No tienes que esperar al metaverso: ya vives en el futuro
A veces nos parece que el presente no est¨¢ a la altura de lo que esper¨¢bamos d¨¦cadas atr¨¢s. Pero mira a tu alrededor
Esta semana el creador de Facebook, Mark Zuckerberg, anunci¨® que su compa?¨ªa va a construir el Metaverso, un internet inmersivo, que es un mito del futurismo de los a?os noventa. Cuando la red todav¨ªa era una idea confusa, a menudo imagin¨¢bamos que ser¨ªa as¨ª: una realidad virtual en 3D, no algo que miras en una pantalla, sino un lugar al que ¡°entras¡± con un avatar. Si nuestros ordenadores usaban la met¨¢fora del escritorio, internet usar¨ªa la met¨¢fora del universo paralelo. As¨ª era la Matriz de Neuromante (1984), que luego inspir¨® la pel¨ªcula Matrix (1999), y as¨ª era la red de Snow Crash (1993), la obra que invent¨® el t¨¦rmino que ahora recupera Zuckerberg, la historia de un repartidor de pizza en el mundo real, que era un pr¨ªncipe guerrero en el Metaverso.
Luego internet tom¨® una forma m¨¢s convencional, la del tel¨¦fono con pantalla, seguramente por buenos motivos. El metaverso que proponen Zuckerberg y otros me despierta dudas, porque no s¨¦ si ser¨¢ pr¨¢ctico ni sano. Pero tambi¨¦n me produce nostalgia. Despu¨¦s del anuncio, pens¨¦ que 2022 no est¨¢ a la altura de lo que esper¨¢bamos del futuro. Para mi generaci¨®n es una broma recurrente preguntarnos por los coches voladores o por el aeropat¨ªn de Regreso al Futuro, previsto para 2015. ?D¨®nde est¨¢n esas cosas?
Pero es un error sentirnos estafados, porque s¨ª vivimos en el futuro.
No llega en la forma prevista, pero nos rodea. Cuesta darse cuenta porque te alcanza poco a poco, como le pasa a las ranas (ficticias) que se hierven sin inmutarse si la temperatura sube despacio. Pero si miramos alrededor, es f¨¢cil ver el futuro.
Estos d¨ªas, hay un volc¨¢n en erupci¨®n en La Palma que cada noche es sobrevolado por un sat¨¦lite, que env¨ªa las im¨¢genes que a la ma?ana siguiente puedes ver en este peri¨®dico, sin salir de la cama.
El a?o pasado se desarroll¨® una vacuna con ingenier¨ªa gen¨¦tica contra un virus emergente. El principio de esa vacuna existi¨® en laboratorios de Alemania y EE UU casi al mismo tiempo en que el virus los alcanzaba. No han pasado dos a?os y hemos vacunado media poblaci¨®n mundial.
Hay buenas noticias. Si tengo un ni?o en 2022 en Espa?a, tendr¨¢ una esperanza de vida 10 a?os mayor a la que tuve yo al nacer.
Y hay transformaciones. Una elecci¨®n central en la vida de millones de personas se hace de una forma nueva: ahora la mitad de las parejas se conocen por internet. Ser¨¢ mejor o peor, pero es distinto.
Esta ma?ana no he hecho nada especial, pero antes de salir de casa he le¨ªdo prensa de medio mundo. He puesto m¨²sica hablando solo ¡ª¡±Alexa, pon m¨²sica¡±¡ª, y no s¨¦ ni qu¨¦ sonaba, pero sonaba bien.
La informaci¨®n ha dejado de ser un bien escaso. Ahora lo escaso es la atenci¨®n.
Por encima de todo est¨¢ el v¨¦rtigo de lo que pasa en tu tel¨¦fono. No hace mucho, las personas que viv¨ªan lejos de su familia hac¨ªan una llamada semanal y colgaban deprisa porque costaba dinero. No era raro ver gente que se desped¨ªa llorando. Ahora usas tu m¨®vil para saber de tus padres, pero tambi¨¦n para hacer mil cosas: para llegar de un sitio a otro, para entretenerte, para escuchar un podcast mientras planchas, para conocer sobrinos, para opositar, para cocinar y hasta para discutir con desconocidos que realmente te dan igual.
Pero no quiero sonar como un total tecno-optimista, porque tambi¨¦n son futuristas nuestros problemas. Los adultos pasamos tres o cuatro horas diarias conectados al m¨®vil, y eso nos preocupa con raz¨®n: ?Qu¨¦ le hace a nuestro cerebro esa simbiosis? O pensad en el gran acontecimiento de esta semana, que parece un clich¨¦ de ficci¨®n dist¨®pica: se est¨¢ celebrando una reuni¨®n de l¨ªderes mundiales para tratar de impedir que el planeta acabe siendo inhabitable.
El futuro llega y hay cosas que cambian.
Debemos aceptar, no obstante, que otras seguir¨¢n siendo parecidas. Si las personas tenemos un impulso tribal, por decir algo, no es raro que acabemos montando tribus en internet, aunque en teor¨ªa podr¨ªamos conversar con gente superdiversa. Nuestra naturaleza impone l¨ªmites: las personas queremos dos cosas al mismo tiempo, aunque sea imposible; y nos cuesta sentirnos muy felices durante mucho tiempo, por muy bien que nos vaya. En el Metaverso seguir¨¢ siendo as¨ª. Puede que sea ¨²til o divertido reunirnos en un mundo paralelo, pero cabe dudar de su poder: si est¨¢s triste una ma?ana lluviosa, podr¨¢s cambiar la lluvia por un sol virtual, ?pero no seguir¨¢s triste?
Cada dos semanas, Kiko Llaneras escribir¨¢ una columna sobre tecnolog¨ªa y su intersecci¨®n con nuestro d¨ªa a d¨ªa. Esta es la primera.
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