Francia estrena ¡®app¡¯ para rastrear el virus entre recelos por la privacidad y dudas de su eficacia
StopCovid alerta a todos los usuarios que hayan estado a menos de un metro durante m¨¢s de 15 minutos con alguien que haya dado positivo en coronavirus
Francia se apresta a volver a una vida casi normal en la segunda fase de su progresiva desescalada a partir de este martes. Pero es un casi monumental. Pese a la reapertura en buena parte del pa¨ªs de bares y restaurantes, parques y playas y, progresivamente, de monumentos, museos y hasta cines, el miedo a una nueva expansi¨®n del coronavirus que paraliz¨® el pa¨ªs durante dos meses sigue ah¨ª. Para combatirlo, el Gobierno lanza una nueva herramienta: StopCovid, una aplicaci¨®n made in France de rastreo de posibles contagios. Aunque las autoridades insisten en su car¨¢cter an¨®nimo y voluntario, las garant¨ªas no acaban de convencer a los que temen que con la excusa de la emergencia sanitaria, como ya sucedi¨® con la amenaza terrorista, se abra una puerta a los Estados que resulte dif¨ªcil de volver a cerrar y que podr¨ªa poner en peligro libertades fundamentales.
StopCovid alerta de forma autom¨¢tica a todos los usuarios que hayan estado en ¡°contacto prolongado¡± ¡ªa menos de un metro durante m¨¢s de 15 minutos¡ª recientemente con alguien que haya dado positivo en coronavirus, y que lo haya notificado en la aplicaci¨®n. Funciona mediante tecnolog¨ªa bluetooth, es decir, que no media geolocalizaci¨®n alguna, y su uso es absolutamente voluntario. As¨ª lo subraya el Gobierno, que insiste en su car¨¢cter ¡°an¨®nimo¡± y ¡°temporal¡±. Para evitar fallos de seguridad, ha solicitado incluso la ayuda de Yeswehack, una comunidad de hackers ¨¦ticos que han trabajado en ¡°identificar toda potencial debilidad de la aplicaci¨®n¡± antes de su lanzamiento.
¡°Hemos tomado todas las garant¨ªas necesarias, bajo control del Parlamento, para que StopCovid respete los datos personales de sus usuarios¡±, afirm¨® el primer ministro, ?douard Philippe, al anunciar que la aplicaci¨®n estar¨¢ disponible a partir de este martes y alentar a su descarga, como han hecho otros pa¨ªses europeos, entre ellos Austria (cuya aplicaci¨®n Stopp Corona-App ha sido desarrollada por la Cruz Roja) o Islandia, que para su aplicaci¨®n Rakning C-19 usa el GPS del m¨®vil.
La aplicaci¨®n francesa ha recibido el visto bueno organismos como la Comisi¨®n Nacional de Inform¨¢tica y Libertades (CNIL). Y parece cumplir las ¡°consideraciones ¨¦ticas¡± para estas tecnolog¨ªas de la Organizaci¨®n Mundial de la Salud. Si hasta la OMS se ha visto obligada a pronunciarse, es porque aunque su capacidad de cortar r¨¢pido posibles cadenas de contagio las pueden hacer muy ¨²tiles, ¡°el uso de este tipo de datos tambi¨¦n puede amenazar derechos y libertades fundamentales durante y despu¨¦s de la pandemia de la covid-19¡±, advierte. La ¡°vigilancia puede cruzar r¨¢pidamente la borrosa l¨ªnea entre vigilancia de una enfermedad y vigilancia de la sociedad¡±.
Ah¨ª estriba la reticencia de no pocos expertos y organizaciones, que pese a las garant¨ªas desplegadas siguen esc¨¦pticos ante StopCovid. Tambi¨¦n genera rechazo entre pol¨ªticos incluso del partido en el Gobierno, como se vio durante la votaci¨®n parlamentaria no vinculante de la aplicaci¨®n. En esta sesi¨®n, esta tecnolog¨ªa lleg¨® a ser calificada como ¡°liberticida¡±.
