Aquel d¨ªa
La televisi¨®n de un hospital, hace justo 20 a?os, me alert¨® de que algo tan extra?o como terrible estaba ocurriendo en Nueva York
Cuentan que si el cerebro no est¨¢ definitivamente averiado algunos recuerdos permanecen hasta el ¨²ltimo d¨ªa. Otorgando placer y dolor. En el anverso se relacionan con los grandes momentos de la vida, nacimiento de seres amados, enamoramientos, realizaci¨®n de alg¨²n sue?o. En el reverso se asocian con las muertes de los que eran tuyos, con la p¨¦rdida de lo que otorgaba sentido y calor a nuestra existencia. Y luego existen los recuerdos colectivos, de hechos de los que tiene memoria toda la gente aunque sucedieran muy lejos, que pueden afectar inevitablemente al devenir del planeta.
Hace 20 a?os y en la misma fecha que hoy me encontraba en un hospital acompa?ando a un amigo devastado por el c¨¢ncer. Y como el tiempo se hace muy largo y angustioso en esas circunstancias atroces intentas leer o encender la televisi¨®n. Esta me alert¨® de que algo tan extra?o como terrible estaba ocurriendo en Nueva York. Un aparato hab¨ªa chocado contra las Torres Gemelas. La informaci¨®n era difusa, nadie pose¨ªa datos ciertos. Y pasado un tiempo, apareci¨® por una esquina del televisor un avi¨®n real, nada relacionado con los efectos especiales, que se estrellaba directo contra la segunda torre. Los locos estaban embistiendo por primera ver contra el coraz¨®n del Imperio, intentando destruir lugares que simbolizaban todo su poder. Estas osadas e imaginativas bestias realizaron la matanza de 3.000 inocentes. Y sab¨ªas que la respuesta a aquella barbarie la iban a pagar los de siempre, infinitos civiles en algunos lugares del universo. Y as¨ª fue. Masacraron a la poblaci¨®n de Irak con el mentiroso e infame pretexto de que all¨ª exist¨ªan armas qu¨ªmicas.
Aquel 11-S hab¨ªa muchas televisiones encendidas en ese hospital. Pero no se o¨ªa ning¨²n comentario. Normal. Como para preocuparse por el fin del mundo cuando el sufrimiento lo invade todo, cuando te est¨¢s muriendo.
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