EMI se une a la demanda multimillonaria contra Bertelsmann por haber invertido en Napster
La brit¨¢nica reclama junto con Viviendi Universal y otras discogr¨¢ficas 15.000 millones de euros al grupo alem¨¢n
La demanda que acusa a Bertelsmann de fomentar la pirater¨ªa musical crece. Lo que naci¨® como la lucha de un David (varias peque?as compa?¨ªas editoras encabezadas por los pioneros del rhythm & blues Jerry Leiber y Mike Stoller) contra un Goliat es ya una guerra entre los gigantes del sector. La propietaria de BMG sufre, en principio, las p¨¦rdidas por el intercambio de m¨²sica digital como cualquier otra empresa del sector. Pero los cargos contra la multinacional alemana son claros: sus colegas le acusan de perpetuar Napster al invertir m¨¢s de 100 millones en el servicio. Dos a?os m¨¢s tarde, en 2002, termin¨® comprando el sistema, aunque para entonces ya hab¨ªa sido clausurado por un juez estadounidense.
"Al invertir en Naspter varios millones de d¨®lares y recursos para la gesti¨®n, Bertelsmann permiti¨® e impuls¨® el robo indiscriminado de m¨²sica protegida por el copyright", se?ala EMI en un comunicado. La tercera discogr¨¢fica del mundo, que edita los trabajos de Norah Jones, Coldplay o Radiohead, es una de las m¨¢s agresivas en la lucha contra la pirater¨ªa. . "Con esta demanda, en EMI luchamos para proteger nuestro derecho a controlar y obtener los ingresos del copyright y para defender los derechos de nuestros artistas de participar y disfrutar de esos beneficios y de recibir la compensaci¨®n a sus esfuerzos creativos", dicen.
Quinto sello mundial
La industria musical achaca a la popularizaci¨®n de servicios como el ahora extinto Napster y otros similares de gran parte de la ca¨ªda en las ventas. La paradoja es que Bertelsmann, que adquiri¨® Napster hace poco m¨¢s de un a?o, es la propietaria de BMG, la quinta mayor discogr¨¢fica del mundo. En su mejor momento, este sistema sirvi¨® para el intercambio de m¨²sica entre 60 millones de usuarios, hasta que en 2001 un juez federal estadounidense sentenci¨® que era contrario a las leyes sobre propiedad intelectual y lo clausur¨®.
El grupo alem¨¢n invirti¨® en el a?o 2000 en Napster con la intenci¨®n, dijo, de crear un servicio que funcionara de forma legal mediante un sistema de suscripci¨®n. Dos a?os m¨¢s tarde, cuando ya no funcionaba, Bertelsmann lo compr¨® por 105 millones de euros.
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