Nativos e inmigrantes digitales: la brecha generacional se acent¨²a con la tecnolog¨ªa
La forma en que los usuarios de distintas edades se aproximan a la era digital supone una nueva fuente de desigualdad. ?Ley de vida o una tendencia reversible?
Durante los a?os 80 y 90, muchos progenitores observaron la peripecia tecnol¨®gica de sus hijos a distancia. Les apoyaron, provey¨¦ndoles de ordenadores, videojuegos o clases de inform¨¢tica, pero, si no era por trabajo o tecnofilia acusada, permanecieron al margen: aquellas nuevas tecnolog¨ªas eran propias de la juventud, y tocaba quedarse en lo conocido: televisores, v¨ªdeos VHS, tel¨¦fonos inal¨¢mbricos, lavaplatos.
Pero hete aqu¨ª que a mediados de los 90 lleg¨® aquel Internet de m¨®dem rugiente y el mundo empez¨® a cambiar de forma vertiginosa, en todos los ¨¢mbitos y para todas las personas, tuvieran la edad que tuvieran. Se gener¨® una brecha intergeneracional que dividi¨® a una sociedad cada vez m¨¢s digitalizada y completamente dependiente de un nuevo ¨®rgano de nuestro cuerpo: el smartphone. ?C¨®mo se relaciona ahora cada generaci¨®n con la tecnolog¨ªa?
Para tratar esos abismos se definieron nuevas categor¨ªas. Por un lado, los nativos digitales, esos j¨®venes nacidos (aproximadamente) a partir de 1990, que se han desarrollado desde la cuna en un ambiente tecnol¨®gico: se mueven con soltura en el espacio virtual, est¨¢n hiperconectados y son partidarios del ¡°hazlo t¨² mismo¡±. Por otro lado, los inmigrantes digitales: las generaciones mayores que provienen de aquel lejano mundo anterior, calmado y anal¨®gico, preInternet. Est¨¢n involucrados en la tecnolog¨ªa, claro, pero de una manera m¨¢s ortop¨¦dica y menos instintiva. Muchas veces se sienten inc¨®modos o fuera de lugar, como si el tren fuera demasiado r¨¢pido o no estuvieran invitados a esta fiesta.
M¨¢s finamente, un estudio del Icemd, el instituto de innovaci¨®n de la escuela de negocios ESIC, define hasta seis generaciones en relaci¨®n con la tecnolog¨ªa atendiendo a c¨®mo se comunican, c¨®mo consumen contenidos o c¨®mo compran. La generaci¨®n silenciosa (nacida entre 1925 y 1944) es la menos familiarizada con la tecnolog¨ªa, la que m¨¢s asesoramiento necesita, la m¨¢s expuesta al fraude y menos acostumbrada a los conceptos de privacidad. Los baby boomers (entre 1945 y 1964) suelen tener deseos de participar en la vida digital y, de hecho, se han unido a redes sociales, en especial Facebook, y a las plataformas audiovisuales. El 42% de los padres espa?oles consulta regularmente sus dudas tecnol¨®gicas a sus hijos ya independizados, seg¨²n una investigaci¨®n de la empresa de ciberseguridad Kaspersky. El 16% de los padres echa m¨¢s en falta los conocimientos tecnol¨®gicos de sus hijos que su compa?¨ªa.
A continuaci¨®n, seg¨²n el citado estudio, realizado por Coolhunting Consulting Group, se suceden otras generaciones cada vez m¨¢s integradas en el hecho tecnol¨®gico, como la generaci¨®n X (1965-1979) o los millenials (1980-2000). Son adultos que trabajan, compran y realizan actividades a trav¨¦s de la tecnolog¨ªa con toda normalidad. Las m¨¢s j¨®venes y ya plenamente digitales, son la generaci¨®n Z (2001-2011), que va abriendo camino con sus innovaciones, la adicta a los memes, a las selfis, a los emojis y a todo el colorido pixelado (y la que menos capacidad de atenci¨®n conserva); y la generaci¨®n Alpha (desde 2012), ni?os peque?os cuyo desarrollo ya est¨¢ completamente vinculado a las pantallas, con la incertidumbre y preocupaci¨®n que ello genera, al no estar claro cu¨¢nta exposici¨®n a la tecnolog¨ªa es necesaria y beneficiosa para los m¨¢s peque?os. ?Estaremos criando adictos posthumanos?
Buscando espacios
Las generaciones m¨¢s j¨®venes suelen ser tecnol¨®gicamente incomprensibles para las m¨¢s adultas, que siempre van a rebufo. Porque la tecnolog¨ªa no solo sirve como herramienta, sino como forma de generar una identidad, como estilo de vida, como manera de estar en el mundo. Cada uno busca su lugar y a veces el panorama tecnol¨®gico se estratifica por edad. ¡°Los j¨®venes necesitan sus espacios y siempre van huyendo de los mayores, que quieren ser j¨®venes¡±, explica Jorge Benedicto, catedr¨¢tico de Sociolog¨ªa de la UNED y expresidente del Comit¨¦ de Investigaci¨®n en Estudios de Juventud. ¡°Se ve, por ejemplo, en redes sociales: se fueron de Facebook para recalar en Instagram, del que ahora se mudan a Snapchat, TikTok y otras aplicaciones¡±. La tecnolog¨ªa es hoy una forma de identificaci¨®n y diferenciaci¨®n como para otras generaciones fueron la m¨²sica o la forma de vestir.
