La conversaci¨®n de Gabilondo en la tele de las catacumbas
¡®Volver para ser otros¡¯ junta a un pu?ado de sabios para charlar un rato y recuperar cierto tono intelectual, entre tanto balbuceo, tanto grito y tanta ansiedad sin medicar
I?aki Gabilondo llama ¡°consideraciones a vuelapluma¡± a la hora larga de televisi¨®n de urgencia y desde las catacumbas que ha titulado Volver para ser otros (Movistar +). Es una forma modesta de referirse a un programa ciertamente modesto (como lo son todos en esta tele de resistencia y webcam), pero gigante en su ambici¨®n. Juntar a un pu?ado de mentes para charlar un rato y recuperar cierto tono intelectual, entre tanto balbuceo, tanto grito y tanta ansiedad sin medicar, sosiega m¨¢s que mil performances balconeras y sirve para convencernos de que no hemos perdido la human¨ªsima capacidad de conversar.
Este desastre ha sorprendido con el pie cambiado a muchos referentes del pensamiento, que no han desmerecido, en vehemencia bocazas, al m¨¢s histri¨®nico de los tertulianos. Por eso conmueve el tono de confidencia y cautela con el que Gabilondo ha convocado a sus sabios, que han puesto palabras sensatas al encogimiento de hombros y a la perplejidad que nos paraliza a tantos.
No importa tanto lo que se dijo en el programa, aunque se expresaron ideas interesantes, como la posibilidad de decirlas. El clima de conversaci¨®n y el ritmo pausado de quien no vende remedios ni tiene bolas de cristal para saber qu¨¦ suceder¨¢ son b¨¢lsamos suficientes. Necesitamos puntos de partida, no de llegada.
Me quedo con tres nociones: Eudald Carbonell abog¨® por una nueva ¡°conciencia de especie¡±; Javier Gom¨¢ record¨® que todo lo que hace que la vida sea digna de ser vivida nace de la conciencia de vulnerabilidad del ser humano, y Jos¨¦ Mar¨ªa Ridao invit¨® a dejar de conjugar los verbos de forma impersonal, a decir ¡°Hay que hacer¡± en vez de ¡°vamos a hacer¡±.
Ser¨¢n ¡°consideraciones a vuelapluma¡±, casi clandestinas, improvisadas desde sof¨¢s y dormitorios desordenados, pero son los primeros rayos de lucidez que se abren paso en un bosque de histeria y reproches.
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