Los piratas quieren reino propio
“Reino Unido no querr¨¢ problemas con nosotros, nos apoyan ‘hackers’ de todo el mundo”, comenta un portavoz de 'The Pirate Bay', organizaci¨®n que facilita las descargas de m¨²sica y pel¨ªculas en Internet y que est¨¢ intentando comprar la isla de Sealand
Adi¨®s al ideal rom¨¢ntico de los piratas, a los veleros cargados de marineros malencarados, loros, patas de palo y ca?ones. Si dejamos a Jack Sparrow al margen -protagonista de la saga cinematogr¨¢fica Piratas del Caribe-, el t¨¦rmino se relaciona hoy en d¨ªa m¨¢s con Internet y las descargas ilegales que con los mares del sur y las islas en que los bucaneros escond¨ªan sus tesoros. Aunque algo queda de esto ¨²ltimo. 'The Pirate Bay', una p¨¢gina que ayuda a localizar y descargar m¨²sica y pel¨ªculas, harta del acoso de las autoridades, est¨¢ intentado comprar Sealand, una isla artificial situada frente a la costa de Reino Unido de oscuro estatus legal. No tiene palmeras ni playas de arena blanca, pero tampoco una legislaci¨®n clara que impida a los pirtatas seguir con sus actividades.
The Pirate Bay ofrece informaci¨®n sobre las direcciones de Internet en las que se pueden localizar pel¨ªculas, canciones y programas, para descargarlos luego a trav¨¦s de Bit Torrent, una de las redes de intercambio de archivos (P2P) m¨¢s populares. Esta actividad ha supuesto no pocos problemas para los administradores del sitio de Internet, que han sufrido varias redadas de la polic¨ªa en sus instalaciones en Suecia.
La idea de mudarse a otro lugar donde la presi¨®n de las autoridades sea menor se viene manejando desde que en junio del a?o pasado las fuerzas del orden irrumpieran en las oficinas de los piratas y el servicio que prestan a trav¨¦s de su web se viera interrumpido durante varios d¨ªas. Varias investigaciones de medios locales se?alan que la operaci¨®n policial se debi¨® a presiones de Hollywood recibidas por el gobierno sueco a trav¨¦s de la embajada estadounidense, extremo que no ha sido confirmado oficialmente.
El caso es que la 'bah¨ªa de los piratas' ha buscado refugio en sitios como Holanda, Rusia y pa¨ªses asi¨¢ticos, pero su opci¨®n m¨¢s llamativa es el intento de compra de Sealand, una antigua plataforma artificial construida por los brit¨¢nicos como puesto defensivo durante la Segunda Guerra Mundial. Su principal atractivo es que la condici¨®n jur¨ªdica del islote no est¨¢ muy clara, pues tras ser abandonada por el ej¨¦rcito de su majestad fue ocupada por un ex militar llamado Roy Bates, que se estableci¨® all¨ª junto a su familia, proclam¨® Sealand de su propiedad, y afirma que ¨¦sta es un reino.
El ej¨¦rcito brit¨¢nico intent¨® expulsarle, pero Bates defendi¨® su peque?o estado a punta de pistola y logr¨® mantener su posici¨®n. Posteriormente, en 1968, la justicia brit¨¢nica determin¨® que la isla se ubica fuera de aguas jurisdiccionales de este pa¨ªs, dando si argumentos al ‘pr¨ªncipe Bates, que sostiene que Sealand es un mini estado con soberan¨ªa propia, a la que ha dotado de Constituci¨®n, bandera, himno, moneda, sellos, pasaportes e incluso una selecci¨®n nacional de f¨²tbol.
“La gente quiere saber si podr¨¢ crear su propio pa¨ªs”
Han pasado casi cuarenta a?os desde entonces, y problemas de salud han obligado a Roy Bates a abdic¨® a favor del actual dirigente de Sealand, el pr¨ªncipe Michael, que a finales de 2006 hizo p¨²blico su inter¨¦s de vender la isla. Para ello ha confiado en Inmonaranja, una compa?¨ªa con sede en Motril (Granada) especializada en la venta de islas. Por las manos de Gabriel Medina, propietario de esta particular inmobiliaria, deben pasar en principio todas las ofertas por Sealand.
“Vendemos islas, y la gente interesada siempre acaba preguntando si podr¨¢ crear en ellas su propio pa¨ªs. As¨ª que nos pusimos a buscar, y Sealand es lo que m¨¢s se parece a lo que piden, aunque no est¨¢ reconocido como tal”, explica Medina. Inmonaranja se puso en contacto con los propietarios del islote y negoci¨® con ellos durante un par de meses, hasta que finalmente llegaron a un acuerdo. La isla saldr¨ªa a la venta por unos 750 millones de euros y bajo la condici¨®n de que la operaci¨®n no suponga una amenaza contra los intereses de Reino Unido.
