Terapia psicod¨¦lica: hongos alucin¨®genos contra la depresi¨®n
Los funghis ¡®m¨¢gicos¡¯ son una llave para la sanaci¨®n en varios pa¨ªses, pero en Colombia est¨¢n en un limbo legal. EL PA?S asiste a una sesi¨®n grupal: 12 consultantes, cinco terapeutas y tres gramos de ¡°la carne de Dios¡± por persona
Cuando Mar¨ªa del Mar Betancur abre los ojos encuentra un sobrecito de pl¨¢stico con su nombre, un pedazo de cuarzo rosado y cuatro hongos secos en su interior. En esta caba?a de madera, en un rinc¨®n del id¨ªlico Santa Elena, un corregimiento de Medell¨ªn, huele a palosanto e incienso. Aqu¨ª no suena a ciudad. Como ella, otras once personas, sentadas en c¨ªrculo sacan del paquete los ¡°funguis m¨¢gicos¡± y los toquetean con curiosidad. ¡°P¨®nganles una intenci¨®n¡±, recuerda Victoria Cubillos Ortega, de 28 a?os. Ella es una de los cinco psic¨®logos que acompa?ar¨¢ esta sesi¨®n de terapia psicod¨¦lica grupal. ¡°Piensen qu¨¦ quieren que les muestren los honguitos¡±, dice. Mientras, cada uno de sus consultantes mastica a conciencia las setas. Para algunos, es la primera vez y esta es la alternativa ¡°despu¨¦s de probarlo todo¡±. Otros ya son veteranos. ¡°Ahora s¨ª, disfruten del viaje¡±.
Entre una y dos horas despu¨¦s, empiezan los efectos de esos tres gramos de la variedad golden teacher. A Angie Paulina Reales, de 23, le pega muy r¨¢pido. Se incorpora, llora y achina los ojos como si la luz le molestara. Minutos m¨¢s tarde, se cree un pollito a punto de romper el cascar¨®n y siente ¡°mucho miedo¡±: ¡°No quiero nacer¡±. Su t¨ªa, ¡°la mam¨¢ de la sesi¨®n¡±, pasa gran parte de la ceremonia indispuesta y con v¨®mitos constantes. Antonietta Zerpa, de 27, permanece m¨¢s de seis horas de ceremonia escribiendo en una libreta. Manuela Moreno, de 25, llora en el columpio con las manos ancladas en el pecho. Sebasti¨¢n ?lvarez, de 32, se encontr¨® con im¨¢genes ¡°muy hermosas¡± de su infancia y experiment¨® los cinco sentidos ¡°como nunca antes¡±. A¨²n siendo una terapia colectiva, el viaje es diferente en cada paciente.
La magia est¨¢ en la psilocibina. Esta mol¨¦cula la poseen cerca de 200 especies de hongos y es la responsable del efecto psicoactivo y alucin¨®geno de estos funghis. Este componente es el centro de estudio de m¨¢s de 20.000 investigaciones cient¨ªficas e informes derivados que a¨²n tratan de resolver todas las inc¨®gnitas alrededor de las setas. Lo que arrojan es que estos organismos son beneficiosos para tratar la depresi¨®n, la ansiedad y el estr¨¦s postraum¨¢tico. Seg¨²n el Instituto John Hopkins, estas ceremonias, acompa?adas de terapia, producen ¡°grandes y duraderas reducciones de los s¨ªntomas depresivos¡±. Otros an¨¢lisis tambi¨¦n hablan de pasos hacia adelante en trastornos alimentarios y tendencias suicidas.
