Las obras de Shakespeare escritas por ¡°monos virtuales¡± cumplen 10 a?os
El ingeniero inform¨¢tico Jesse Anderson, que gener¨® el corpus del dramaturgo a base de segmentos aleatorios de nueve caracteres, reflexiona sobre lo que signific¨® para ¨¦l hacerse viral
Si un mono aporrease las teclas de una m¨¢quina de escribir durante un tiempo infinito, podr¨ªa producir cualquier texto, por ejemplo, las obras completas de Shakespeare. Esta es, en pocas palabras, la premisa central de lo que se conoce como el Teorema del Mono Infinito, que hace 10 a?os convirti¨® en viral a Jesse Anderson, un programador de Montana (Estados Unidos). ¡°En una de mis escenas favoritas de Los Simpsons, el se?or Burns le est¨¢ dando un tour de su casa a Homer y entra en una habitaci¨®n donde hay un mont¨®n de monos con m¨¢quinas de escribir. Esa fue la idea original¡±, recuerda en una entrevista por videollamada. ¡°Adem¨¢s, estaba aburrido y me gusta aprender nuevas tecnolog¨ªas¡±.
Anderson, que en aquellas fechas estaba aprendiendo a manejar el entorno de programaci¨®n Hadoop, especializado en gestionar grandes cantidades de datos, ten¨ªa ganas de probar los servicios de computaci¨®n en la nube de Amazon Web Services, que se hab¨ªan lanzado cinco a?os antes. As¨ª que se propuso escribir un programa capaz de generar segmentos de texto aleatorios hasta completar las obras del dramaturgo brit¨¢nico. Y lo consigui¨®. Y se hizo viral.
Su gesta la cantaron medios de todo el mundo. ¡°Unos pocos millones de monos virtuales est¨¢n a punto de recrear las obras completas de Shakespeare machacando teclas en m¨¢quinas de escribir virtuales¡±, proclamaba la BBC el 26 de septiembre de 2011. ¡°Las obras de Shakespeare, producidas por millones de monos amaz¨®nicos¡±, anunci¨® Engadget tres d¨ªas antes. En EL PA?S tambi¨¦n nos hicimos eco. ¡°Si la memoria no me falla, los primeros fueron Fox News y Gizmodo. Eso me dio el impulso para dejar el proceso en marcha hasta el final¡±, recuerda Anderson. ¡°Fue interesante descubrir el proyecto a trav¨¦s de los ojos de los periodistas, ver en qu¨¦ se fijaban¡±.
Al cabo de un mes y medio, el programa hab¨ªa completado el corpus del dramaturgo brit¨¢nico a base de segmentos aleatorios de nueve caracteres. Anderson no pretend¨ªa que las obras se completasen una a una ni rengl¨®n a rengl¨®n. Si las letras propuestas era un galimat¨ªas, se descartaban autom¨¢ticamente. Si coincid¨ªan con alg¨²n segmento de las obras, digitalizadas por el proyecto Gutenberg, se a?ad¨ªan a lo ya escrito. En este contexto, el texto del conocido pasaje de Macbeth, ¡°ser o no ser¡± ¡ªto be or not to be, en ingl¨¦s¡ª habr¨ªa sido igual de v¨¢lido como tobeornot o como eornottob. El mill¨®n de monos y sus m¨¢quinas de escribir eran puramente imaginarios; un recurso de Anderson para retratar la naturaleza aleatoria del proceso. Pero fueron, junto con la menci¨®n a Shakespeare, una parte fundamental del ¨¦xito del proyecto.
¡°La clave fue encontrar algo que apelaba a los sentimientos de la audiencia. Algo de lo que muchos hab¨ªan o¨ªdo hablar o que fuera curioso. Nada esot¨¦rico¡±, razona el programador. Lo que no tiene tan claro es si podr¨ªa reproducir aquel ¨¦xito en el internet actual: ¡°Hay muchas m¨¢s cosas compitiendo por tu atenci¨®n que haces diez a?os. Tal vez podr¨ªa ocurrir, pero creo que ahora estamos m¨¢s hastiados¡±.
En 2011, algunos portales pusieron en duda la importancia del hito desde el punto de vista tecnol¨®gico. Para Anderson, el objetivo no era hacer avanzar la ciencia ni inventar un nuevo m¨¦todo de creaci¨®n literaria. El reto de generar las obras de Shakespeare comparando los originales con segmentos de caracteres perder¨ªa complejidad, por ejemplo, si las propuestas son, una a una, las letras del abecedario. De hecho, este es el modelo que aplic¨® inicialmente, para verificar que el c¨®digo estaba bien estructurado. El proceso dur¨® 20 segundos. ¡°El proyecto no se habr¨ªa viralizado si hubiese durado solo tres o seis horas. Necesitaba algo de margen. Algo de seriedad¡±, explica. ¡°Lo que hice fue intentar invitar a la gente a seguir el proyecto, a ver qu¨¦ hab¨ªa cambiado en los ¨²ltimos 30 minutos y c¨®mo iba avanzando su obra favorita de Shakespeare¡±.
Con la tecnolog¨ªa actual, incluso la generaci¨®n por segmentos de nueve caracteres se completar¨ªa en un suspiro. Pero tambi¨¦n han surgido otros modos de afrontar el problema. ¡°Hay un algoritmo gen¨¦tico en el que comienzas con un bloque que se va ajustando hasta el punto de crear algo¡±, se?ala. Por ejemplo, si Romeo y Julieta tienen 50.000.000 de caracteres, se empieza con un conjunto de esa extensi¨®n y se van introduciendo modificaciones aleatorias hasta que el resultado es, letra a letra, la tragedia de los Montesco y los Capuleto. ¡°O podr¨ªamos tomar la ruta de la inteligencia artificial y entrenar un algoritmo con textos de la ¨¦poca para ver si podr¨ªa recrear Macbeth. Ser¨ªa interesante, aunque no creo que sea posible ahora mismo¡±, a?ade.
Anderson no se hizo rico con el mill¨®n de monos. Pasados los primeros fogonazos informativos, la atenci¨®n que capt¨® el proyecto se fue diluyendo y lleg¨® la hora de volver a la vida normal y a las rutinas de su empleo de entonces, en una compa?¨ªa financiera. ¡°Entonces descubr¨ª que estaba trabajando en el lugar equivocado. All¨ª no valoraban la creatividad¡±, recuerda. Desalentado por la indiferencia de sus compa?eros, el programador decidi¨® aprovechar los ¨²ltimos coletazos de popularidad de sus monos amaz¨®nicos para buscar un nuevo empleo. Primero pas¨® por Cloudera, una empresa especializada en la gesti¨®n de datos en la nube, y despu¨¦s fund¨® su propia empresa.
Para quienes est¨¦n buscando una oportunidad como la que ¨¦l tuvo, un viral que les cambie la suerte, Anderson recomienda buscar algo interactivo, que importe a la gente, que tenga alg¨²n elemento humano o que estimule nuestra curiosidad intentando responder a preguntas para las que no tenemos respuesta. ¡°Pero lo m¨¢s importante, y esto es algo que la gente de perfiles t¨¦cnicos suele olvidar, es que vas a tener que echarte flores¡±, advierte. La noche que puso en marcha su proyecto, Anderson pas¨® horas enviando correos a los medios explicando la historia del mill¨®n de monos. Cuando despert¨®, ten¨ªa la bandeja de entrada repleta.
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