M¨¢s all¨¢ de las garant¨ªas o no de seguridad, ?son aplicaciones como StopCovid ¨²tiles? No est¨¢ tan claro. Por un lado, hay quienes dudan en que una tecnolog¨ªa como Bluetooth, que no fue concebida para esta tarea, sea la correcta. Adem¨¢s, su eficacia depende de que sea descargada de forma masiva: seg¨²n todos los expertos, se necesita que la usen al menos el 60% de la poblaci¨®n para que sean eficaces. En el caso galo, surge una duda adicional: Francia decidi¨® apostar por una aplicaci¨®n propia en vez de basarse en las soluciones que ofrec¨ªan los gigantes Apple o Google, lo cual, seg¨²n FranceInfo, la hace incompatible con otras aplicaciones similares. Algo que podr¨ªa ser un problema cuando se abran las fronteras y los ansiados turistas extranjeros vuelvan a recorrer el pa¨ªs.
En Singapur, uno de los pa¨ªses m¨¢s conectados del mundo y el primero en proponer una aplicaci¨®n de rastreo, las descargas apenas han llegado al 25%. La app islandesa tiene una de las tasas m¨¢s altas de descargas, 38%, y aun as¨ª los resultados tampoco han sido alentadores, seg¨²n el MIT Technology Review. Tambi¨¦n est¨¢ el descorazonador precedente de Australia, donde la aplicaci¨®n Covidsafe lleg¨® a ser descargada por seis millones de personas, pero en su primer mes solo sirvi¨® para localizar un caso de la covid-19. En Espa?a el Gobierno lanzar¨¢ este mes en Canarias un piloto para una aplicaci¨®n de este tipo.
¡°Me sorprende que, trat¨¢ndose de una aplicaci¨®n que debe ayudar a la desescalada, haya tantos interrogantes sobre su equilibrio cuando no parece haber problema alguno a la hora de privar a los franceses de la libertad m¨¢s grande, limitar su libertad de movimiento¡±, lament¨® el secretario de Estado encargado de lo digital, C¨¦dric O, impulsor de StopCovid.
¡°Conf¨ªo en este Gobierno, pero no tengo una confianza ciega en el futuro¡±, manifest¨® por su parte el diputado oficialista Sacha Houli¨¦ al justificar su oposici¨®n a StopCovid.
¡°Sabemos que puede haber derivas que son casi inherentes a este tipo de tecnolog¨ªas¡±, coincide la presidenta de Amnist¨ªa Internacional Francia, C¨¦cile Coudriou. Sobre todo por su irreversibilidad. Tienen un ¡°efecto trinquete, contrariamente a lo que dice el Gobierno. Y hay precedentes que demuestran que existe la tentaci¨®n de usar una tecnolog¨ªa para otros fines de los previstos al inicio¡±, recuerda en conversaci¨®n telef¨®nica.
Cierto es, reconoce Coudriou, que hoy en d¨ªa ya damos muchos de nuestros datos personales a plataformas tecnol¨®gicas que los usan con fines poco claros. ¡°Pero no podemos poner en el mismo nivel los datos que damos a una empresa cuando queremos usar un servicio gratuito a darlos a un Gobierno, porque las potenciales consecuencias son mucho m¨¢s graves sobre el ciudadano¡±.
Coudriou dice que no se bajar¨¢ la aplicaci¨®n. Tampoco lo har¨¢ el constitucionalista Jean-Philippe Derosier. Ambos subrayan que no se trata de ¡°paranoia o tecnofobia¡±, sino de una genuina inquietud ante lo que abre esta tecnolog¨ªa. ¡°Me inquieta el precedente en la intrusi¨®n en la vida privada que constituye y el estado de ¨¢nimo que vehicula¡±, ya que con la aplicaci¨®n ¡°entramos en un sistema de rastreo que hoy es en nombre de la sanidad p¨²blica pero, ?por qu¨¦ ma?ana no usarla para encontrar criminales o sus c¨®mplices?¡±, explica Derosier, que lamenta que el Gobierno no haya impulsado una ley que hubiera delimitado con muchas m¨¢s garant¨ªas esta aplicaci¨®n. Es lo que la abogada Maria Luisa Stasi, de Article 19, que vela por la libertad de expresi¨®n, califica de ¡°deformaci¨®n de la misi¨®n: cuando los Estados dicen que van a usar la vigilancia por un motivo pero acaban us¨¢ndola de otras formas¡±. Y eso es una gran ¡°tentaci¨®n¡±, coinciden los especialistas.
¡°No soy partidario de renunciar a la ayuda y los avances que nos ofrecen las nuevas tecnolog¨ªas, vivimos mejor con ellas, pero de manera que constituyan una ayuda a nuestras vidas y no una amenaza¡±, resume Derosier.
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