Doctor, quiero parecerme a mi selfi
Cada vez m¨¢s demandantes de cirug¨ªa est¨¦tica buscan transformar su aspecto f¨ªsico para conseguir emular al m¨¢ximo posible sus fotos retocadas con filtros de las aplicaciones
Nos hemos acostumbrado a vernos desde con unas orejas de perro sobre nuestra cabeza hasta con unos ojos totalmente desproporcionados. Los filtros de aplicaciones como Snapchat, Instagram y Facetune permiten que cambiemos la apariencia f¨ªsica a nuestro antojo. En muchas ocasiones ser¨¢ porque ese selfi ha quedado demasiado oscuro, pero en otras para resaltar los p¨®mulos o blanquear la piel. Estas apps se han convertido en verdaderos laboratorios fotogr¨¢ficos digitales en b¨²squeda de la aprobaci¨®n social del like y, para cada vez m¨¢s personas, de ellas mismas. Los pacientes de cirug¨ªa est¨¦tica que quieren parecerse a su yo del m¨®vil no han dejado de crecer en el ¨²ltimo a?o. Este fen¨®meno tiene nombre gracias a un art¨ªculo de la doctora Neelham Vashi en la revista de cirug¨ªa pl¨¢stica JAMA: dismorfia de Snapchat.
Un estudio de la Academia Estadounidense de Cirug¨ªa Facial, Pl¨¢stica y Reconstructiva asegura que el 55% de los cirujanos est¨¦ticos vio en 2017 a pacientes que quer¨ªan operarse para verse mejor en los selfis ¨Csobre todo adolescentes¨C. Como explica Vashi en la publicaci¨®n, se trata de personas que intentan parecerse a una versi¨®n fantasiosa de ellas mismas. ¡°La gente trae sus fotos desde determinados ¨¢ngulos o con ciertos tipos de luz¡±, a?ade. El riesgo de querer convertirnos en una versi¨®n filtrada de nosotros mismos, de transformar el f¨ªsico a golpe de aplicaci¨®n y de obsesionarnos con eso que llamamos defectos es caer en un trastorno dism¨®rfico corporal (TDC). ¡°Las redes sociales se convierten en un acelerador para este tipo de personas, que se preocupan por c¨®mo lucen ante los dem¨¢s¡±, advierte la doctora.
El TDC, que afecta alrededor del 2% de la poblaci¨®n mundial, tal y como concluyen Martha Giraldo, doctora en psicolog¨ªa, y Amparo Belloch, catedr¨¢tica de psicopatolog¨ªa, contin¨²a siendo un trastorno poco reconocido y poco diagnosticado por la ocultaci¨®n de los s¨ªntomas por parte de los pacientes. ¡°La identificaci¨®n temprana es un punto clave en el desarrollo y el curso del trastorno, as¨ª como en la efectividad del tratamiento¡±, zanjan. La dismorfia de Snapchat ha unido a psic¨®logos y cirujanos est¨¦ticos, por alejados que parezcan sus mundos. La doctora Ainhoa Placer, especialista en cirug¨ªa pl¨¢stica y reparadora, no ha tenido que atender todav¨ªa a nadie que se presentara en su cl¨ªnica selfi en mano. Aun as¨ª, es consciente de cu¨¢l es la limitaci¨®n ¨¦tica en su profesi¨®n. ¡°Si sospecho de que el paciente tiene un TDC, no lo operar¨ªa y lo derivar¨ªa a un especialista en trastornos mentales¡±, argumenta.
Espa?a es el cuarto pa¨ªs de Europa en n¨²mero total de procedimientos est¨¦ticos, con una cifra cercana al medio mill¨®n de intervenciones al a?o seg¨²n datos de 2016 de la Sociedad Internacional de Cirug¨ªa Pl¨¢stica y Est¨¦tica. La doctora Placer entiende que la intenci¨®n de retocarse por verse mal en los autorretratos est¨¦ al alza, aunque sea por el momento infrecuente, por la cantidad de tiempo que pasamos delante del m¨®vil. ¡°Se ha convertido en la c¨¢mara de fotos de muchas personas. Los selfis, que no tienen el mejor enfoque, pueden maximizar determinados rasgos que no nos gustan y hasta verlos peores de lo que son¡±, sostiene. El problema comienza cuando la ayuda de los filtros para mejorar una imagen cambia de una simple edici¨®n a tumbarnos en un quir¨®fano.
Confusi¨®n de realidades
La exposici¨®n p¨²blica no ha dejado de aumentar conforme las redes sociales se han asentado como una opci¨®n m¨¢s de consumo tecnol¨®gico. Influencers, youtubers, instagramers¡ un sinf¨ªn de nuevas profesiones que comparten su exhibicionismo cotidiano. Pero el resto de usuarios tambi¨¦n se ha sumado al escrutinio de los dem¨¢s y ya hasta tiene problemas para discernir entre la vida real y la virtual. Un estudio de la Royal Society for Public Health publicado en mayo determin¨® que Snapchat, Facebook, Twitter y sobre todo Instagram afectaban mentalmente a los j¨®venes. ¡°Exageran las preocupaciones por el cuerpo; empeoran el acoso y el insomnio; y favorecen los sentimientos de ansiedad, depresi¨®n y soledad¡±, resumi¨® la directora de la investigaci¨®n, Shirley Cramer, como las principales conclusiones tras preguntar a unas 1.500 personas de entre 14 y 24 a?os.
En esta tendencia por convertirse en un selfi constante, como recuerda la doctora Placer, hay que poner un poco de cordura. ¡°El paciente debe hablar con un cirujano antes de realizarse cualquier procedimiento, saber las posibilidades de tratamiento, conocer las expectativas realistas para cada caso y valorar los riesgos¡±, afirma. La voz de alarma ya la han comenzado a dar en Estados Unidos, al margen de todos los consejos que se pongan encima de la mesa para prevenir trastornos a¨²n mayores. Snapchat ha conseguido dar nombre a un TDC con su facilidad para alargar pesta?as, estrechar cinturas y remarcar mand¨ªbulas. Una cosa es compartir en las redes sociales fotograf¨ªas y otra querer dar nombre, literalmente, a un filtro mediante retoques en un quir¨®fano.
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