Cuando Lola Flores dom¨® y someti¨® a la televisi¨®n
En su programa entrevistas, y general en su d¨ªa a d¨ªa, la Faraona viv¨ªa y constataba que viv¨ªa al mismo tiempo
Cuando Lola Flores entrevist¨® a Guillermo Cabrera Infante en aquel programa de Antena 3 titulado Sabor a Lolas, el escritor empez¨® correspondiendo a los halagos de la entradilla diciendo que le emocionaba mucho estar all¨ª, frente a un mito, ¡°porque Lola Flores es un mito en Cuba¡±. La Faraona asinti¨® con naturalidad y dijo: ¡°Pues es verdad, est¨¢ feo que yo lo diga, pero yo fui un mito en aquella Habana¡±. De todas las escenas monumentales que Lola Flores dej¨® a la televisi¨®n, este parece anecdotario del mont¨®n. Y, sin embargo, creo que da mejor que otras la medida de lo que signific¨® Lola Flores en un medio donde no solo rein¨®, sino al que dom¨® y someti¨®.
Ah¨ª estaba, uno de los escritores m¨¢s venerados de su tiempo, inclin¨¢ndose ante la grandeza de la Ni?a de Fuego, y la Ni?a de Fuego no solo acept¨® el cumplido, como hace la gente educada, sino que lo certific¨® como dogma. En estos tiempos donde vivimos tan obsesionados con la identidad y donde la puesta en escena es tan importante (esa m¨¢scara moral de la que habla Edu Gal¨¢n en su ¨²ltimo ensayo), Lola Flores simplemente era. No solo no a?ad¨ªa complementos al verbo ser, sino que lo fund¨ªa con el verbo estar. Estar y ser significaban lo mismo para ella. Flores viv¨ªa y constataba que viv¨ªa al mismo tiempo, y cuando hablaba, tan solo hablaba, no quer¨ªa demostrar nada ni situarse en un bando ni ponerse de ejemplo. Esa actitud desarmaba cualquier c¨®digo teatral o televisivo y la convert¨ªa en una presencia indefinible y fascinante para la pantalla.
Desbord¨® la tele como antes desbord¨® el flamenco, porque desbordaba la vida misma. Y no hay talento o virtuosismo acad¨¦mico que pueda vencer a una fuerza tan poderosa. Hoy la tele vuelve a rendirse a ella en su centenario. Y hace bien.
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