Margaret Hamilton, la mujer que nos llev¨® a la Luna
Su visi¨®n de cada misi¨®n como un sistema en el que interactuaban muchos factores fue fundamental para el correcto desarrollo del software de a bordo de las misiones Apolo
El pasado mes de noviembre Barack Obama hac¨ªa entrega de las ¨²ltimas Medallas Presidenciales de la Libertad que concedi¨® antes de dejar su puesto como presidente de los Estados Unidos. Una de estas medallas fue para Margaret Hamilton, la mujer que, en un entorno eminentemente masculino, dirigi¨® el equipo de desarrollo del software que hac¨ªa funcionar los ordenadores de las naves del programa Apolo de la NASA.
Margaret Hamilton obtuvo una licenciatura en matem¨¢ticas y una diplomatura en filosof¨ªa en 1958, aunque al terminar la carrera estuvo un tiempo dando clase de matem¨¢ticas y franc¨¦s a alumnos de instituto mientras su marido terminaba su carrera.
Ya en 1959, y aunque en principio estaba interesada en dedicarse a las matem¨¢ticas abstractas, acept¨® un trabajo en el Proyecto MAC ¨C de Mathematics And Computers, Matem¨¢ticas y Ordenadores¨C del Instituto de Tecnolog¨ªa de Massachusetts, hoy conocido como Laboratorio de Inform¨¢tica e Inteligencia Artificial, en el que desarroll¨® programas para hacer predicciones meteorol¨®gicas usando ordenadores.
De ah¨ª pas¨® a trabajar en el sistema SAGE, un sistema de ordenadores interconectados que recib¨ªan datos de estaciones de radar y que estaba basado en el proyecto Whirlwind del MIT. SAGE ten¨ªa como objetivo controlar todo lo que suced¨ªa en el espacio a¨¦reo cercano a los Estados Unidos y que pudiera ser una amenaza para el pa¨ªs y durante muchos a?os fue fundamental para el funcionamiento del famoso NORAD, el Mando Norteamericano de Defensa Aeroespacial.
En 1963 pas¨® a trabajar en el Laboratorio Charles Stark Draper del MIT, que hab¨ªa ganado el concurso para desarrollar el software de los ordenadores de a bordo del programa Apolo, donde la contrataron el mismo d¨ªa que hizo la entrevista para solicitar el puesto.
Por mucho que nos sorprenda hoy en d¨ªa, en las primeras versiones de los documentos que especificaban los requerimientos del programa Apolo la palabra "software" no aparec¨ªa por ning¨²n lado. Y eso que la NASA ten¨ªa claro que quer¨ªa incluir un ordenador de prop¨®sito general en las naves por la flexibilidad que ello supon¨ªa a la hora de a?adirle nuevas funciones. Pero su desarrollo no estaba incluido ni en el presupuesto ni hab¨ªa reservado tiempo para su desarrollo.
De todos modos para cuando Margaret Hamilton se incorpor¨® a su nuevo puesto de trabajo la importancia del software para los ordenadores de a bordo ya estaba razonablemente clara, aunque a¨²n no estaba claro del todo c¨®mo acometer su desarrollo; de hecho ella misma ya hab¨ªa escrito para entonces que los ordenadores eran algo tan nuevo que las ciencias de la computaci¨®n y la ingenier¨ªa del software m¨¢s que disciplinas formales eran campos en los que se aprend¨ªa sobre la marcha, trabajando.
Cuando Margaret Hamilton se incorpor¨® a su nuevo puesto de trabajo la importancia del software para los ordenadores de a bordo ya estaba razonablemente clara
Ella defend¨ªa la idea de que cada misi¨®n era un sistema formado "en parte por el software, en parte por las personas, y en parte por el hardware". Por eso propon¨ªa dise?ar no s¨®lo los programas necesarios para llevar a cabo la misi¨®n como pod¨ªan ser el de navegaci¨®n o el que controlar¨ªa el aterrizaje en la Luna sino tambi¨¦n tener en cuenta la interacci¨®n entre los varios componentes del sistema y c¨®mo eso pod¨ªa afectar a su funcionamiento.
Una de las cosas que defend¨ªa, por ejemplo, era la necesidad de dise?ar los programas a prueba de errores de quienes los iban a usar, a pesar de la oposici¨®n de la misma NASA, que no ve¨ªa tal necesidad, pues dec¨ªa que los astronautas no se iban a equivocar nunca¡ Hasta que Jim Lovell consigui¨® borrar todos los datos de navegaci¨®n del ordenador de a bordo durante la misi¨®n Apolo 8 al introducir un comando equivocado.
Sus ideas y su capacidad de trabajo ¨Cle echaba horas y horas, fines de semana incluidos¨C la llevaron en 1965 a estar a cargo del equipo de desarrollo del software, que en 1968 estaba formado por m¨¢s de 400 personas.
El ordenador de a bordo del m¨®dulo lunar, sobrecargado por la cantidad de tareas que ten¨ªa que realizar en ese momento, pod¨ªa haber quedado saturado
Y en 1969 la validez de sus ideas qued¨® m¨¢s que demostrada durante el alunizaje del Apolo 11. El ordenador de a bordo del m¨®dulo lunar, sobrecargado por la cantidad de tareas que ten¨ªa que realizar en ese momento, pod¨ªa haber quedado saturado, lo que habr¨ªa obligado a cancelar el alunizaje. Pero gracias a la previsi¨®n de Margaret Hamilton y su equipo los programas que supervisaban el funcionamiento del ordenador detectaron esto y fueron priorizando tareas, dando prioridad a la tarea m¨¢s importante del momento, aterrizar el m¨®dulo lunar.
Por eso recordamos el 29 de julio de 1969 como la fecha en la que la humanidad puso por primera vez pie en otro astro y no como la fecha en la que fracasamos en el primer intento de hacerlo.
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