Torquemada no mat¨® tanto y otras lecciones de los forofos del imperio
El documental ¡®Espa?a, la primera globalizaci¨®n¡¯ re¨²ne a numerosos historiadores para desmontar la leyenda negra y defender la etapa de gloria de Espa?a. Lo hacen con pocos matices, frontalmente, con alg¨²n exceso patriotero
La llamada leyenda negra ten¨ªa mucho de propaganda pol¨ªtica, claro que s¨ª. A los pa¨ªses que en el siglo XVI rivalizaban con el imperio espa?ol, y a los que surgieron como potencias despu¨¦s, les interesaba denigrar la imagen de este. Eso no significa que el reino de los Reyes Cat¨®licos y los Austrias no les diera motivos para ello. Cuestionar la leyenda negra no deber¨ªa llevarnos a construir la leyenda blanca. Pueden rebatirse los estereotipos separando el grano de la paja, lo falso de lo verdadero, y buscando los matices en lo que no es blanco ni negro. No es el caso del documental Espa?a, la primera globalizaci¨®n: El camino espa?ol, que emiti¨® La 2 y est¨¢ disponible en RTVE Play y en Filmin. Aqu¨ª lo que domina es ese discurso que hizo muy popular Elvira Roca Barea en su libro Imperiofobia y leyenda negra: el elogio del imperialismo y cierto fervor patri¨®tico, a contracorriente de la revisi¨®n cr¨ªtica de la historia que impone la sensibilidad de hoy. Un discurso de gran ¨¦xito editorial y medi¨¢tico, que apareci¨® en oportuna coincidencia con un resurgir del nacionalismo espa?ol a ra¨ªz del proc¨¦s catal¨¢n.
La autora de Imperiofobia, obra superventas pero muy discutida por otros expertos, es una de las protagonistas principales, casi el hilo conductor, del documental coproducido por RTVE, que se estren¨® en cines en 2021 y que dirigi¨® Jos¨¦ Luis L¨®pez-Linares (quien prepara ahora otro del mismo tipo: Hispanoam¨¦rica). Pero Roca Barea no est¨¢ sola: es numeroso el grupo de historiadores que se apunta a la tesis de que un relato mentiroso y antiespa?ol, fabricado por las potencias protestantes contra la mayor de las cat¨®licas, hizo fortuna injustamente, fue continuado por los hispanistas anglosajones modernos, llega hasta hoy y explica la falta de conciencia nacional de este pa¨ªs. Esta corriente fue llamada Imperiofilia por Jos¨¦ Luis Villaca?as en su r¨¦plica a Imperiofobia. Otros nombres que desfilan por Espa?a, la primera globalizaci¨®n son los de Carmen Iglesias, Stanley G. Payne, Jaime Contreras, Miguel ?ngel Ladero Quesada, Carlos Mart¨ªnez Shaw o Gijs van der Ham, y hasta asoma Alfonso Guerra, todos en la misma l¨ªnea. El m¨¢s dado a la hip¨¦rbole es el fil¨®sofo Pedro Insua: ¡°Surge Espa?a y se viene abajo el mundo antiguo. Es el inicio de la revoluci¨®n cient¨ªfica¡±, dice sobre el reinado de Isabel y Fernando. El Renacimiento no tuvo nada que ver.
La mayor parte del documental se centra en c¨®mo gestion¨® el Reino ese imperio en el que no se pon¨ªa el sol, de Filipinas (que se presenta como el primer gran foco de comercio de Asia-Pac¨ªfico) a la Am¨¦rica espa?ola pasando por Flandes, del siglo XVI al XVIII (el decadente XIX desentonar¨ªa con el relato). La corona espa?ola no cometi¨® genocidios, se dice una y otra vez, ni siquiera puede calificarse lo que hac¨ªa de colonialismo, sino que expandi¨® la civilizaci¨®n, abraz¨® el mestizaje y reconoci¨® la ciudadan¨ªa de los ind¨ªgenas. Son reivindicados los misioneros y humanistas de aquella ¨¦poca, claro, pero tambi¨¦n nombres que hoy miramos mal, como Hern¨¢n Cort¨¦s, de quien se dice que liber¨® a unos indios oprimidos por otros (los s¨¢dicos aztecas, su leyenda tambi¨¦n es negra). Fueron los pueblos de lo que hoy es M¨¦xico los que abrazaron a los enviados de la corona hisp¨¢nica.