Es por ello que varios pa¨ªses han abierto la puerta a los hongos con fines medicinales. Canad¨¢ fue el ¨²ltimo en reconocer sus beneficios y, hace apenas seis meses, permiti¨® su uso terap¨¦utico. Tambi¨¦n Jamaica, Holanda, Suiza y varios estados estadounidenses, entre otros. Colombia, sin embargo, en una lucha incansable contra las sustancias psicoactivas, mantiene a estos organismos en la lista de drogas prohibitivas. Juli¨¢n Andr¨¦s Quintero, soci¨®logo y director de Acci¨®n T¨¦cnica Social, una organizaci¨®n enfocada en las reformas de las pol¨ªticas de sustancias psicoactivas, lamenta vivir en un pa¨ªs ¡°que solo ha conocido la guerra contra las drogas¡±. ¡°El ¨²nico enfoque que han tenido los gobiernos es el de la eliminaci¨®n. Y no solo desde lo militar, sino desde la salud p¨²blica. En Colombia solo se plantea una perspectiva patologizante de las sustancias y eso ha quedado en nuestro ADN. Con esa mirada es dif¨ªcil explorar los beneficios que las entidades de referencia han probado¡±.
En Colombia solo se plantea una perspectiva patologizante de las sustancias y eso ha quedado en nuestro ADN. Con esa mirada es dif¨ªcil explorar los beneficios que las entidades de referencia han probadoJuli¨¢n Andr¨¦s Quintero, director de Acci¨®n T¨¦cnica Social
En el pa¨ªs andino, los funghis alucin¨®genos est¨¢n en un limbo legal. Se permite su autocultivo y su porte, pero la psilocibina en s¨ªntesis est¨¢ prohibida y no existen protocolos reguladores de terapias con hongos. Sin ellos, la pr¨¢ctica no es una opci¨®n. Los psic¨®logos que lo llevan a cabo se amparan en un principio constitucional por el que el doctor tiene autonom¨ªa de formulaci¨®n del tratamiento siempre y cuando conozca los riesgos y las dem¨¢s opciones terap¨¦uticas. Este principio, sin embargo, carece de garant¨ªas legales en caso de lesi¨®n o muerte del paciente o demandas de terceros. ¡°Los m¨¦dicos no est¨¢n amparados legalmente¡±, explica Pablo Zuleta, director del ¨¢rea de consumo de drogas, salud p¨²blica y educaci¨®n del Centro de Estudios en Seguridad y Drogas (CESED). ¡°Que estas sustancias no est¨¦n reguladas hace que tampoco se garanticen unos est¨¢ndares de calidad para el paciente y que el trabajo de estos psic¨®logos peligre¡±.
Es por ello que estos tratamientos se dan a conocer de boca en boca; encontrar publicidad es muy raro. Y ning¨²n doctor (ajeno a estas pr¨¢cticas) prescribe a¨²n sesiones psicod¨¦licas. Zuleta considera que a¨²n falta bastante para llegar al punto en el que recetar microdosis de hongos sea tan normal como recomendar antidepresivos. ¡°Cada una de las sustancias con potencial m¨¦dico (LSD, hongos, ¨¦xtasis) deber¨ªa tener una regulaci¨®n diferente a otras drogas. Son diferentes en cuanto a adicci¨®n, peligro y beneficios m¨¦dicos. Esto ya pas¨® con el cannabis medicinal. Pero en Colombia a¨²n no se ha empezado esta otra conversaci¨®n¡±.
Los hongos representan el segundo reino m¨¢s diverso despu¨¦s de los animales, con un n¨²mero estimado de 2,2 a 3,8 millones de especies en todo el mundo. A pesar del reconocimiento que empiezan a tener, su estudio ha estado en la sombra hist¨®ricamente a diferencia de la investigaci¨®n de la fauna y la flora por una visi¨®n prohibicionista global. El primer estudio al respecto data de los a?os 1950, pero fueron interrumpidos durante d¨¦cadas. Aunque se volvieron a estudiar en los 1970, hace apenas 18 a?os que los pa¨ªses empezaron a quitar trabas legales para sus investigaciones en profundidad.
