Las series ya no se hacen como 'Modern Family¡¯, la ¨²ltima gran familia televisiva
La comedia termina en su und¨¦cima temporada como una de las pocas supervivientes de un g¨¦nero a?ejo
Modern Family es como esa t¨ªa lejana del pueblo a la que llevas a?os sin ver. Cuando te dan la noticia de que ha muerto, no puedes evitar que te d¨¦ cierta pena, echar una lagrimita. Siempre te recordar¨¢ a tus veranos de infancia, aunque eres consciente de que hace tiempo que cumpli¨® suficientes a?os como para decir aquello de ¡°era mayor, ha vivido mucho¡±. Porque pese a que dej¨¦ a los Pritchett y a los Dunphy hace unos tres a?os, a mitad de su octava temporada, he pasado m¨¢s tiempo con ellos que con una buena parte de los miembros de mi familia.
M¨¢s all¨¢ de altibajos c¨®micos, Modern Family personifica un tipo de serie en extinci¨®n, algo mucho m¨¢s importante que un producto televisivo. Echaremos de menos su presencia abstracta, su relevancia televisiva, ese momento en el que sobrellevado por la nostalgia me pon¨ªa a mirar c¨®mo hab¨ªan crecido los ni?os o si hab¨ªa nacido alg¨²n nuevo miembro de la familia. Con ellos hac¨ªa lo mismo que con el instagram de mis amigos del colegio a los que nunca seguir¨ªa pero de quienes un d¨ªa me acuerdo para cotillear. Esa es la grandeza de Modern Family, que, como la televisi¨®n de toda la vida, era algo m¨¢s que tele, era compa?¨ªa, relax y un reconfortante abrazo. Sientes que son parte de tu vida, amigos y familia a los que cuando vuelvas a ver, todo seguir¨¢ igual. A eso han jugado estos ¨²ltimos d¨ªas sus actores, subiendo lacrim¨®genos v¨ªdeos de sus despedidas a sus redes, con los que era f¨¢cil ponerse a llorar.
Modern Family era la vida. Quiz¨¢s todo parec¨ªa igual de un episodio a otro, pero siempre evolucionaban, cambiaban, viv¨ªan¡ De repente hab¨ªa nuevos reto?os, Lily crec¨ªa y crec¨ªa, Alex, Luke y Manny se graduaban, iban a la universidad y hasta la acababan, volv¨ªan amores pasados, y, ay, como en el paso m¨¢s triste de nuestra madurez, los abuelos y bisabuelos mor¨ªan. Al contrario de la moda actual de Netflix de recortar todas sus series a cuatro temporadas (para no pagar tanto a sus repartos y por la falta de atenci¨®n duradera del mundo actual), los 11 a?os de la serie de Steven Levitan te dejaba entrar en un terreno en el que el cine nunca podr¨¢ competir: el cambio constante de la vida. Y, de paso, pasear por historias contempor¨¢neas reflejo de nuestra sociedad. Cuando por fin se legaliz¨® en EE UU el matrimonio homosexual, esto abri¨® por ejemplo la puerta a que Mitchell y Cameron, la pareja m¨¢s carism¨¢tica de la serie, dieran el paso que la sociedad les hab¨ªa negado. Al estilo Modern Family, sin grandes reclamaciones ni mensajes pol¨ªticos. C¨¢lido y comprensivo.
Una normalidad con la que las series se cuelan en todos los estratos sociales. En la carrera presidencial estadounidense de 2012, Mitt Romney reconoc¨ªa que esta sitcom que ha allanado el camino de la vieja a la nueva televisi¨®n (tanto en fondo como en forma) era su favorita. S¨ª, un conservador morm¨®n -con su superpoderosa ropa interior aunque sin m¨²ltiples mujeres- opuesto a cualquier uni¨®n entre el mismo sexo (incluso lo quiso prohibir en la Constituci¨®n) ve¨ªa cada semana con su familia numerosa a una pareja gay casada y con una hija vietnamita.
Esa familia se unir¨¢ ahora a los Bunker, los Brady, los Ewings y los Addams como un clan clave en la historia de la tele, marcando as¨ª el fin de una era. ?Habr¨¢ otro fen¨®meno familiar tan longevo como aquellos? Seguramente no. Si en el futuro alguien abre una c¨¢psula de series para entender c¨®mo ¨¦ramos, no estar¨ªa mal que se encuentren con sus 250 cap¨ªtulos. Mejor eso a que piensen que somos como los Roy de Succession.
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