Buscaminas, la historia detr¨¢s del verdadero ¡®hit¡¯ de Microsoft
Bill Gates se aficion¨® tanto que tuvo que desinstalarlo
Hablar de Microsoft y evocar Windows resulta inevitable. Sin embargo, un proyecto paralelo y casi accidental logr¨® que hasta el mism¨ªsimo Bill Gates lo desinstalarla al haberse enganchado por completo.Nos referimos al Buscaminas, un juego que hoy dejar¨ªa fr¨ªas las nuevas generaciones, m¨¢s habituadas a los grandes t¨ªtulos de las consolas, pero que en su d¨ªa fue el responsable de incalculables horas de trabajo vertidas por el sumidero. Los m¨¢s j¨®venes ni sabr¨¢n en qu¨¦ consist¨ªa, pero los que han crecido con la evoluci¨®n de Windows todav¨ªa guardar¨¢n en la memoria la emoci¨®n del juego y el temor a detonar una de aquellas malditas minas.
La l¨®gica del juego no pod¨ªa ser m¨¢s sencilla: el usuario ten¨ªa que hacer frente a un?campo de minas compuesto por peque?os cuadrados en una caja plana y ten¨ªa que pulsar uno a uno con el rat¨®n hasta que con habilidad y l¨®gica lograba desactivarlas todas. Gr¨¢ficamente el juego no daba m¨¢s de s¨ª: nos situamos a comienzos de los noventa y Windows segu¨ªa siendo vista como una plataforma orientada meramente al uso profesional, o si era dom¨¦stico, para tareas dedicadas al trabajo. Hab¨ªa que cambiar esa perspectiva y demostrar que la popular plataforma ten¨ªa muchas m¨¢s posibilidades.
En realidad, Buscaminas fue un proyecto paralelo desarrollado por el ingeniero de la compa?¨ªa Curt Johnson desarrollado inicialmente para OS/2 -el malogrado sistema operativo creado entre Microsoft e IBM- pero que fue posteriormente portado a Windows. Buscaminas fue un flechazo a primera vista, al menos dentro de la compa?¨ªa, que no dud¨® en integrar este t¨ªtulo -junto con el no menos conocido Solitario- en un pack de entretenimiento con el que se pretend¨ªa demostrar que la plataforma pod¨ªa servir igualmente para el ocio. Y parece que lo logr¨®.
El propio Bill Gates comenz¨® a vivir en carne propia lo adictivo del juego, llegando a desinstalarlo de su ordenador, desesperado por la cantidad de horas que le robaba la desactivaci¨®n de minas, y utilizando fuera de horas el ordenador de otro empleado de la compa?¨ªa para saciar su adicci¨®n. Buscaminas logr¨® lo m¨¢s dif¨ªcil: conjugar en un juego una estructura completamente sencilla pero con un elemento adictivo considerable. El t¨ªtulo de Johnson contaba adem¨¢s con un peque?o secreto que los que hayan pasado horas jugando podr¨¢n corroborar: nunca explotaba una mina en el primer clic. ?La raz¨®n? Dejar¨ªa de ser adictivo y frustrante abandonar en un primer momento.
Aunque hacer que la plataforma resultara m¨¢s atractiva de cara al ocio parec¨ªa una justificaci¨®n evidente, a?os m¨¢s tarde se ha consolidado otra teor¨ªa, de bastante peso, que explicar¨ªa por qu¨¦ Microsoft hab¨ªa integrado ¨¦ste y otros t¨ªtulos en la plataforma: lograr que el usuario se familiarizara con el rat¨®n y funciones como?arrastrar y soltar que hoy tenemos ya tan asimiladas. Conviene recordar que nos situamos a comienzos de los noventa, cuando los ordenadores personales son todav¨ªa equipos con escasa presencia en los hogares y el rat¨®n es contemplado con extra?eza por los primeros usuarios. ?C¨®mo lograr?naturalizar los movimientos? No cabe duda de que jugando y divirti¨¦ndose resulta todo mucho m¨¢s sencillo.
Entre tanto y d¨¦cadas m¨¢s tarde, Buscaminas sigue muy vivo en la plataforma y ahora puede descargarse de forma gratuita de la tienda online de Windows, siendo adorado todav¨ªa por los usuarios con miles y miles de votos positivos, que siguen echando de menos que el t¨ªtulo no venga integrado en Windows como suced¨ªa en el pasado.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.