?Los adolescentes son una generaci¨®n ansiosa? Llega el debate definitivo sobre m¨®viles y j¨®venes
El psic¨®logo social Jonathan Haidt, el mayor promotor de la idea de que los tel¨¦fonos han causado una enorme crisis de salud mental, acaba de publicar un libro que resume su posici¨®n. Sus detractores critican la falta de evidencia de sus argumentos
El psic¨®logo social Jonathan Haidt acaba de sacar en ingl¨¦s su libro La generaci¨®n ansiosa. Por qu¨¦ las redes sociales est¨¢n causando una epidemia de enfermedades, que llegar¨¢ a Espa?a el 29 de mayo (Deusto). En una semana es el libro m¨¢s vendido en no ficci¨®n en las listas de Amazon y el New York Times y es el tercero en todas las categor¨ªas en general de Amazon. Haidt, que es profesor en la Universidad de Nueva York y autor de otros superventas, lleva a?os escribiendo art¨ªculos y recopilando literatura sobre una creciente crisis global de salud mental entre adolescentes. Tiene varios documentos colgados en internet (uno de ellos, con 340 p¨¢ginas) donde recopila la evidencia. Su hip¨®tesis es que la causa de esa crisis es la explosi¨®n en el uso de m¨®viles y redes sociales.
Congratulations @JonHaidt! The Anxious Generation is an instant #1 New York Times bestseller!https://t.co/DUrAWiAymp pic.twitter.com/XySniJ6MGK
— penguinpress (@penguinpress) April 3, 2024
Frente a Haidt hay un grupo de acad¨¦micos que cree que la evidencia de lo que afirma no es clara. La revista Nature ha publicado una cr¨ªtica del libro donde lamenta que contribuya a una ¡°histeria¡± sin fundamento: ¡°Cientos de investigadores, incluy¨¦ndome yo, hemos buscado el tipo de efectos sugeridos por Haidt. Nuestros esfuerzos han producido una mezcla de asociaciones nulas, peque?as y mixtas¡±, escribe la profesora Candice Odgers, que lleva 20 a?os estudiando el fen¨®meno.
Este debate entre profesores se ha convertido en uno de los retos tecnol¨®gicos m¨¢s importantes de la d¨¦cada. Millones de padres se preguntan qu¨¦ hacer y forman grupos donde comparten temores y art¨ªculos. Hay tantos argumentos plausibles en favor de cada bando que al final queda casi una batalla cultural: quienes creen que las pantallas son sobre todo perjudiciales, contra quienes creen que no hay para tanto y que cada ¨¦poca tiene su p¨¢nico moral ante las novedades.
El objetivo ¨²ltimo del debate es convencer a legisladores en EE UU y en Europa. Haidt tiene sus propuestas y el grupo de acad¨¦micos teme brochazos innecesarios y sin sentido. Estos son los argumentos principales para entender el debate.
1. La dificultad de aislar el problema
A partir de inicios de la d¨¦cada de los 2010 empiezan a crecer la depresi¨®n, la ansiedad y las tendencias suicidas entre adolescentes. Tambi¨¦n crece su tiempo online. Haidt dice que esta correlaci¨®n es causal: el tiempo online provoca la crisis de salud mental.
La diferencia entre correlaci¨®n y causalidad es uno de los mayores debates en la academia, es decir, que dos tendencias ocurran a la vez no significa que una cause la otra. Esa es la pelea b¨¢sica. Hay acad¨¦micos que dicen que podr¨ªa ser al rev¨¦s: adolescentes con problemas previos de salud mental podr¨ªan usar m¨¢s sus m¨®viles.
Tambi¨¦n queda por definir qu¨¦ exactamente causa el problema del uso del m¨®vil: ?Todas las redes por igual? ?Instagram, sus likes y selfis? ?El algoritmo y la pasividad de consumo en TikTok? ?Los v¨ªdeos de YouTube? ?El peligro del porno? ?La infinita cantidad de informaci¨®n?