Lo malo del filme no es tanto lo que se cuenta (no son indocumentados los que salen) sino su sesgo nada disimulado, su af¨¢n adoctrinador, su adhesi¨®n a la nostalgia del imperio. Y, sobre todo, lo que no cuenta. De las matanzas, solo parecen interesar las que puede desmentir o relativizar, cuando habr¨ªa muchas que comentar. Por la esclavitud se pasa muy de puntillas, cuando no se aboli¨® (para los negros en Cuba) hasta 1886. Chirr¨ªa el empe?o en defender lo indefendible, lo m¨¢s represivo de aquel mundo: el fanatismo religioso. Tres ejemplos: la expulsi¨®n de los jud¨ªos no fue tan traum¨¢tica porque, se afirma, solo tuvieron que irse un tercio de los 300.000 que hab¨ªa; los dem¨¢s se convirtieron (alguno llega a decir que lo ven¨ªan haciendo ¡°de forma espont¨¢nea¡±). Ni palabra del arraigado antisemitismo, del acoso previo a esa comunidad, ni de la caza de ¡°marranos¡±, o falsos conversos, desatada despu¨¦s. Dos: la toma de Granada, y la posterior expulsi¨®n de los moriscos, se justifica en que hab¨ªa que frenar al islam que se expand¨ªa en el Mediterr¨¢neo con el imperialismo otomano (ese s¨ª era temible); a ellos (otros 300.000) no les val¨ªa convertirse para evitar el destierro. Y tres: llega a decirse, ay, que la Inquisici¨®n no mat¨® tanto (¡°solo¡± se dictaron unas 1.500 condenas a la hoguera y no todas se ejecutaron), y que era un sistema ¡°garantista¡± para los reos, no como las cazas de brujas en otros lugares. Llegamos a escuchar que Torquemada no era tan cruel si lo comparas con Calvino, que a¨²n tiene una gran estatua en su honor en Ginebra. Lutero, por cierto, tambi¨¦n es zarandeado aqu¨ª.
Ah¨ª est¨¢ la trampa: en el ¡°y t¨² m¨¢s¡±. Destacar que los imperios ingl¨¦s u holand¨¦s cometieron sus propias atrocidades, subrayar que tambi¨¦n hubo intolerancia en el mundo protestante, no justifica nada de lo peor que hicieron los m¨¢s poderosos de nuestros antepasados. De hecho, hoy son historiadores del mundo anglosaj¨®n los que est¨¢n construyendo una mirada muy cr¨ªtica sobre el bagaje de sus propias sociedades; de eso sobre Espa?a no hay el menor rastro en este documental.
Resulta irritante la sucesi¨®n de voces con el mismo discurso y rehuyendo la complejidad (al menos en los cortes elegidos para el programa; de algunos expertos uno esperar¨ªa an¨¢lisis m¨¢s finos). Que la leyenda negra fuera propaganda no convierte en mentira todo lo que cuenta, salvo que se caiga en la propaganda en sentido inverso. Podr¨ªa haber resultado m¨¢s digerible la narraci¨®n si hubiera dado voz a pensadores que aportaran otras visiones. Pero al director solo le importa reforzar la tesis con la pasi¨®n del forofo.
La historia de la humanidad est¨¢ impregnada de crueldad, de explotaci¨®n, de masacres, de expolios, de intolerancia, de machismo y de racismo. No es un exceso de la cultura woke se?alar que no se explica nuestro pasado ocultando todo ese lastre. No se trata de juzgar el pasado con ojos de hoy; se trata de entenderlo entero. Lo otro es una historia que solo mira a un lado. Historia tuerta.
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