¡°Los j¨®venes se sienten m¨¢s c¨®modos en el mundo del futuro, y as¨ª generan en los adultos una cierta inseguridad, porque estos no dominan del todo la tecnolog¨ªa, la cultura digital y las nuevas formas de comunicaci¨®n¡±, se?ala Carles Feixa, catedr¨¢tico de Antropolog¨ªa de la Universitat Pompeu Fabra. Seg¨²n la edad, por ejemplo, hay quien no entiende el c¨®digo comunicativo de los youtubers o streamers m¨¢s famosos, que les puede resultar atropellado y banal. Uno de ellos, Ibai Llanos, tuvo m¨¢s audiencia en Nochevieja que las campanadas tradicionales emitidas por televisi¨®n: le vieron medio mill¨®n de personas. Muchos miembros de las generaciones m¨¢s mayores ignoran su existencia. Este cisma cultural podr¨ªa incluso generar cierta juvenofobia, como a la que asistimos en los ¨²ltimos tiempos con el trato p¨²blico a las nuevas generaciones durante la pandemia, tachadas de irresponsables y alocadas. ¡°Podr¨ªa ser una reacci¨®n defensiva frente a las nuevas hordas que est¨¢n en la frontera¡±, a?ade Feixa.
Eso s¨ª, la tribu de los nativos digitales no es homog¨¦nea. ¡°Hay diferencias importantes, algunos no quieren saber nada de la tecnolog¨ªa a no ser que sea imprescindible¡±, apunta Jordi Busquet Duran, profesor de sociolog¨ªa de la Universitat Ramon Llull y responsable de la red de investigaci¨®n Eidos. Incluso, seg¨²n afirma, puede haber, dada la velocidad de los cambios tecnol¨®gicos, un desfase entre los hermanos peque?os y los mayores. ¡°Y no solo cambia la capacidad tecnol¨®gica, sino los modos de uso, las formas entre relacionarse entre las personas¡±, dice Busquet. ¡°Eso tambi¨¦n influye en la brecha digital que es, al fin y al cabo, una nueva forma de desigualdad¡±. El factor m¨¢s importante en esta desigualdad no es el socioecon¨®mico, aunque tambi¨¦n importa, sino el nivel cultural y de formaci¨®n tecnol¨®gica.
¡®Age tech¡¯ y ¡®silver economy¡¯
El baby boom gener¨® un gran mercado de personas j¨®venes a las que venderle bienes y servicios: as¨ª naci¨® la cultura juvenil, est¨¦ticas, m¨²sica e ideolog¨ªas que surgieron en los tempestuosos a?os 60 y cuyo esp¨ªritu todav¨ªa impregna a la sociedad, en forma de modernidad cool. Ahora la pir¨¢mide poblacional se est¨¢ invirtiendo: cada vez habr¨¢ m¨¢s gente mayor. Y a ella se dedica la silver economy. ¡°Al menos en tiempos no covid, los mayores de 50 a?os tienen mayor poder adquisitivo, m¨¢s tiempo disponible, mejor reparto entre el trabajo, ocio y consumo, o mayor predisposici¨®n a socializar¡±, explica el soci¨®logo Juan Carlos Alcaide, profesor de ESIC y autor de Silver economy. Mayores de 65: el nuevo target (Lid Editorial). Dentro de esa econom¨ªa se cuenta lo tecnol¨®gico, cada vez m¨¢s enfocado a todas las edades y que siempre ha tratado de simplificar su funcionamiento para llegar a m¨¢s franjas demogr¨¢ficas. El aumento de la longevidad, el retraso del deterioro f¨ªsico y mental y el envejecimiento activo, que promueve cumplir muchos a?os sin dejar de participar y disfrutar de la vida, son otros ingredientes de este c¨®ctel.
A mejorar la vida de las personas mayores se dedica la age tech. ¡°Las nuevas tecnolog¨ªas pueden ayudar a combatir la tremenda epidemia de soledad mediante aplicaciones de comunicaci¨®n, y tambi¨¦n pueden ayudar mucho en el ¨¢mbito de lo que ya se llama telesalud¡±, dice Alcaide. Con la tecnolog¨ªa se puede, por ejemplo, monitorizar los datos biom¨¦tricos de una persona y dar asistencia m¨¦dica a distancia. La rob¨®tica, la dom¨®tica, la inteligencia artificial o la realidad virtual tambi¨¦n pueden hacer m¨¢s llevadera la vejez.
En el peor lado del asunto, ¡°nos enfrentamos a un verdadero drama demogr¨¢fico, relacionado con las pensiones y el colapso de la salud p¨²blica¡±, explica Alcaide, ¡°probablemente parte de la soluci¨®n est¨¦ en la tecnolog¨ªa: ante este panorama hay que invertir de forma p¨²blica y privada en innovaci¨®n¡±. Las personas mayores ser¨¢n las usuarias de esas tecnolog¨ªas, de las que extraer¨¢n cuidados, asesoramiento y confort en su propio hogar.
La pandemia ha acelerado la digitalizaci¨®n de la sociedad y fomentado la extensi¨®n del teletrabajo, de modo que las diferencias en el uso de la tecnolog¨ªa entre generaciones podr¨ªan limarse. ?Ser¨¢ esta brecha digital puntual en la historia y cesar¨¢ cuando todos seamos nativos digitales? Te¨®ricamente podr¨ªa ser as¨ª, aunque el gradiente tecnol¨®gico y cultural es tan acusado que la brecha podr¨ªa perpetuarse hasta convertirse en una constate.
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