La ¡®garganta profunda¡¯ que llev¨® a Facebook a su peor crisis existencial
Frances Haugen ha colocado al gigante tecnol¨®gico ante su ¡°bancarrota moral¡± y ha puesto de acuerdo al Congreso de Estados Unidos en la necesidad de regular las redes sociales
Frances Haugen tiene 37 a?os. Como Mark Zuckerberg. Ambos estudiaron en Harvard. Ella lleg¨® con un t¨ªtulo en Ingenier¨ªa inform¨¢tica para hacer un posgrado. ?l, la quinta persona m¨¢s rica del planeta, abandon¨® la carrera para dedicarse a la rentable tarea de dominar el mundo a base de conectarlo de un modo nunca visto antes en la historia. Es improbable que coincidiesen en sus a?os universitarios. S¨ª se puede afirmar que sus caminos acabaron cruz¨¢ndose en 2019, cuando Haugen fich¨® por Facebook, la compa?¨ªa valorada en casi un bill¨®n de d¨®lares que Zuckerberg fund¨® hace 17 a?os.
Esta semana, esas dos vidas lejanamente paralelas chocaron aparatosamente con el mundo como testigo. Haugen llevaba un mes tirando de la manta de forma an¨®nima en The Wall Street Journal, sacando a la luz una informaci¨®n que ha empujado a la red social a una de sus peores crisis existenciales. La exempleada se llev¨® consigo miles de documentos internos cuando dej¨® la compa?¨ªa en mayo, desilusionada por lo que esos papeles demuestran: que Facebook trabaja con algoritmos que alientan una discordia que a veces cuesta vidas; que sus herramientas est¨¢n dise?adas para crear dependencia y aumentar el consumo; que hacen poco por controlar al crimen organizado o que es mentira que traten a sus m¨¢s de 3.000 millones de usuarios por igual. Y, lo que m¨¢s ha encendido los ¨¢nimos en Estados Unidos, que sus gestores sab¨ªan que lo que ofrecen asoma a una porci¨®n nada desde?able de las adolescentes (13%) al v¨¦rtigo de los pensamientos suicidas y la anorexia. Todo ello, seg¨²n Haugen, solo por dinero.
El domingo revel¨® su identidad en televisi¨®n en horario de m¨¢xima audiencia, y el martes compareci¨® ante el Senado para exigir a los legisladores que pongan coto a Silicon Valley en nombre de la protecci¨®n de la infancia y la adolescencia. Sentada ante los congresistas, con los ojos bien abiertos, la garganta profunda de Facebook encarnaba con su cara de ciudadana ejemplar el arquetipo netamente estadounidense que populariz¨® James Stewart en el cl¨¢sico del cine pol¨ªtico de Frank Capra Caballero sin espada: el del individuo que decide enfrentarse al poder por sus ideales, ese Mr. Smith que va a Washington porque se resiste a perder la esperanza.
Vencidos los nervios iniciales, Haugen parec¨ªa disfrutar de los focos, hasta se le escapaban las risitas t¨ªpicas de la estudiante aplicada que comprueba aliviada que se sabe las preguntas del examen. Los senadores de ambos partidos aparcaron por un rato sus diferencias y la trataron con cortes¨ªa. Ella aguant¨® el tipo durante m¨¢s de tres horas y hasta tuvo alg¨²n golpe genial, como cuando sugiri¨® una salida digna para Facebook: ¡°Decl¨¢rense en bancarrota moral y admitan sus errores¡±. O como cuando a la pregunta de si se pod¨ªa considerar a Zuckerberg el ¨²ltimo responsable de esos algoritmos, plante¨® un sinuoso argumento que desembocaba en la culpabilidad del magnate sin acusarlo directamente.
Esa misma noche, despu¨¦s de un mes de esc¨¢ndalos, el aludido rompi¨® su silencio con un comunicado de 1.200 palabras en las que, por no decir, no dec¨ªa ni el nombre Haugen. El esc¨¢ndalo de estas semanas ha abortado muchos de los planes de nuevos desarrollos de la empresa, y no solo la herramienta Instagram Kids, que ya que qued¨® aparcado a finales del mes pasado.
C¨®mo la hija de un doctor y de una profesora metida a pastora episcopal ha logrado poner en jaque al Goliat tecnol¨®gico tiene tambi¨¦n mucho de cuento moral, que aqu¨ª reconstruimos a partir de sus confesiones al Journal y a la CBS. Bregada en Silicon Valley, Haugen sufri¨® tras dejar Google en 2014 un accidente vascular que la confin¨® en casa un a?o. Su gran ayuda fue un conocido de la familia que acab¨® convirti¨¦ndose en un gran amigo. La relaci¨®n se rompi¨® cuando una exposici¨®n insana a las partes m¨¢s oscuras de las redes sociales llev¨® a este por el barranco de la conspiranoia y el nacionalismo blanco. Ah¨ª Haugen dio con su misi¨®n: evitar que a otras personas les pasara lo mismo.