“Hasta ahora hay una propuesta seria y en firme”, se?ala Medina, y muchos correos que se interesan por Sealand, pero en la compa?¨ªa granadina no se tiene noticia de los piratas suecos. “Con nosotros no se han puesto en contacto, puede que se trate de una operaci¨®n publicitaria, tambi¨¦n he le¨ªdo que hay una empresa de apuestas que quiere comprar pero que no nos ha llamado”.
“Seguramente tendremos las leyes brit¨¢nicas, pero no las de 'copyright'”
The Pirate Bay ha recogido ya a trav¨¦s de su web donaciones por un valor de 17.000 d¨®lares. Una cifra que se sit¨²a a a?os luz del precio fijado oficialmente, aunque el pr¨ªncipe Michael no parece tenerlas todas consigo sobre el montante de la operaci¨®n. "Se han mencionado cifras astron¨®micas, pero veremos que es finalmente lo que se nos ofrece", ha declarado a la BBC.
Tobias Andersson, que responde por correo electr¨®nico en nombre de los piratas explica que no se han puesto en contacto con Inmonaranja, sino que se han puesto en contacto directamente con los propietarios de la isla. ?Hay alguna posibilidad de que lleguen a comprar realmente? “Les hemos enviado una propuesta y nos han contestado, pero a¨²n es demasiado pronto para confirmar nada”.
Andersson conf¨ªa en que el acuerdo se cierre m¨¢s por coincidencia en motivaciones pol¨ªticas que por un acercamiento en el precio. “Ni nosotros ni ellos esperamos que el precio sea de mil millones de d¨®lares, pero estamos seguros de que nuestra oferta es la mejor”. Y es que en los or¨ªgenes de Sealand tambi¨¦n est¨¢ el t¨¦rmino pirata, en su caso, referido a una emisora de radio no autorizada que emit¨ªa desde la plataforma artificial y por la que Roy Bates fue condenado por la justicia brit¨¢nica en 1966. “Teniendo en cuenta los antecedentes de la radio pirata creemos que nuestra oferta les gustar¨¢”, sostiene el portavoz de The Pirate Bay.
Los piratas ya tienen planes para su bah¨ªa segura si logran cerrar la operaci¨®n, seg¨²n Andersson. “No est¨¢ claro si Sealand es un territorio independiente, pero nosotros somos piratas y no vamos a esperar una decisi¨®n del gobierno brit¨¢nico. Si quieren denunciarnos, perfecto, aunque estoy seguro de que no quieren una pelea con nosotros, pues contamos con el apoyo de miles de hackers en todo el mundo”. El nuevo reino pirata seguir¨ªa, como actualmente sucede en Sealand, las leyes comunes brit¨¢nicas, seg¨²n este portavoz, “excepto en todo lo referente al copyright, que ignoraremos por completo”.
Ingresos millonarios y objetivos alternativos
Parece dif¨ªcil en todo caso que un precio fijado en cientos de millones de euros baje a las decenas de miles que The Pirate Bay ha recolectado a trav¨¦s de donaciones. Pero ¨¦stas y la posible simpat¨ªa de la familia real de Sealand no son sus ¨²nicas armas en la negociaci¨®n. Esta p¨¢gina es una de las m¨¢s visitadas de Internet (est¨¢ situada en el puesto 336 del escalaf¨®n que realiza el servicio de medici¨®n Alexa), pues muchos usuarios de la red de intercambios de archivos Bit Torrent acuden a ella para usar su buscador, con el que localizan las pel¨ªculas y discos que quieren descargar.
El tr¨¢fico de visitas permite as¨ª a The Pirate Bay obtener unos ingresos publicitarios significativos. Millonarios, si se atiende a la informaci¨®n publicada algunos medios suecos, como Svenka Dagbladet, que se?alaba a mediados de 2006 que los anuncios que aparecen en esta web pueden reportar a sus administradores decenas de miles de euros al mes, muy por encima de los costes de operaci¨®n.
El anuncio de que los piratas pretenden comprar Sealand podr¨ªa ser s¨®lo un intento de promocionarse e incrementar m¨¢s esos ingresos, como sugiere Gabriel Medina, o la expresi¨®n de una voluntad real. Otros objetivos est¨¢n en reserva por si la operaci¨®n se ve frustrada, pues los usuarios del sitio debaten en la p¨¢gina sobre otros emplazamientos para la bah¨ªa segura, muchos de ellos en Asia, adem¨¢s de especular sobre un sistema pol¨ªtico o el nombre que habr¨ªa que darle al nuevo pa¨ªs.
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