?Claudicar¨¢ Google ante la censura china?
El gigante trabaja en un buscador que censurar¨¢ los resultados y que podr¨ªa guardar los datos de sus usuarios ligados a sus n¨²meros de tel¨¦fono
Una de las principales razones que Google adujo en 2010 para justificar el cierre de su buscador en China fue la negativa a censurar los resultados como requiere el r¨¦gimen chino. ¡°El Gobierno ha dejado muy claro que la autocensura es un requerimiento legal no negociable¡±, explic¨® el entonces vicepresidente, David Drummond. Pek¨ªn decidi¨® despu¨¦s bloquear el acceso a la mayor¨ªa de los servicios que ofrece el gigante tecnol¨®gico estadounidense -desde Google Play hasta sus mapas-, pero el mundo aplaudi¨® la valent¨ªa de una multinacional que se erigi¨® en adalid de la libertad en Internet.
Ahora, sin embargo, Google parece dispuesta a dejar a un lado esos valores y a pasar por el aro. Es lo que desvel¨® en agosto The Intercept cuando dio a conocer el proyecto Dragonfly, un nuevo buscador que Google desarrolla para China y que s¨ª acatar¨ªa las leyes locales. Por lo tanto, censurar¨ªa los resultados en sus b¨²squedas. Palabras clave como ¡®derechos humanos¡¯, ¡®democracia¡¯, ¡®libertad de expresi¨®n¡¯, o incluso ¡®Premio Nobel¡¯ -en relaci¨®n al que obtuvo el activista Liu Xiaobo-, engrosar¨ªan una lista negra de t¨¦rminos comprometidos.
A pesar de que muchos de los trabajadores de Google se han manifestado p¨²blicamente en contra de ese proyecto, la misma publicaci¨®n avanza que la empresa podr¨ªa ir m¨¢s all¨¢ de la censura tradicional y guardar la informaci¨®n de todas las b¨²squedas ligada al n¨²mero de tel¨¦fono de cada usuario. Teniendo en cuenta que todos los n¨²meros est¨¢n registrados con la identidad real de las personas, el Gobierno podr¨ªa saber qu¨¦ busca cada ciudadano y mejorar la precisi¨®n de sus herramientas de represi¨®n.
Sin duda, la tecnolog¨ªa est¨¢ convirti¨¦ndose en una de las principales aliadas del Estado policial chino. Los sistemas de inteligencia artificial, sobre todo de reconocimiento facial y de voz, sumados a la f¨¦rrea censura del ciberespacio y a la obligatoriedad de poner a disposici¨®n de las autoridades todos los datos privados relativos a usuarios de servicios online, han creado lo que algunas organizaciones pro derechos humanos denominan una ¡®nube policial¡¯ que sirve para arremeter contra disidentes -no solo pol¨ªticos, tambi¨¦n activistas sociales- e incluso contra grupos ¨¦tnicos como los uigures de Xinjiang.
Teniendo en cuenta que todos los n¨²meros est¨¢n registrados con la identidad real de las personas, el Gobierno podr¨ªa saber qu¨¦ busca cada ciudadano y mejorar la precisi¨®n de sus herramientas de represi¨®n
"Alarmante capitulaci¨®n"
Que Google aporte su poder¨ªo a esta maquinaria de represi¨®n ser¨ªa, seg¨²n una carta abierta firmada por numerosas ONG, ¡°una alarmante capitulaci¨®n en lo que respecta a los derechos humanos¡±. Es m¨¢s, advierten que Google podr¨ªa terminar ¡°contribuyendo o siendo c¨®mplice de la violaci¨®n de estos derechos¡±. La multinacional ni confirma ni desmiente las informaciones, y su consejero delegado, Sundar Pichai, se limit¨® a afirmar en una reuni¨®n con sus empleados que el proyecto Dragonfly ¡°lleva siendo considerado durante bastante tiempo¡± pero que todav¨ªa no se encuentra en una fase avanzada. En esta situaci¨®n, es l¨®gico preguntarse si estamos ante el preludio de un vuelco en la ¨¦tica de la empresa.
Es evidente que la China de 2018 tiene poco que ver con la que abandon¨® el buscador en 2010: se ha convertido en el principal mercado de Internet con m¨¢s de 800 millones de internautas, en el pa¨ªs que lidera los pagos online, y en uno de los que m¨¢s unicornios?crea en el ciberespacio. El negocio es muy goloso y, aunque su buscador aterrizar¨ªa con una clara desventaja sobre su principal adversario local, Baidu, una encuesta informal realizada en Weibo -y censurada horas despu¨¦s- sorprendi¨® al arrojar un resultado contundente: un 90% de los chinos encuestados utilizar¨ªa Google, y no Baidu, si no estuviese bloqueado en China.
En cualquier caso, la verdad es que Google nunca se fue del todo del gigante asi¨¢tico. Lo ha demostrado estos d¨ªas su vicepresidente Jay Yagnik, que ha participado en la Conferencia Mundial de Inteligencia Artificial celebrada en Shangh¨¢i. El ejecutivo, que habl¨® en el foro inaugural, al que asisti¨® EL PA?S, se congratul¨® de que servicios como su traductor ya est¨¦n operativos de nuevo en China, mostr¨® orgulloso la funci¨®n que traduce al chino cualquier texto fotografiado en otros idiomas, y anunci¨® que tienen intenci¨®n de introducir nuevos servicios en la segunda potencia mundial. Adem¨¢s, la empresa nunca ha interrumpido su negocio de captaci¨®n de publicidad para compa?¨ªas chinas con ambici¨®n global, y mantiene la joint venture?Beijing Guxiang Information and Technology con Ganji.com para preservar su licencia.
De Dragonfly Yagnik no dijo absolutamente nada, pero resulta significativo -y m¨¢s en China, donde el protocolo es algo muy serio- que el vicepresidente de Google diese su discurso poco despu¨¦s del que pronunci¨® el viceprimer ministro chino Liu He y de que se leyese una carta del presidente Xi Jinping sobre la importancia de la inteligencia artificial en una nueva era que China quiere liderar. No en vano, cada vez son m¨¢s los analistas que coinciden en reconocer la dificultad que supone para una empresa global como Google dar la espalda a un mercado tan grande como el chino.
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