Una d¨¦cada infiltrado en el universo norcoreano sin dejar de filmar
Filmin estrena un documental en el que el dan¨¦s Mads Gr¨¹bber se adentra con c¨¢mara oculta en los vericuetos m¨¢s secretos del r¨¦gimen de Kim Jong-un
El documentalista Mads Br¨¹gger (Copenhague, 48 a?os) tiene vetado entrar en Corea del Norte desde que en su primer viaje a la dictadura m¨¢s feroz y fascinante del mundo film¨® una obra sat¨ªrica que no hizo ninguna gracia al r¨¦gimen (se titulaba The Red Chapel). Por eso, acept¨® cuando un compatriota se ofreci¨® a infiltrarse en la Asociaci¨®n danesa de Amigos de Corea del Norte, un grupo de mujeres y hombres jubilados tan inofensivos en apariencia como ardientes defensores del r¨¦gimen m¨¢s totalitario (y extravagante). ¡°Ten¨ªa muy pocas expectativas. Pens¨¦ que ¨¦l perder¨ªa el inter¨¦s¡±, explica el director de El infiltrado (en Filmin) desde Copenhague en una entrevista por videollamada el jueves pasado. Pero el topo, Ulrich Larsen, mantuvo el inter¨¦s mucho m¨¢s all¨¢ de lo esperado, aunque el peligro creci¨® exponencialmente. Los dos episodios, grabados en buena medida con c¨¢mara oculta, son el fruto de sus 10 a?os infiltrado.
Larsen, entonces un chef de treinta y tantos a?os, esposa e hijos, ten¨ªa tiempo libre para embarcarse en una misi¨®n que requiere paciencia porque, desde que una enfermedad cr¨®nica le apart¨® de los fogones, recibe una pensi¨®n del Estado dan¨¦s. De su mano, Br¨¹gger entra hasta la cocina de lo que parece uno de los secretos mejor guardados de la ¨²ltima dinast¨ªa leninista: c¨®mo funciona el sistema para vender armas ¡ªpistolas, submarinos o misiles de alcance medio¡ª y metanfetaminas burlando las sanciones de la ONU por las pruebas nucleares.
El espa?ol Alejandro Cao de Ben¨®s, durante a?os el gran emisario y propagandista del r¨¦gimen en Occidente, es la persona a la que el infiltrado recurre para ir gan¨¢ndose la confianza de los norcoreanos con reuniones entre camaradas europeos admiradores de Pyongyang. Y funciona. ¡°Yo ten¨ªa mis sospechas sobre Cao de Ben¨®s¡±, dice el documentalista, que recurri¨® al catal¨¢n para realizar aquel primer viaje a Corea del Norte. ¡°Pensaba que era una especie de buf¨®n. Era dif¨ªcil creer que gente con poder le tomara en serio. Pero en la reuni¨®n de Oslo se quita la m¨¢scara y revela ser otra persona. Un tipo peligroso, una persona crucial en la red de actividades criminales, salt¨¢ndose las sanciones¡±, a?ade. Destaca Br¨¹gger que a lo largo de las negociaciones con el topo, el espa?ol ¡°cumple lo que promete¡±.
Junto a lo que las im¨¢genes revelan y como en cualquier obra de esp¨ªas, surge un juego de espejos que parece difuminar los contornos de la realidad y la ficci¨®n. Los filmados sin su consentimiento tuvieron derecho de r¨¦plica, afirma el director.
Cao de Ben¨®s, que nunca ha ocultado su afici¨®n por coleccionar armas y vestir uniformes con insignias, niega todas las acusaciones en una nota enviada a Filmin. Sobre las im¨¢genes rodadas con c¨¢mara oculta, afirma: es ¡°una gran obra de teatro (creada por el cineasta) a la que yo le segu¨ª el juego con el objetivo de denunciar a Ulrich y a James¡±. Descalifica la cinta como ¡°un montaje lleno de mentiras, totalmente tergiversado y manipulado para obtener beneficio aprovech¨¢ndose¡± de su imagen p¨²blica.
Junto al topo y a Cao de Ben¨®s, completa el tr¨ªo protagonista un tal Mr. James. Atractivo y elegante, entra en escena cuando Larsen lleva a?os espiando y ha logrado la confianza de Cao de Ben¨®s. Lo que hasta entonces es un acercamiento a los amigos de Corea del Norte, que Larsen graba abiertamente para difundir las actividades de la asociaci¨®n en redes sociales, se adentra en los vericuetos del crimen y la intriga. Mr. James se hace pasar por un traficante de armas interesado en el surtido muestrario de los norcoreanos. Inmediatamente queda claro que se siente c¨®modo. En realidad, es un antiguo soldado de la legi¨®n francesa que se incorpora a la producci¨®n nada m¨¢s salir de la c¨¢rcel. Traficaba con coca. ¡°Le conoc¨ª en un bar de Copenhague¡±, explica el director. ¡°James disfruta el peligro. Lo que para otros es un riesgo, para James es un d¨ªa m¨¢s en la oficina¡±. Celebran reuniones en Pyongyang y por medio mundo (incluida una isla ugandesa en el lago Victoria), en habitaciones de hotel convertidas por el equipo en sofisticados sets de rodaje encubierto.
Los cientos de horas grabadas incluyen los proleg¨®menos de una transacci¨®n que no se consuma. No dar dinero al r¨¦gimen norcoreano era una de las l¨ªneas rojas del director. ¡°En ning¨²n momento les pagamos aviones, hoteles¡ porque eso comprometer¨ªa la ¨¦tica. Ellos tampoco lo pidieron¡±.
Cuando la trama engord¨®, se sumaron la BBC y las televisiones p¨²blicas DR (Dinamarca), NRK (Noruega) y SVT (Suecia). Mantener el secreto era vital. En los primeros a?os, solo unas diez personas estaban al tanto; cuando entraron las teles, no m¨¢s de una veintena. Larsen mantiene la frialdad hasta l¨ªmites insospechados, como cuando Cao de Ben¨®s saca en su casa de Tarragona un detector de micr¨®fonos que pita ante el dispositivo que el topo oculta. La tensi¨®n es m¨¢xima.
Cuenta el director que el chef se ofrece a ayudarle a desenmascarar al r¨¦gimen m¨¢s totalitario del mundo por el trauma que supuso para ¨¦l conocer de ni?o la Alemania comunista. Br¨¹gger le dej¨® claro que no le pagar¨ªa; s¨ª ha asumido protegerlo.
Dif¨ªcilmente anticiparon que alumbrar¨ªan juntos una historia de este calado. ¡°Yo creo que Ulrich (Larsen) necesitaba una aventura, hacer algo con significado¡±. La escena final se rod¨® un par de semanas antes de que la cinta se estrenara en octubre pasado.
Desde entonces, el panel de expertos en Corea del Norte de la ONU, el FBI, la National Crime Agency del Gobierno brit¨¢nico han contactado a Br¨¹gger. Espera que las revelaciones de su obra sean incluidas en el informe de la ONU de marzo. Los Gobiernos de Dinamarca y Suecia usar¨¢n la cinta para alertar a sus colegas de la UE.
La dictadura de los Kim sobrevivi¨® a una hambruna en los a?os noventa. ¡°Me temo que seguir¨¢n ah¨ª a largo plazo¡±, opina el documentalista. Kim Jong-un y su r¨¦gimen son objeto f¨¢cil para el humor. ¡°Yo tambi¨¦n he sido culpable de explotar el lado kitsch. Es un error. Es un r¨¦gimen draconiano y criminal que destruye y asesina a personas. No debe considerarse un chiste¡±, recalca.
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