?Ay, Nobel!

Se sigue pronunciando con tono reverencial el t¨¦rmino Premio Nobel. Se supone que aquellos que lo han conseguido tienen plaza fija e inmortal en el Olimpo, que su obra a lo largo de los siglos llevar¨¢ el sello del clasicismo, que la concesi¨®n de este no responde jam¨¢s a las ef¨ªmeras modas, ni al excesivo capricho de los jurados, ni a la conveniencia pol¨ªtica o social. Hablo del Premio Nobel de Literatura. Del resto no puedo opinar. No s¨¦ nada de f¨ªsica, qu¨ªmica, matem¨¢ticas, econom¨ªa, medicina, esas materias tan necesarias y casadas con el progreso de la humanidad. Pero tengo claro que la literatura puede regalar algo parecido al ¨¦xtasis y a la felicidad.

Intuyo el desasosiego que debe asaltar a los responsables de temas culturales en los medios de comunicaci¨®n cuando el Nobel se les concede a autores de los que no tienen ni pu?etera idea, que les resultan tan desconocidos a ellos como al p¨²blico lector. Imagino que a veces la decisi¨®n de esos jurados puede servir para que descubramos a escritores con muchas cosas interesantes que contar, con fuerza expresiva, estilo, belleza. Pero tambi¨¦n se colar¨¢n otros que nos resulten ilegibles o irrelevantes aunque los haya bendecido ese dios tan perspicaz llamado Nobel. Este a?o se lo han concedido al escritor tanzano Abdulrazak Gurnah, que al parecer describe en su obra los efectos del colonialismo. Ojal¨¢ que est¨¦ descrito con gran literatura. Lo comprobar¨¦. Pero antes me esperan los Diarios de Rafael Chirbes, un inmenso escritor espa?ol que no recibi¨® el Nobel, aunque s¨ª lo consiguieron compatriotas tan inolvidables como Echegaray y Benavente.

?Existir¨ªa la gran literatura del siglo XX sin Tolstoi, Proust, Kafka, Joyce, Pessoa, Borges, Fitzgerald, Mutis, Cort¨¢zar, Ch¨¦jov? Pues todos ellos se fueron al cielo sin el Nobel.

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