Haidt da especial importancia a la crisis en chicas adolescentes y al consumo pasivo de v¨ªdeos breves que aletargan la actividad y el desarrollo juvenil. Los acad¨¦micos que creen que necesitan m¨¢s investigaci¨®n dicen que puede cambiar mucho por edad, g¨¦nero y pa¨ªs. La tasa de suicidios ha crecido entre chicas adolescentes, pero ha crecido m¨¢s entre hombres adultos. ?Es la causa la misma?
2. Si no son los m¨®viles, qu¨¦ es
Nadie niega que hay m¨¢s problemas de salud mental entre j¨®venes. Las dudas que plantean los acad¨¦micos son de tres tipos: uno, que es muy curioso que de repente empiecen a creer los problemas de salud mental como si alguien hubiera encendido un interruptor. ?Es posible que usar un m¨®vil provoque repentinos problemas generacionales? Haidt establece ese inicio hace precisamente 12 a?os para j¨®venes nacidos a partir de 1995: ¡°Mi afirmaci¨®n es que la nueva infancia basada en m¨®viles que tom¨® forma hace unos 12 a?os enferma a los j¨®venes y bloquea su progreso hacia el florecimiento en la edad adulta¡±, escribe en The Atlantic. Entonces fue cuando cambi¨® todo: ¡°Fue en este breve per¨ªodo, de 2010 a 2015, que la infancia en Estados Unidos (y muchos otros pa¨ªses) se reconfigur¨® en una forma m¨¢s sedentaria, solitaria, virtual e incompatible con un desarrollo humano saludable¡±.
Dos, ese crecimiento podr¨ªa ser provocado porque hay m¨¢s sensibilidad social y estamos m¨¢s abiertos a hablar y etiquetar la ansiedad o la depresi¨®n. Esta semana la catedr¨¢tica Margarita Le¨®n se preguntaba en EL PA?S si son machistas los j¨®venes. En su respuesta dec¨ªa que deb¨ªa tenerse en cuenta que el entorno social es mucho m¨¢s igualitario que hace un par de d¨¦cadas y que la manera de medir no puede ser la misma que antes.
Y tres, simplemente hay otras causas: ¡°Los investigadores citan el acceso a las armas, la exposici¨®n a la violencia, la discriminaci¨®n estructural y el racismo, el sexismo y el abuso sexual, la epidemia de opioides, las dificultades econ¨®micas [por la crisis de 2008] y el aislamiento social como principales contribuyentes¡±, dice Odgers en Nature. Es extremadamente dif¨ªcil aislar variables y calcular el impacto de cada fen¨®meno en vidas que son a la fuerza distintas. Seguimos esperando la evidencia definitiva.
3. La necesidad de caerse solitos por el barranco
Los adolescentes hist¨®ricamente han sido famosos por hacer todo mal. ?Por qu¨¦ esta generaci¨®n iba a ser distinta? Tener la opci¨®n de usar el m¨®vil para socializar, aprender y equivocarse ser¨¢ un modo de hacerse m¨¢s duros, de caerse por el barranco y levantarse como han hecho otros antes.
Haidt dice que no. No es lo mismo soportar las risas de tus compa?eros de clase por no saber una ra¨ªz cuadrada que de todo el colegio por una foto fea en Instagram. La magnitud es diferente y ese nivel de cr¨ªtica no ayuda al desarrollo de los j¨®venes, que optan por empeque?ecerse y no enfrentarse a turbas digitales.
El te¨®rico tambi¨¦n hace una prueba oral con sus alumnos de la universidad. Les pregunta si usan Netflix y TikTok. Casi todos levantan la mano, m¨¢s con Netflix que con TikTok. Luego les pregunta si les gustar¨ªa que desapareciera. Nadie levanta la mano con Netflix, pero s¨ª muchos con TikTok.
