Confesiones de un resistente
El cr¨ªtico de arte explica los motivos que le llevan a mantenerse alejado de Internet
?Por qu¨¦ hasta el momento no me he dado de alta en la Red y, por tanto, no disfruto de sus maravillosas prestaciones y servicios asociados, que cada d¨ªa se multiplican m¨¢s que las setas? Desde luego, no por ning¨²n prejuicio ideol¨®gico, sino por algo tan simple y sensato como que hasta ahora mismo, en efecto, no le he encontrado una utilidad personal, ni profesional. Esta declaraci¨®n individual en mi caso la considero importante para que no se malinterprete extrapol¨¢ndola al g¨¦nero humano, ni a su historia actual. Desde la noche de los tiempos, la vida del hombre ha estado entretejida con inventos t¨¦cnicos que potenciaban su capacidad de supervivencia y facilitaban su labor, sobre todo, desde un punto de vista pr¨¢ctico; es decir, como herramientas ¨²tiles. En este sentido, la acreditaci¨®n de cada nuevo invento t¨¦cnico se ha impuesto por la indeclinable bondad y/o la ventaja comparativas que produc¨ªan su uso, aunque no pocas veces su inicial imposici¨®n resultase individual y comunitariamente traum¨¢tica, en el sentido de que provocaba mutaciones radicales en la organizaci¨®n econ¨®mico-social de una comunidad.
Jam¨¢s he equivocado la contemplaci¨®n directa de una obra de arte con una foto, porque, por incre¨ªblemente buena que llegase a ser esta, no dejaba de ser un simulacro
Entonces, ?por qu¨¦ una persona como yo, un espa?ol nacido al filo del comienzo de la segunda mitad del siglo XX y dedicado profesionalmente a la historia del arte, muestra esa puntual e individual reluctancia ante las nuevas tecnolog¨ªas inform¨¢ticas de nuestra era digital? He dejado entrever mi edad y dedicaci¨®n, en primer lugar, para que se comprenda que con los a?os la conciencia del paso del tiempo te impulsa a aquilatarlo como si fuera oro, pero tambi¨¦n a su valoraci¨®n cualitativa mediante una rigurosa tabla de compensaciones. Desde esta perspectiva, ni la informaci¨®n por la informaci¨®n ni la comunicaci¨®n por la comunicaci¨®n me interesan o me compensan por s¨ª mismas. S¨¦ que la acumulaci¨®n de datos en bruto y la multiplicaci¨®n indiscriminada de comunicaciones ni me llevan a la sabidur¨ªa, ni me hacen m¨¢s feliz, que es lo que a estas alturas de la vida me compensa.
S¨¦ que la acumulaci¨®n de datos en bruto y la multiplicaci¨®n indiscriminada de comunicaciones ni me llevan a la sabidur¨ªa, ni me hacen m¨¢s feliz, que es lo que a estas alturas de la vida me compensa
Desde un punto de vista profesional, claro que he sido consciente de la utilidad de la reproducci¨®n mec¨¢nica de im¨¢genes y la he usado a fondo, si bien jam¨¢s he equivocado la contemplaci¨®n directa de una obra de arte con una foto, porque, por incre¨ªblemente buena que llegase a ser esta, no dejaba de ser un simulacro. Tampoco he dejado de usar fotos personales, con toda su maravillosa carga evocativa emocional, pero nunca he confundido el original con sus reproducciones. Con estas importantes salvedades, tampoco se me ha escapado la utilidad de que, con un simple aparato de bolsillo, puedas disponer instant¨¢neamente de un fondo aparentemente sin fondo de im¨¢genes art¨ªsticas y de millones de datos referenciales, aunque no siempre precisamente las que necesitas, buscas y deseas, quiz¨¢s porque su rareza las convierte en inasequibles e impracticables. El uso de estos dispositivos se rige, por tanto, mediante una ecuaci¨®n muy simple: te son m¨¢s ¨²tiles cuanto menos sabes. Y yo, a la postre, no tengo tiempo que perder en t¨®picos. De manera que me las arreglo estupendamente sin esta ayuda. Tanto es as¨ª que, hasta el momento, he podido prescindir de ella, a pesar de que, como dec¨ªa el socarr¨®n fraile Jos¨¦ de Sig¨¹enza de los pintores italianos que vinieron a decorar El Escorial en ¨¦poca de Felipe II, ¡°no me haya enterado de lo que me he perdido¡±.
Francisco Calvo Serraller es cr¨ªtico de arte.
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