Ideas para salvar nuestra privacidad en medio de la batalla global por los datos
Dos recientes libros, ¡®Privacidad es poder¡¯, de Carissa V¨¦liz, y ¡®Manipulados¡¯, de Sheera Frenkel y Cecilia Kang, analizan las consecuencias para la sociedad de la explotaci¨®n del rastro digital de las personas
Facebook ha acaparado muchos titulares en los ¨²ltimos tiempos. La reciente ca¨ªda de sus sistemas durante unas seis horas mostraron hasta qu¨¦ punto somos dependientes de la red social y sus productos asociados, Instagram y WhatsApp. Las revelaciones de Frances Haugen, la exempleada que testific¨® hace dos semanas en el Congreso a prop¨®sito de sus filtraciones a The Wall Street Journal, prueban con documentos internos que los algoritmos de Facebook fomentan intencionadamente la discordia y que est¨¢n dise?ados para generar adicci¨®n entre los usuarios.
La angustia mundial que provoc¨® el breve apag¨®n, de hecho, demuestra que los esfuerzos de la compa?¨ªa por captar la atenci¨®n de los usuarios (unos 3.500 millones sumando todas sus plataformas) y retenerla todo lo posible han sido exitosos. Sean o no v¨¢lidos sus m¨¦todos, funcionan. ?Por qu¨¦ tiene tanto inter¨¦s Facebook en mantener a los usuarios conectados el m¨¢ximo tiempo posible? La respuesta est¨¢ en el motor de lo que Shoshana Zuboff llama capitalismo de la vigilancia: la recopilaci¨®n de datos. La econom¨ªa digital se nutre de ellos; los procesa, refina y sirve a los anunciantes para que puedan personalizar su publicidad o a las empresas para que ideen nuevos servicios. Cuantos m¨¢s detalles se sepan sobre cada internauta mejor se le puede abordar para colocarle alg¨²n producto.
Dos recientes libros publicados por Debate exploran qu¨¦ consecuencias tiene para los ciudadanos la explotaci¨®n de sus datos personales en la era digital. En Privacidad es poder, publicado en espa?ol tras el ¨¦xito que cosech¨® su versi¨®n inglesa y seleccionado en 2020 por The Economist como uno de los libros del a?o, la fil¨®sofa hispanomexicana Carissa V¨¦liz reflexiona sobre la grave intromisi¨®n en nuestras vidas que supone la existencia misma del capitalismo de vigilancia. La profesora de ?tica Digital de la Universidad de Oxford aporta ideas interesantes, como la concepci¨®n colectiva de la privacidad: es colectiva porque todos sufrimos los efectos de su ausencia y porque una injerencia en la intimidad de un individuo puede afectar a la de otros. Su diagn¨®stico es contundente: hay que acabar con el capitalismo de vigilancia, no podemos permitir que haya empresas cuyo modelo de negocio consista en extraernos datos y comerciar con ellos.
Manipulados, de las periodistas del New York Times Sheera Frenkel y Cecilia Kang, repasa la trayectoria reciente del que acaso sea el mayor exponente de este modelo: Facebook. Las autoras muestran c¨®mo la mayor red social del mundo ha llegado a ser el gigante que es hoy primando el crecimiento constante de la plataforma frente a la seguridad y la privacidad de sus usuarios. El libro es el fruto de unas 1.000 horas de entrevistas con centenares de fuentes, la mayor¨ªa empleados pasados o actuales de la empresa, que confirman lo que sostiene Haugen: la c¨²pula de Facebook solo se preocupa de alimentar el crecimiento de la empresa. Lo dem¨¢s queda relegado a un segundo plano. Y ese crecimiento solo se alimenta de una cosa: datos, todos los datos posibles.
El Leviat¨¢n de los datos
¡°Lo m¨¢s chocante para nosotras fue ver c¨®mo los altos ejecutivos de la empresa ignoraron todas las alarmas que daban diversos empleados sobre lo que estaba pasando¡±, comenta Kang por videollamada. Nadie escuch¨® al jefe de seguridad de Facebook, Alex Stamos, cuando alert¨® de que ten¨ªa indicios de que agentes rusos estaban usando la plataforma para influir en las elecciones presidenciales de 2016. Tampoco se actu¨® cuando se avis¨® de que Facebook, que en Myanmar es la puerta de entrada a internet para la mayor¨ªa de ciudadanos, estaba difundiendo mensajes de odio que acabaron provocando un genocidio, el de los rohingy¨¢. Ni cuando Trump us¨® la plataforma para propagar desinformaci¨®n (lleg¨® a decir que inyectarse desinfectante ayudaba a combatir el coronavirus) o jalear a sus seguidores y animarles a tomar el Capitolio. ¡°En muchos casos, quienes hicieron sonar las alarmas acabaron y¨¦ndose de la compa?¨ªa porque vieron que no se les ten¨ªa en cuenta¡±, a?ade.
