Entramos en la era del cient¨ªfico-robot
Los androides que propone Hiroaki Kitano, responsable tecnol¨®gico de Sony, podr¨ªan probar todas las hip¨®tesis imaginables que genere un sistema de inteligencia artificial e ir desechando las incorrectas
La ciencia ha transformado la realidad en la que vivimos, sin embargo, cuando uno reflexiona sobre ella, la ciencia es casi imposible de definir. Por lo general, los cient¨ªficos prestan atenci¨®n a aspectos de la realidad, que se pueden medir (aunque no siempre) y a intentar crear relaciones m¨¢s o menos l¨®gicas entre esos aspectos, que nos permitan pronosticar alg¨²n evento que nos parece interesante o ¨²til, por ejemplo, la fecha precisa de un eclipse, la predicci¨®n del tiempo que har¨¢ ma?ana, o la eficiencia de un f¨¢rmaco. Hay muchos arquetipos de cient¨ªficos: f¨ªsicos-te¨®ricos, bioqu¨ªmicos, ge¨®logos, neurocient¨ªficos¡ Cada uno estudia o ilumina ciertos aspectos de la realidad usando t¨¦cnicas y paradigmas diferentes. Para m¨ª la ¨²nica definici¨®n posible, por el momento, es ¡°ciencia es lo que hacen los cient¨ªficos¡±.
Los f¨ªsicos, por ejemplo, usamos intuici¨®n, matem¨¢ticas, computaci¨®n, experimentos, etc. en un proceso donde los descubrimientos surgen de una mezcla de conocimiento previo, colaboraci¨®n, competici¨®n, casualidades, fuerza bruta y hasta en algunos casos cabezoner¨ªa en no abandonar una idea que todos dan por in¨²til en tu entorno. Desde luego, la ciencia no sigue fielmente el llamado m¨¦todo cient¨ªfico, que idealiza nuestra desordenada actividad como un proceso algor¨ªtmico, donde se formulan modelos basados en hip¨®tesis que posteriormente se validan, o falsifican, comparando con datos reales.
El descubrimiento surge de una manera an¨¢rquica, las hip¨®tesis se abandonan, se modifican sobre la marcha, la idea surge de los sitios inesperados, sobre todo como premio al trabajo duro y la perseverancia. De hecho, esas narrativas del proceso cient¨ªfico, como algo ordenado, tambi¨¦n favorecen la explotaci¨®n de los que llevan a cabo la parte m¨¢s dura de la ciencia, las horas interminables en el laboratorio de estudiantes de doctorado, becarios y postdocs en condiciones laborales precarias. La complejidad y la dureza de la labor se tapa con narrativas intelectuales y racionales sobre el m¨¦todo cient¨ªfico.
Decidir si algo es ciencia respetable es un proceso todav¨ªa m¨¢s complejo, un di¨¢logo entre cient¨ªficos, sociedad, pol¨ªtica e historia que decide si algo merece reconocerse como ciencia o no. La ciencia es conservadora, y proponer nuevas ideas que se salgan del estrecho marco de lo admitido es normalmente una batalla dur¨ªsima: la revista cient¨ªfica Nature ha publicado recientemente un estudio que nos confirma que, hoy en d¨ªa, es m¨¢s dif¨ªcil que nunca ser un cient¨ªfico disruptor. Si quieres que te vaya bien como cient¨ªfico, s¨¦ hombre, de clase media y, sobre todo, d¨¦jate llevar por la corriente de lo que hacen la mayor¨ªa de los cient¨ªficos de tu campo.
Lo que s¨ª se puede decir sobre la ciencia es que situamos a la raz¨®n, a la l¨®gica, en el centro de su actividad. Hacer ciencia es una manera establecida de preguntar hasta qu¨¦ punto la l¨®gica describe la realidad. Dos ejemplos muy importantes son los famosos teoremas de incompletitud, sobre las limitaciones de la l¨®gica en aritm¨¦tica (demostrados por Kurt G?del en 1931) y la famosa m¨¢quina de Turing (1936), que ayuda a los cient¨ªficos a entender los l¨ªmites del c¨¢lculo algor¨ªtmico, y que propici¨® la llegada de los ordenadores digitales.
