La diplomacia cultural de Eurovisi¨®n ?Influye o no influye la pol¨ªtica en el resultado?
Dos investigadores analizan el concurso musical europeo y constatan las afinidades vecinales a la hora de votar
El Festival de Eurovisi¨®n es una tradici¨®n musical desde 1956 que ha evolucionado a la vista del p¨²blico, una media de 200 millones de espectadores en todo el mundo en estos momentos. Si al principio los cantantes actuaban solos en el escenario o tal vez acompa?ados de un peque?o coro, la puesta en escena aprovecha ahora todos los efectos especiales asumibles por los teatros donde se organiza. Pero Eurovisi¨®n, cuya final tendr¨¢ lugar este s¨¢bado en la ciudad holandesa de R¨®terdam, es tambi¨¦n un ejercicio de diplomacia cultural. Un concurso en el que 39 pa¨ªses presentan su mejor cara, abordan tab¨²es, parecen lanzar mensajes pol¨ªticos a sus vecinos, y aplican ¡°mapas mentales¡± de afinidad a la hora de votar. ?Contribuye todo ello a ganar? Tal vez influya para llegar a la final, pero no decide el premio, a la vista de que la canci¨®n m¨¢s valorada entre 1975 y 2019, y el mayor ¨¦xito del festival, es Save your Kisses for Me, del grupo brit¨¢nico Brotherhood of Man. Una pegadiza melod¨ªa pop que refleja el amor entre un padre y su hija peque?a que no necesit¨® nada de eso para ganar en 1976.
Adem¨¢s de un espect¨¢culo que cuenta con aficionados leales, Eurovisi¨®n es objeto de estudio acad¨¦mico. El historiador Dean Vuletic, de la universidad de Viena, considera que el concurso ha sido aprovechado por algunos Estados para definir su identidad en el contexto europeo, o bien para subrayar su europe¨ªsmo o euroescepticismo en el marco de la integraci¨®n europea. En su libro Postwar Europe and the Eurovision Song Contest (La Europa de posguerra y el festival de Eurovisi¨®n), Vuletic se?ala dos fen¨®menos populares con capacidad de unir a los europeos: la Champions League y Eurovisi¨®n. ¡°Lo cual indica que la UE, despu¨¦s de treinta a?os de existencia, no ha encontrado a¨²n una f¨®rmula capaz de competir con el poder unificador de ambos¡±, explic¨® el pasado mi¨¦rcoles en una conferencia organizada por la Universidad holandesa de Tilburg. All¨ª asegur¨® que el cambio de reglas en las votaciones ¡ªque desde 2009 son al 50% entre los jurados nacionales y el p¨²blico¡ª ¡°responde a la decisi¨®n de la Uni¨®n Europea de Radiodifusi¨®n (UER) ante las cr¨ªticas sobre la supuesta inclinaci¨®n de los pa¨ªses de Europa del Este a votarse entre ellos, porque no entend¨ªan un sistema de sufragio libre¡±.
Pese a ello, y a que el festival destaca su naturaleza apol¨ªtica, pone el ejemplo de Rusia, ¡°que l¨®gicamente no aspira a entrar en la UE y se gast¨® en 2009 m¨¢s dinero que ning¨²n otro pa¨ªs hasta entonces en un claro mensaje pol¨ªtico¡±.
El investigador holand¨¦s Felix Pot, experto en Geograf¨ªa, Transporte y Desarrollo econ¨®mico, ha analizado tambi¨¦n la historia del festival y descarta que el ¡°evidente patr¨®n geogr¨¢fico del voto, que puede atribuirse a lazos culturales, religiosos, pol¨ªticos o ¨¦tnicos, incline los resultados finales¡±. En un ensayo publicado por la Universidad de Groningen, analiza 45 ediciones del concurso y se?ala que afinidades y vecindad cuentan, aunque no son decisivas, a la hora de otorgar los votos. Estados como los del C¨¢ucaso y Europa del Este, que formaron parte de la ¨®rbita de Uni¨®n Sovi¨¦tica, han sido se?alados por un supuesto intercambio de votos. En el caso de Rusia, habla incluso de ¡°mapas mentales¡± en virtud de los cuales Mosc¨² le manda muchos votos a estos pa¨ªses. ¡°Pero desde 2014, los que hoy son socios de la Uni¨®n Europea [como Polonia, Bulgaria o Ruman¨ªa] apenas le devuelven los 12 puntos¡±
Hay otros factores a tener en cuenta, seg¨²n el investigador. Alemania, Pa¨ªses Bajos y B¨¦lgica, por ejemplo, suelen votar a Turqu¨ªa y Armenia, debido a la presencia de dichas comunidades en su territorio. O el caso de los pa¨ªses escandinavos, que parecen formar un bloque con Islandia y Finlandia. De modo que s¨ª, hay un patr¨®n pol¨ªtico, aunque no le parece que con la suficiente fuerza para decidir el ganador. La explicaci¨®n es sencilla: el trasiego de votos se repite todos los a?os, de modo que solo podr¨ªa vencer un reducido n¨²mero de pa¨ªses. Sin embargo, la gran diversidad de las canciones m¨¢s votadas, de Suecia a Ucrania, y de Israel a Estonia, indica que se impone la calidad de la m¨²sica. O al menos su poder de atracci¨®n. Un buen ejemplo de ello es la victoria de Dana International, la primera cantante transg¨¦nero que actu¨® en el festival y que se alz¨® con el trofeo para Israel en 1998 con la canci¨®n Diva. ?Qui¨¦n ganar¨ªa entonces, siguiendo un patr¨®n cient¨ªfico, en ausencia de favoritismos? Seg¨²n sus c¨¢lculos, Suecia, en funci¨®n de la val¨ªa otorgada a las canciones por parte de pa¨ªses que califica de ¡°neutrales¡±, porque no presentan este tipo de afinidades a la hora de votar. En las quinielas de este a?o, Italia, Malta y Francia son las favoritas, mientras que Suecia aparece en el 13? lugar. Eurovisi¨®n tiene vida propia.
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