Aun con procesos antimonopolio abiertos en Washington y Bruselas y con su popularidad seriamente tocada por las filtraciones de Haugen, Facebook est¨¢ ganando m¨¢s dinero que nunca: cerr¨® 2020 con un incremento del 58% en sus beneficios, que se elevaron hasta los 29.146 millones de d¨®lares. ¡°Siguen ah¨ª porque han sido capaces de crear una m¨¢quina tremendamente poderosa de hacer dinero. Los anunciantes no pueden irse a otro sitio si quieren tener un alcance similar al que logran con ellos¡±, se?ala Kang.
Esa maquinaria solo funciona si se logra captar la atenci¨®n de los usuarios, lo que les permite recoger m¨¢s datos sobre ellos y monetizarlos mejor. ¡°Para seguir creciendo exponencialmente necesitan a la audiencia joven. Sus propias investigaciones internas les dicen que los adolescentes pasan conectados varias horas diarias¡±, explica por videollamada Frenkel, coautora de Manipulados. ¡°Eso van a tratar de hacer, aunque sus informes digan que para los ni?os no es bueno pasar tiempo en sus redes sociales¡±, indica en relaci¨®n a la filtraci¨®n del Wall Street Journal de un documento interno en el que se se?ala que los contenidos de Instagram son t¨®xicos para las adolescentes.
Si Manipulados fuera una novela, y de hecho se va a convertir en una serie de televisi¨®n, tendr¨ªa dos personajes principales: el fundador y CEO de Facebook, Mark Zuckerberg, y su directora de operaciones, Sheryl Sandberg. Esta ¨²ltima fue contratada en 2008 procedente de Google para que convirtiera lo que hasta entonces era una startup con p¨¦rdidas en una empresa rentable. Sandberg puso en marcha el giro de Facebook hacia la publicidad, lo que supuso el principio del fin para los nost¨¢lgicos de la red social.
Extracci¨®n de datos y privacidad
Un apunte ilustrativo del trato que Facebook ha dado a la privacidad de los datos es que, hasta 2015, los ingenieros de la empresa (ese a?o eran unos 17.000) ten¨ªan acceso a la informaci¨®n personal de cualquier usuario de la red social. Se incluyen ah¨ª direcci¨®n, n¨²mero de tel¨¦fono, fotograf¨ªas personales, amistades y parejas, afinidades pol¨ªticas y un largo etc¨¦tera de informaci¨®n que los usuarios comparten de motu propio.
Seg¨²n una investigaci¨®n de ProPublica, los datos cosechados por Facebook de cada usuario se desglosaban en 2018 en unas 50.000 categor¨ªas. ¡°Un anunciante pod¨ªa segmentar a los usuarios por preferencias religiosas, inclinaci¨®n pol¨ªtica, calificaci¨®n crediticia e ingresos; sab¨ªa, por ejemplo, que 4,7 millones de usuarios de Facebook probablemente residieran en casas con un valor neto de entre 500.000 y un mill¨®n de d¨®lares¡±, escriben Frenkel y Kang en Manipulados.
V¨¦liz considera un sinsentido que toda esa informaci¨®n sea gestionada por empresas privadas para su propio beneficio. ¡°Mientras vendamos y compremos datos siempre habr¨¢ incentivos para usarlos. Primero, porque se recopilar¨¢n m¨¢s de los necesarios, y segundo, porque se ofrecer¨¢n al mejor postor. Y muchas veces, como se vio con las escuchas de Pegasus, quienes compran esos datos no siempre tienen las mejores intenciones posibles en mente¡±, explica por tel¨¦fono.
Volviendo a Facebook, la compa?¨ªa present¨® hace un mes unas gafas inteligentes desarrolladas junto a Ray-Ban que incorporan en la montura dos videoc¨¢maras poco visibles. ¡°Lo que me asusta m¨¢s de eso es la agenda que hay detr¨¢s: que nos acostumbremos a llevarlas, a que nos graben todo el d¨ªa. Nos estamos convirtiendo en informantes para las empresas¡±, sostiene V¨¦liz.
En Privacidad es poder, la fil¨®sofa desarrolla la idea de que el negocio de los datos est¨¢ erosionando la democracia. ¡°No se nos trata a todos con igualdad, sino en funci¨®n del valor de los datos que cada uno aporta; la sociedad se polariza cada vez m¨¢s, porque el contenido que divide a la gente es el que mejor funciona. Si a eso le sumamos la propaganda pol¨ªtica personalizada, las injerencias extranjeras en elecciones o el esc¨¢ndalo de Cambridge Analytica, tenemos motivos para preocuparnos¡±, concluye.
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