Fue precisamente la llegada de los computadores digitales, a mediados del siglo XX, lo que nos permiti¨® estudiar y aplicar la l¨®gica de una manera m¨¢s objetiva, para entender su capacidad de descifrar aspectos de la realidad e incluso intentar modificarla de una manera automatizada, usando m¨¢quinas. No es sorprendente, por lo tanto, que los descubrimientos cient¨ªficos hayan sido un tema importante en la investigaci¨®n sobre inteligencia artificial, ya desde los a?os 1960. Con el gran desarrollo de la IA en la ¨²ltima d¨¦cada, esta idea empieza a ganar tracci¨®n.
Hace unas semanas, en el Departamento de F¨ªsica de Oxford nos visit¨® Hiroaki Kitano, pionero de la rob¨®tica, que actualmente es el CTO (m¨¢ximo responsable del departamento tecnol¨®gico) de Sony, para darnos un seminario sobre su plan de crear un robot capaz de ganar un premio Nobel, lo que ¨¦l llama el Nobel Turing Challenge. Su tesis principal es que, si uno logra automatizar el trabajo manual y repetitivo del laboratorio, un robot cient¨ªfico podr¨ªa probar todas las hip¨®tesis imaginables e ir desechando las incorrectas. Kitano propone que estos robots eliminar¨ªan la necesidad de la intuici¨®n y de la serendipia en la investigaci¨®n. Los robots de Kitano ejecutar¨ªan un m¨¦todo cient¨ªfico basado en la fuerza bruta, capaz de ir probando todas las posibilidades que pueda generar un sistema de IA.
Es una proposici¨®n filos¨®fica interesante, que implica que esas hip¨®tesis se pueden explorar en tiempo finito y quiz¨¢ subestima lo extremadamente resistente al progreso que son la mayor¨ªa de las comunidades cient¨ªficas. Probablemente por esto ¨²ltimo, es algo que se va a probar, no solo en Jap¨®n. El pasado 1 de noviembre, la DARPA (Agencia de Proyectos de Investigaci¨®n Avanzados de Defensa), del Departamento de Defensa de EE UU, hizo p¨²blico su nuevo programa Modelos fundamentales para el descubrimiento cient¨ªfico, que tiene como objetivo explorar, desarrollar y demostrar un agente de IA como un cient¨ªfico aut¨®nomo. Entramos en la era del cient¨ªfico-robot.
Mientras escuchaba la conferencia de Kitano se me ven¨ªa constantemente a la cabeza El elogio de la sombra, un ensayo que Junichiro Tanizaki escribi¨® en 1933. En el brillant¨ªsimo texto, Tanizaki recapacita sobre est¨¦tica en una ¨¦poca en la que Jap¨®n ya se hab¨ªa convertido en un pa¨ªs moderno, industrializado, e iluminado por la luz el¨¦ctrica. Tanizaki delibera sobre c¨®mo los occidentales intentan iluminar todos los aspectos de la realidad con la luz del progreso ¡°hasta acabar con el menor resquicio, el ¨²ltimo refugio de la sombra¡± y observa como los japoneses tambi¨¦n empezaban a olvidarse de ¡°la magia de la sombra¡±.
Tanizaki nos invita a pensar si tiene sentido, intentar iluminarlo todo y renunciar as¨ª a ¡°desvelar el universo ambiguo donde sombra y luz se confunden¡±. Yo creo, que al enfrentarnos a la IA, nos situamos en una situaci¨®n an¨¢loga a la de Tanizaki; con luz el¨¦ctrica o sin ella, con robots o sin ellos, la profunda relaci¨®n de los humanos con la realidad no se basa solo en iluminar objetos con la raz¨®n, sino tambi¨¦n en adentrarnos en la oscuridad misteriosa, que en su inmensidad nos ofrece infinitas posibilidades para seguir encontrando los tesoros racionales que se esconden en la sombra. Parece que pronto podremos ir a buscar esos tesoros acompa?ados por cient¨ªfico-robots.
Sonia Contera es Catedr¨¢tica de F¨ªsica de la Universidad de Oxford y autora de ¡°Nanotecnolog¨ªa viva¡± (Arpa Editores, 2023).
Puedes seguir a EL PA?S Tecnolog¨ªa en Facebook y X o apuntarte aqu¨ª para recibir nuestra newsletter semanal.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.