La OMS estima que 300 millones de personas sufren depresi¨®n. De ellos, m¨¢s del 30% no responde a los tratamientos convencionales. Dados los hallazgos internacionales y que el n¨²mero de hongos colombianos representa casi el 10% de la diversidad f¨²ngica del mundo, el pa¨ªs podr¨ªa estar cerr¨¢ndole la puerta a una herramienta clave para mejorar la salud mental de sus ciudadanos, muy deteriorada tras la pandemia. Quintero, de Acci¨®n T¨¦cnica Social, insiste adem¨¢s en la ¡°legitimidad moral e hist¨®rica¡± del pa¨ªs para convertirse en un referente sobre las pol¨ªticas de drogas. ¡°Se va a abrir un nuevo debate a partir del 7 de agosto [d¨ªa en el que toma posesi¨®n el nuevo presidente, Gustavo Petro, y la vicepresidenta, Francia M¨¢rquez]. Me consta que ya hay una intenci¨®n de regular las terapias psicod¨¦licas. Hay mucha expectativa porque Petro plante¨® una transici¨®n muy esperada. Y aunque no vaya a ser f¨¢cil, creo que Iv¨¢n Duque fue el ¨²ltimo presidente colombiano prohibicionista¡±.
¡°Tienen poderes¡±
A un lado de la sala hay un peque?o altar, con tabaco, inciensos, piedras preciosas y un retrato sonriente de Mar¨ªa Sabina, la curandera mazateca del Estado mexicano de Oaxaca m¨¢s respetada (y famosa ¡ªfue la chamana que presidi¨® la ceremonia de hongos de los Beatles en 1969¡ª) de la regi¨®n. A ella le atribuyen el t¨¦rmino de ¡°ni?os de dios¡±, en referencia a los funghis m¨¢gicos, tambi¨¦n conocidos como ¡°la carne de dios¡± o ¡°la mol¨¦cula divina¡±. Y, el que los prueba, coincide. ¡°No son de este mundo. En verdad tienen poderes¡±, aseguraban los consultantes tras los efectos psicoactivos. Para muchas comunidades ind¨ªgenas, sobre todo en Mesoam¨¦rica, este potencial divino nunca fue un secreto. Los hongos siempre han formado parte de la medicina ancestral.
Precisamente en honor a esas tradiciones, Victoria Cubillos une en sus terapias otros rituales como el soplado del rap¨¦, el tabaco y el toque de instrumentos originarios como la flauta amaz¨®nica y las chajchas. ¡°Nuestra forma de devolverles y retribuirles a los hongos todo lo que nos van a dar ahorita es cambiando nuestras vidas. No hoy y tampoco ac¨¢. Ma?ana. Y al otro. Y al otro¡±, explica la directora de Anowuta, ¡°Lo hacemos honrando el conocimiento de nuestros antepasados¡±.
El viaje es el que tiene que ser. A veces es al lado m¨¢s oscuro; a los infiernos, pero nosotros estamos pendientes de acompa?ar a los pacientesVictoria Cubillos, psic¨®loga especializada en terapia psicod¨¦lica
Cuando los hongos empiezan a actuar, los ojos de Cubillos est¨¢n pendientes de cada expresi¨®n o gesto de sus consultantes. Apoya la mano en el pecho de quien est¨¢ angustiado, susurra y peina con mimo a quien llora y acerca una bolsa de pl¨¢stico antes de que el paciente incluso intuya el v¨®mito. Durante las casi nueve horas de sesi¨®n, el cuidado y la contenci¨®n son una constante. ¡°El viaje es el que tiene que ser. A veces es al lado m¨¢s oscuro; a los infiernos¡±, zanja, ¡°pero nosotros estamos pendientes de acompa?ar todo el proceso; que no se sientan solos es important¨ªsimo¡±.
¡°Esto no es algo de hippies¡±
Est¨¢ sentada en uno de los troncos del jard¨ªn de esta casa. Se restriega las manos sudorosas por los nervios y sonr¨ªe con timidez. Es la segunda vez que Antonietta Zerpa, colombo-venezolana de 27 a?os, se anima a vivir esta ceremonia, pero es la primera grupal. ¡°Yo era otra persona¡å, recuerda esta traductora con un hilo de voz. ¡°Conviv¨ªa con la depresi¨®n y la ansiedad permanente. Sobre todo despu¨¦s de la pandemia. Lo prob¨¦ todo: las terapias psiqui¨¢tricas, psicol¨®gicas, cognitivas, mindfulness¡ He tomado f¨¢rmacos. Y nada. Pero despu¨¦s de la primera toma de hongos, cambi¨® todo¡±, dice. ¡°No he vuelto a tomar antidepresivos ni a tener v¨¦rtigos. Mi ¨²nico tratamiento es este y las consultas¡±. Para Mar¨ªa del Mar Betancur tambi¨¦n han sido su ¨²ltima esperanza. ¡°Yo intent¨¦ suicidarme dos veces. Y despu¨¦s de probarlo solt¨¦ toda esa carga y me di cuenta de que hab¨ªa mucho amor en m¨ª¡±.
