n actividad-tiempo se nos ha desvanecido. Tiempo-trabajo, tiempo-casa y tiempo-colegio, han entrado en un agujero negro del que no sabemos cu¨¢ndo saldremos.
Las actividades en casa se han fundido entre s¨ª, es dif¨ªcil separarlas con claridad. Para quienes han tenido que realizar trabajo en casa, supuestamente diferente a teletrabajo, tal vez hayan experimentado serios problemas. No tanto porque no les guste trabajar desde casa, puede ser que en el fondo no les disguste. Lo que incomoda no es el trabajo per se, sino tener que atender el trabajo junto al hogar y el colegio, todo al mismo tiempo.
Para quienes ya teletrabajaban puede que no haya sido tan traum¨¢tico. De alguna manera estaban m¨¢s habituados al ambiente del hogar, a estar en casa con familiares, a tener que conciliar momentos de trabajo que se pudieran cruzar con la cotidianidad familiar, lo cual puede ser un viento a favor dentro de esta tormenta que atraviesan. Pero para quienes la experiencia ha sido nuevahLa relaci¨®n actividad-tiempo, se nos ha desvanecido calvario.
Despertar y conectar al hijo o hija al colegio para luego empezar largas jornadas de reuniones laborales, mientras la conexi¨®n con el centro escolar falla, el micr¨®fono no funciona o la c¨¢mara deja de operar, es suficiente para entrar en m¨¢ximo nivel de estr¨¦s. Luego tener que pensar en las actividades del hogar, como preparar las comidas y organizar lo b¨¢sico para evitar el caos, ya son las gotas que rebosan la copa. As¨ª se nos han pasado estos d¨ªas, as¨ª hemos vivido esta cuarentena, donde los roles de padres, madres, esposos, esposas, profesores y jefes de hogar se han fusionado hasta tal punto que es dif¨ªcil diferenciar cuando estamos reprendiendo, cocinando o trabajando; pero lo peor de todo, es que tal vez somos todo en un mismo instante.
Esta pandemia nos puso frente al espejos de los roles, donde todav¨ªa no conjugamos bien cada uno de ellos. Vaya reto. Confiemos en que no confundiremos las tareas del colegio con las labores de cocina, y estas con nuestro trabajo, pues de lo contrario terminaremos trabajando en el colegio, cocinando nuestros despidos y estudiando en la cocina.
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