Esto no es un juego
Matar a Kennedy. ?sa es la trama de un videojuego que ha desatado la pol¨¦mica.
Est¨¢s en la ventana del sexto piso. La caravana presidencial cruza la plaza Dealey de Dallas ante la mirilla de tu rifle. Tienes tres tiros para matar a Kennedy. Es 22 de noviembre de 1963 y eres Lee Harvey Oswald. El videojuego JFK reloaded sali¨® a la venta en Internet hace 11 d¨ªas, coincidiendo con el 41? aniversario del magnicidio. Ha aparecido en medios de todo el mundo y no para de comentarse en los foros. Portavoces de la familia Kennedy lo tachan de "despreciable". En los primeros cuatro d¨ªas su web recibi¨® medio mill¨®n de visitas.
"Sab¨ªamos que iba a ser controvertido, pero no esper¨¢bamos tanto revuelo", explica su creador, Kirk Ewing, desde los estudios Traffic, en Stirling, Escocia. "Hay muchos juegos comerciales que recrean la Segunda Guerra Mundial y consisten en matar cuantos m¨¢s alemanes mejor. El Pent¨¢gono recluta a los chavales con America's army, donde juegas a ser un marine. Eso s¨ª que no me parece apropiado. En la p¨¢gina de JFK se dice que el juego tiene una tem¨¢tica adulta", a?ade el dise?ador de 36 a?os.
"Yo soy parte de una generaci¨®n que creci¨® con esta tecnolog¨ªa; lo ¨²nico que hemos hecho ha sido aplicarla con respeto a un tema serio; los videojuegos ya no son s¨®lo para ni?os". Seg¨²n Ewing, que antes de dedicarse a esto hac¨ªa documentales, JFK no se ha comprendido. "La intenci¨®n era demostrar la teor¨ªa oficial de la Comisi¨®n Warren. El juego permite corroborar en primera persona que resulta endiabladamente dif¨ªcil, pero posible, que s¨®lo hubiese un francotirador". M¨¢s all¨¢ de sus intenciones, JFK reloaded demuestra que por muchas pel¨ªculas y libros que haya sobre un tema, llevarlo al ocio digital levanta ampollas.
La etiqueta docujuegos es un caj¨®n de sastre. Los hay que buscan el morbo de la actualidad, mientras que otros pretenden despertar conciencias, o simplemente investigar un nuevo lenguaje. O todo a la vez. Los hay conservadores y subversivos, cl¨¢sicos y experimentales, de pago y gratuitos. Kuma/War vende online versiones jugables de las ¨²ltimas campa?as americanas en Irak. Under Ash, programado por un estudio sirio, se basa en la lucha de un joven palestino en la Intifada. Vagamundo traduce entrevistas con inmigrantes ilegales en Nueva York en un juego sobre su ¨¦pica cotidiana. ?Un denominador com¨²n? Resulta dif¨ªcil que no ofendan, o confundan, a alguien.
En verano de 2003 tres estudiantes de arte de la Universidad de California dise?aron 9-11 survivor. Seg¨²n su web pretend¨ªan "crear un di¨¢logo sobre los videojuegos y sus implicaciones culturales y experimentar con ideas que llevar¨¢n el medio hasta la siguiente generaci¨®n". El juego es una mod —una pr¨¢ctica que consiste en transformar la piel de un t¨ªtulo preexistente, en este caso, Unreal—. El usuario, atrapado en las Torres Gemelas, intenta escapar, o, desesperado, se lanza al vac¨ªo. 9-11 era un ejercicio no comercial que, tras una breve y muy controvertida estancia online en EE UU, tuvo que realojarse en un servidor europeo.
Con un esp¨ªritu distinto (m¨¢s pecuniario, menos reflexivo), los alemanes Replay Studios anunciaron hace unos meses que entre sus simuladores comerciales de "desastres" (el Titanic, el hurrac¨¢n Andrew, Hiroshima) estar¨ªa el 11-S. En Internet se dispar¨® de nuevo la pol¨¦mica. Muchos foreros tachaban el juego (que no ha encontrado financiaci¨®n) de "pornogr¨¢fico" y de "rentabilizar la desgracia ajena".
Nada m¨¢s lejos de la idea de Julian Oliver cuando cre¨® Escape from Woomera. El objetivo de su equipo era "mostrar en primera persona la crisis actual de los derechos humanos en Australia". Woomera era un centro de detenci¨®n para inmigrantes denunciado por Amnist¨ªa Internacional y ACNUR. En 2002 las huelgas de hambre, fugas y manifestaciones de activistas se hicieron constantes. "Los centros son como prisiones dobles: dise?ados tanto para mantener fuera a los australianos como dentro a los inmigrantes", explica este neozeland¨¦s de 30 a?os, dise?ador de software libre.
Como los medios convencionales ten¨ªan problemas para acceder al centro, el equipo consigui¨® de los propios detenidos planos, horarios de los guardias e historias personales. Con esta informaci¨®n crearon un "juego de inmersi¨®n que describe la frustraci¨®n de un detenido cuyo objetivo es planear y ejecutar una fuga". Las cr¨ªticas no tardaron. Algunos defensores de los refugiados opinaban que se banalizaba el tema, sectores conservadores argumentaron que animaba a quebrantar la ley. Y dado que el juego cont¨®, ir¨®nicamente, con una subvenci¨®n estatal, el ministro de Inmigraci¨®n critic¨® airado la decisi¨®n de sus colegas. Para Oliver fue todo un ¨¦xito: "Tuvo eco en The New York Times, BBC o Liberation. Demostr¨® que para dar a conocer una crisis del mundo real este medio puede llegar tan lejos como cualquier documental".
Quiz¨¢ parte del rechazo hacia estos juegos sea, como explica Oliver refiri¨¦ndose a JFK, "el viejo miedo a que la experimentaci¨®n sea una v¨ªa de conocimiento". Que se lo digan a Escohotado. "Pero con tantos millones de jugadores", contin¨²a el dise?ador, "es inevitable que emerjan pr¨¢cticas divergentes como los juegos pol¨ªticos o art¨ªsticos".
"Se asume que los juegos tienen que ser divertidos; cuando colocamos en ellos las tragedias de personas reales parece que las trivialicemos", explica Gonzalo Frasca, uruguayo de 32 a?os. Como acad¨¦mico publica ensayos sobre juegos que van m¨¢s all¨¢ del entretenimiento. Como programador, dise?a cosas como September 12th, una reflexi¨®n sobre el "da?o colateral" en la guerra en Afganist¨¢n: cuando matas civiles tratando de matar terroristas, sus familiares se convierten en nuevos kamikazes. Dice que no hace juegos "para convencer a nadie de nada, sino para comprender el mundo". Frasca es un pionero en los juegos electorales, que en estas elecciones han sido emulados por dem¨®cratas y republicanos. "Cuando escrib¨ª mi primera tesis me dijeron que estaba loco si cre¨ªa que los videojuegos pol¨ªticos iban a cambiar el mundo", explica Frasca; "en los cincuenta pas¨® lo mismo, nadie consideraba la televisi¨®n un medio serio para tratar la pol¨ªtica, y mira ahora".
S¨®lo hay una cosa en que todos, dise?adores y foreros, activistas y detractores, parecen estar de acuerdo sobre esta tendencia: los docujuegos ser¨¢n cada vez m¨¢s populares. Frasca lo explica as¨ª: "Estamos abriendo la caja de Pandora, pero esto es imparable. Matar marcianos tiene un inter¨¦s limitado".
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