La siesta con la ¡®t¨ºte de la course¡¯
En el verano de la infancia y la adolescencia, y en el de la juventud que no ha estrenado vida laboral y que se hace largo, hay una presencia constante: el Tour en la televisi¨®n
La boca con restos de sand¨ªa, el ba?ador con restos de humedad, los pies descalzos y fr¨ªos porque el suelo es lo ¨²nico fresco a esa hora de la tarde. La siesta de la infancia, no siempre deseada, obligada por los mayores de casa. Las persianas bajadas para que no entre el sol de julio, las mosquiteras para que no entren los bichos. Parece de noche en un chal¨¦ situado a unos 35 kil¨®metros de Madrid.
Tu peque?o cuerpo se acomoda a un sof¨¢ viejo cubierto con una funda que tambi¨¦n tiene sus a?os. La pantalla de la televisi¨®n, de esas peque?as y con culo, es la ¨²nica luz de ese sal¨®n. De fondo, la voz que te ayudar¨¢ a conciliar el sue?o. Esa que narrar¨¢ a la Espa?a que no sestea que Perico Delgado ganar¨¢ el Tour de Francia.
Esa Espa?a en la que t¨² no est¨¢s incluida, porque en el fondo te importa un bledo, porque solo tienes 12 a?os y ni siquiera quieres dormir, pero te lo ha dicho la due?a de la casa, que asiste impert¨¦rrita a su actividad favorita del verano: el ciclismo televisado a diario. Puede acabarse el mundo y ah¨ª estar¨¢ ella, con la bolsa de pipas o con un helado como postre, pero nadie le arrebatar¨¢ ese espacio propio, ese placer nunca culpable. T¨² te acabar¨¢s durmiendo, y cuando despiertes, escuchar¨¢s a esa mujer de tu familia contarte con todo tipo de detalles lo que ha sucedido. Si ha habido una ca¨ªda, si alguien ha esprintado, si llovi¨® en alg¨²n momento de la etapa. Los puertos, las vistas, ah, las vistas. Qu¨¦ bonito es Francia pero que viva Espa?a, Segovia y la madre que pari¨® a Perico Delgado. Qu¨¦ largo es el verano de la infancia.
La ni?a de los entonces ya es mayor de edad y no va a esa casa en verano porque sus propietarios decidieron venderla. Ahora est¨¢ en un piso de Getafe al que acaba de mudarse con sus padres, las piernas se le salen del sof¨¢ porque ha crecido unos cent¨ªmetros ¡ªtampoco tantos¡ª y s¨ª que tiene ganas de sestear porque se ha pasado el curso levant¨¢ndose a las seis menos diez de la ma?ana para ir a clase, bebi¨¦ndose un caf¨¦ doble y negro como la noche, el rezo de la Cope y a la ducha, que a las siete menos cuarto hay que estar en un tren de cercan¨ªas que la llevar¨¢ enlatada a la universidad.
Aunque en verano no est¨¦ obligada a madrugar, su cuerpo sale de la cama antes de lo normal, como si se preparara para julio, para el Tour de Francia, y para mantener algunas tradiciones. Ahora el chorro del aire acondicionado le da de lleno, as¨ª que se har¨¢ la olvidadiza (siempre lo hace) para que su madre, a la m¨ªnima, vaya a por una manta que le tape el cuerpo, que ¡°a la m¨ªnima coges fr¨ªo¡±. Esa mujer har¨¢ lo habitual, quedarse en la cocina, remoloneando mientras recoge con la ¨²nica compa?¨ªa de lo que pongan en Telecinco. Y su marido se sentar¨¢ en el sitio que ha decidido escoger desde el principio, a la izquierda del sof¨¢, con un reposabrazos tan ancho que le servir¨¢ para colocar el caf¨¦ solo, concentrado, siempre con dos terrones de az¨²car.
Y mientras esa mujer mayor de edad intenta dormirse en el sof¨¢ de al lado ¡ªbeige, con flores enormes de color granate¡ª volver¨¢ a escuchar de fondo al narrador del Tour de Francia con las frases de siempre, aunque haya otros nombres de corredores que aprenderse. Qu¨¦ dif¨ªcil el Tourmalet y el Mont Blanc, sospechas de doping, ¡°la te-te de la cour-se¡±, dir¨¢n tal cual los dos muertos de risa porque ninguno sabe franc¨¦s. Qu¨¦ guapas las azafatas, y el le¨®n de peluche al ganador de la etapa. ¡°Hay que joderse qu¨¦ bueno es Indur¨¢in¡±, dir¨¢ el padre en voz baja. ¡°Y qu¨¦ cara de pena, este hombre no sonr¨ªe nunca¡±, dir¨¢ la madre, que se asomar¨¢ siempre al acabar la carrera para tomar las riendas del mando y del sal¨®n. ¡°Qu¨¦ hartura de deporte¡±, a?adir¨¢ una vez m¨¢s. Y aprovechar¨¢ para despertar a la ni?a, porque dormir mucho despu¨¦s de comer no es bueno porque se lo escuch¨® una vez a un m¨¦dico que sali¨® ¡°donde la Campos¡±.
Qu¨¦ largo es el verano de estudiante, cuando a¨²n no has estrenado la vida laboral.
Qu¨¦ corto es ahora, trabajando como aut¨®noma. Y c¨®mo odio el Tour de Francia, porque ahora la que recoge la cocina soy yo.
Puedes seguir EL PA?S Televisi¨®n en X o apuntarte aqu¨ª para recibir nuestra newsletter semanal.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.