Los expertos explican que los hongos consiguen reducir el ego y bajar todos los juicios de valor con los que convivimos a diario. ¡®No pienses esto. No lo hagas. Est¨¢ mal. Mira qu¨¦ rid¨ªcula eres. ?Qu¨¦ van a pensar de m¨ª?¡¯ Pero no es una bala de plata, en eso coinciden todos. Importa el lugar en el que se consumen, la predisposici¨®n del consultante, las dosis y la experiencia de los terapeutas. Las dosis van desde la micro (de 0,1 a 0,3 gramos), que no tienen efectos psicoactivos y se usa como reemplazo a los ansiol¨ªticos o antidepresivos y siempre con acompa?amiento terap¨¦utico, hasta la heroica (alrededor de cinco gramos).
¡°La gente tiende a pensar que esto es algo de hippies¡±, dice Camilo Dur¨¢n, psicoterapeuta y acompa?ante de terapia alternativa. ¡°Pero los perfiles son de lo m¨¢s variados. De hecho, lo m¨¢s com¨²n es que los consultantes que prueban los hongos, lo hagan una sola vez, y porque se lo recomendamos en terapia. Algunos vienen ya con intenci¨®n de probarlos, pero son los que menos¡±.
Este colombiano de 28 a?os lleva tres trabajando con psilocibina y autocultivando hongos. ¡°Siempre supe que a trav¨¦s de ellos se pod¨ªan llegar a conclusiones que en la conciencia regular era muy dif¨ªcil¡±, narra desde su casa y consultorio. ¡°Es muy normal que en las sesiones se desbloqueen memorias de la infancia, por ejemplo, que estaban reprimidas por una raz¨®n en concreto. Cuando el paciente lo recuerda, en cierta forma, es como si lo masticara y lo empezara a entender. Y este es un buen comienzo para trabajarlo en terapia desde una claridad m¨¢s amplia¡±.
En la caba?a, con los ventanales repletos de dibujos de setas y palabras como ¡°amor¡± y ¡°cuidado¡± escritas en colores de ne¨®n, hay una mesa con pinturas, instrumentos colgados de las escaleras, libretas y bol¨ªgrafos y una tabla repleta de frutas y aperitivos. ¡°Lo que consiguen los hongos es apagar los interruptores del juicio y de la censura continua que ejercemos como adultos. Por eso es muy normal que lo primero que sintamos sean muchas ganas de ser creativos¡±, explica Cubillos mientras remueve cacao y a?ade las setas que ella misma cultiva y seca. En la ceremonia grupal, por la que cada paciente paga 200.000 pesos (unos 45 euros), los terapeutas tambi¨¦n consumen psilocibina, aunque en menor medida. ¡°As¨ª ellos tampoco se sienten juzgados por alguien que no est¨¢ en un viaje¡±.
Alrededor de una hoguera, tras seis horas desde la toma, muchos empiezan a salir ¡°del trance¡± y comparten miradas c¨®mplices y sienten con los ojos cerrados la m¨²sica que tocan los psic¨®logos. ¡°Pss, ey, ?c¨®mo est¨¢s?¡±, le dice Mar¨ªa del Mar Betancur al amigo con el que vino. Este, envuelto en una manta de colores al otro lado del fuego, le responde: ¡°Yo bien, me siento a¨²n raro, pero tambi¨¦n siento paz. ?Y vos?¡±. ¡°Mejor que nunca¡±.
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