Lo que dice de uno manifestarse con una mu?eca hinchable
El artefacto er¨®tico retrata a quien lo levanta y explica muy poco de la causa de su protesta. En la Espa?a de los setenta era un elemento transgresor. Hoy simboliza el desprecio a las mujeres y la rebeli¨®n machista de los ¡®incel¡¯
En la Espa?a del final del franquismo, cuando hab¨ªa aflojado la censura, y de la Transici¨®n, la mu?eca hinchable serv¨ªa como un elemento transgresor. Eran a?os de destape y de ¨¢cida s¨¢tira social. Jos¨¦ Luis L¨®pez V¨¢zquez hab¨ªa representado en 1973 a un tipo solitario y pat¨¦tico, enamorado de un cuerpo femenino de pl¨¢stico, en No es bueno que el hombre est¨¦ solo, pel¨ªcula de Pedro Olea. En el disco de debut de La Orquesta Mondrag¨®n, de 1979 y llamado precisamente Mu?eca hinchable, Javier Gurruchaga cantaba una letra de Eduardo Haro Ibars: ¡°Encerrada esperas que llegue, metida en tu armario. Todo el d¨ªa callada y dormida, s¨¦ que eres m¨ªa. Yo te cuido, te invento, te doy vida con mis besos. Y t¨², a cambio, me salvas del miedo y del aburrimiento¡±. La banda guipuzcoana ejerc¨ªa con acierto el fe¨ªsmo, la apuesta por lo grotesco para enfrentarnos a nuestro peor lado.
En 2023, manifestarse con una mu?eca hinchable dice mucho de quien la levanta y explica muy poco de la causa de su protesta. Es una forma de autorretrato. En alg¨²n momento alguien decidi¨® que era una buena idea acudir a las concentraciones de la calle de Ferraz levantando una veintena de figuras humanoides de sex shop al grito de ¡°no es una sede, es un puticlub¡± y ¡°estas son las ministras del Gobierno¡±.
Los mensajes de esa performance son muchos, pero ninguno bueno. La idea remite, por supuesto, a la cosificaci¨®n de la mujer, intercambiable por una r¨¦plica artificial porque solo sirve para eso; al elogio de la sumisi¨®n sexual. Expresa, en este caso, el desprecio a que mujeres ocupen puestos relevantes, qu¨¦ habr¨¢n hecho a qui¨¦n para llegar ah¨ª. Y apunta a ese machismo desacomplejado y orgulloso que dice: ¡°todas putas¡±, y al que hoy se le ha dado el nombre de incel, acr¨®nimo en ingl¨¦s de ¡°c¨¦libes involuntarios¡±. (Es serio lo de los incel: existen en internet grupos mis¨®ginos y violentos, que jalean las violaciones o las matanzas de Isla Vista, California, en 2014, y Toronto, Canad¨¢, en 2018, cometidas en nombre de este movimiento).
Desconocemos si en alg¨²n momento se cruzaron los de las mu?ecas hinchables con los que acuden cada noche a Ferraz a rezar el rosario; no casan bien las dos acciones. El autorretrato de algunos manifestantes ante la sede del PSOE, los perfiles m¨¢s rid¨ªculos que circulan por las redes (entrevistados por un medio que apoya la agitaci¨®n), han dado para muchos memes. No representan, claro que no, a todas las personas movilizadas contra la investidura y la amnist¨ªa. Pero no hay ninguna broma aqu¨ª. Como no era una broma el tipo disfrazado de bisonte que estuvo en el asalto al Capitolio en Washington, como no era broma lo que pas¨® despu¨¦s en Brasilia.
La mu?eca er¨®tica no desapareci¨® del imaginario popular; se sigue viendo en despedidas de soltero y en gradas de estadios de f¨²tbol. Ahora se venden robotizadas, pero esas deben ser caras para llevarlas a Ferraz. ¡°Vive solo mi sue?o y mi furia, compa?era de juegos¡±, cantaba Gurruchaga en esa parodia que no esperar¨ªa que se proyectara al futuro.
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