Ya recuperada de sus problemas de salud, una oferta de trabajo de Facebook pareci¨® en 2019 una buena manera de lograr esos prop¨®sitos. Se enrol¨® en un departamento llamado de Integridad C¨ªvica, dedicado a hacer de la red social un lugar sano y limpio de falsedades para la comunicaci¨®n pol¨ªtica. No le fue demasiado bien. Cuando pasaron las elecciones que hicieron a Joe Biden presidente, se desmantel¨® el equipo, que la empresa hab¨ªa constituido tras sufrir un duro golpe de reputaci¨®n por el esc¨¢ndalo de Cambridge Analytica, empresa que obtuvo los datos de millones de usuarios con supuestos fines acad¨¦micos, que luego fueron usados, entre otras cosas, en la campa?a de 2016 a favor de Donald Trump. Haugen contact¨® ese mismo d¨ªa por un sistema de comunicaci¨®n encriptado con un periodista del Journal.
El asalto al Capitolio del 6 de enero, organizado ante la pasividad de Facebook, fue la guinda. En marzo, se mud¨® desencantada a Puerto Rico para teletrabajar. Ah¨ª es cuando empez¨® a recopilar material de Workspace, una red social dentro de la red social accesible a los 60.000 trabajadores de la compa?¨ªa. Le sorprendi¨® la cantidad de informaci¨®n sensible al alcance de cualquiera de ellos. Cuando estuvo claro que no continuar¨ªa en su puesto dej¨® un ¨²ltimo mensaje en ese foro: ¡°No odio Facebook, la amo y quiero salvarla¡±. Y entonces, se puso en contacto con Whistleblowers Aid, organizaci¨®n sin ¨¢nimo de lucro que ayuda a quienes tienen material sensible que difundir en nombre de la salud democr¨¢tica. Esas revelaciones est¨¢n amparadas por la ley estadounidense.
Esta semana, Haugen se ha abierto un blog al que uno puede suscribirse (y no recibir, de momento, nada), y que dice: ¡°Frances cree firmemente que los problemas a los que se enfrentan hoy las redes sociales tienen soluci¨®n. Podemos conseguir que vuelvan a sacar lo mejor de la condici¨®n humana¡±. Tambi¨¦n se ha hecho una cuenta de Twitter que este s¨¢bado contaba con m¨¢s de 63.000 seguidores.
I believe that we can do better.
— Frances Haugen (@FrancesHaugen) October 4, 2021
Ella sigue solo a unas 80 cuentas. Entre ellas, la de Nina Jankowicz, autora especializada en ¡°desinformaci¨®n, democracia y misoginia en la red¡±, que el viernes celebraba en una conversaci¨®n telef¨®nica que ¡°los congresistas de ambos partidos hayan visto por fin el da?o que las plataformas digitales est¨¢n infligiendo a la sociedad y lo poco que les importa nuestra salud mental, la democracia o que circulen bulos sobre la covid¡±. ¡°Creo que esto puede ser un antes y un despu¨¦s. Y veo posible que salga alguna ley de ah¨ª. Est¨¢ por ver si se centra solo en la protecci¨®n de la infancia o ataca tambi¨¦n el resto de los problemas¡±.
De momento, Haugen parece dispuesta a todo. En su comparecencia del martes invoc¨® el ejemplo de legislaciones de protecci¨®n a los consumidores, como las que afectan a los combustibles f¨®siles o al uso del cintur¨®n en los coches. Marcaron ¨¦poca y hoy son incuestionables. La estudiante aplicada ha logrado agitar la opini¨®n p¨²blica y que Estados Unidos se pregunte si a Facebook le ha llegado al fin su ¡°Big Tobacco Moment¡±, en referencia al hist¨®rico acuerdo de 1998 que prohibi¨® anunciarse a las grandes empresas de tabaco y las oblig¨® a pagar miles de millones de d¨®lares para compensar los costes de salud relacionados con los peligros fumar. Peligros de los que no advirtieron suficientemente, como, afirma Haugen, est¨¢ haciendo ahora mismo Facebook con sus usuarios.
Puedes seguir a EL PA?S TECNOLOG?A en Facebook y Twitter o apuntarte aqu¨ª para recibir nuestra newsletter semanal.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.