Haidt concluye que las redes no son un deseo oculto de los adolescentes como los videojuegos o el porno. Es un problema colectivo. Usan las redes porque todo el mundo est¨¢ ah¨ª, pero si desaparecieran de golpe no les importar¨ªa tanto. El problema con esto sigue siendo c¨®mo generalizar algo que cada cual usa distinto y que no tiene marcha atr¨¢s: cuando lleguen a adultos las redes, los likes y el porno seguir¨¢n ah¨ª.
4. Hagamos algo ahora que a¨²n estamos a tiempo
Haidt se pone pocos l¨ªmites en sus comparaciones: ¡°Las empresas de redes sociales como Meta, TikTok y Snap a menudo se comparan con las empresas tabacaleras, pero eso no es realmente justo para la industria del tabaco¡±, escribe. Haidt ve una diferencia: la mayor¨ªa de adolescentes en 1997 no fumaba. Ahora, en cambio, todos est¨¢n en redes.
El escritor tambi¨¦n admite que podr¨ªa estar equivocado. Aun as¨ª, cree que un poco de prudencia es preferible: ¡°Si escuchas a los que dan la voz de alarma y resulta que nos equivocamos, los costes son m¨ªnimos y reversibles. Pero si escuchas a los esc¨¦pticos y resulta que se equivocan, los costos son mayores y m¨¢s dif¨ªciles de revertir¡±, dice.
Haidt pide que las familias no den m¨®viles inteligentes hasta el instituto, que los j¨®venes no tengan ninguna cuenta propia en redes hasta los 16 a?os (s¨ª, por ejemplo, usar YouTube, pero sin darte de alta para no dar informaci¨®n a las tecnol¨®gicas sobre tus gustos) y nada de m¨®viles en el colegio para fomentar la relaci¨®n personal y la educaci¨®n. Haidt tiene una cuarta petici¨®n no tecnol¨®gica: desde los 80 los padres son demasiado protectores. Los j¨®venes deben explorar m¨¢s el mundo solos, por su cuenta, tanto jugando como charlando en parques. Ese esfuerzo debe ir en paralelo a no dar m¨®viles.
Aqu¨ª es donde m¨¢s se acercan las posturas. Los acad¨¦micos creen que las redes y m¨®viles pueden tener efectos. Pero quieren ahondar menos en grandes campa?as o legislaci¨®n y m¨¢s en responsabilizar a las plataformas: ¡°Dado el mucho tiempo que los j¨®venes pasan en las redes, hay que requerirles reformas considerables¡±, dice Odgers.
Haidt se reuni¨® en 2019 con Mark Zuckerberg y le pidi¨® que por favor hicieran algo para no permitir cuentas a menores de 13 a?os. Zuckerberg le dijo: ¡°Lo miraremos¡±. Y hasta hoy. El foco en las tecnol¨®gicas es un reto m¨¢s complejo, pero la legislaci¨®n europea y estadounidense avanza.
5. El sufrimiento de los adultos
Una de las diferencias hist¨®ricas en esta crisis moral con otras anteriores es que esta vez los adultos est¨¢n igual de afectados por los m¨®viles que los adolescentes. Hab¨ªa menos adultos jugando a videojuegos o leyendo c¨®mics violentos hace unas d¨¦cadas. Pero ahora son los propios adultos los que ven c¨®mo el m¨®vil ha conquistado sus vidas. Y no saben controlarlo del todo. Este temor afecta a su percepci¨®n de c¨®mo lo gestionar¨¢n sus hijos.
Nadie niega que estas plataformas han tra¨ªdo beneficios a minor¨ªas, movimientos sociales o simplemente comodidad y entretenimiento. Pero, como toda tecnolog¨ªa, tiene su lado oscuro. ?Hay que limitar su acceso a los adolescentes como sociedad? ?Hay que dejarlo en manos de las familias? ?Hay que obligar a las tecnol¨®gicas a que se cuadren? Ahora ya empieza el debate definitivo, aunque falte parte de la evidencia.
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