Roc¨ªo Carrasco y Jacinto Miquelarena
En un pa¨ªs que valore la defensa de los Derechos Humanos hace tiempo que el fiscal deber¨ªa haber actuado de oficio ante las declaraciones de Roc¨ªo Carrasco
En un pa¨ªs que valore la defensa de los Derechos Humanos hace tiempo que el fiscal deber¨ªa haber analizado si actuar de oficio ante las declaraciones de Roc¨ªo Carrasco sobre el maltrato infligido por el que fuera su marido, Antonio David Flores, a lo largo de los a?os, por si aportaban elementos adicionales a los que en su d¨ªa fueron juzgados. Sorprende la celeridad de muchos jueces y fiscales para asuntos menores, generalmente en defensa de agrupaciones e individuos de mentalidad profundamente reaccionaria y la pasividad ante otros de mayor calado.
Claro que en este asunto sorprenden muchas m¨¢s cosas. Por ejemplo unas declaraciones del presentador de televisi¨®n Xavier Sard¨¤ cuando dijo que ¡°tiene todo el derecho de decir lo que est¨¢ diciendo. La pregunta es, si no cobrase ?tambi¨¦n lo dir¨ªa?¡±. En realidad la pregunta, las preguntas, son otras: ?cobraba Antonio David Flores del programa Cr¨®nicas marcianas, que dirig¨ªa Sard¨¤, por opinar sobre las presuntas maldades de Roc¨ªo Carrasco? ?Se sabe cu¨¢nto dinero ha ganado Telecinco y Mediaset con la programaci¨®n de los ocho cap¨ªtulos del serial? La importante cifra de publicidad emitida durante los cap¨ªtulos, m¨¢s las horas dedicadas a comentar lo visto y o¨ªdo, es decir, a rellenar la parrilla en numerosos programas de la cadena con sus correspondientes espacios publicitarios y el a?adido del incremento de las cifras de audiencia conseguidas con las declaraciones de Carrasco, permiten deducir que ha sido un negocio redondo para la productora y el grupo.
Sorprende tambi¨¦n el alineamiento mayoritario de los tertulianos y colaboradores de los espacios del coraz¨®n de la cadena con el exmarido de la protagonista, capaces de cuestionar la sinceridad de la maltratada hasta en asuntos tan dolorosos como un intento de suicidio. Debe de ser la solidaridad gremial. En fin, ?qu¨¦ pa¨ªs, Miquelarena!
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