Medicina psicod¨¦lica: as¨ª abren las puertas a nuevos tratamientos el LSD, el MDMA y la psilocibina
Las investigaciones sugieren que estas drogas pueden ayudar a tratar enfermedades tan comunes como la depresi¨®n, si se administran bajo supervisi¨®n m¨¦dica
Si los m¨¦dicos tuvieran que examinarse acerca del significado de LSD y MDMA, responder¨ªan mayoritariamente que son las siglas de una droga derivada del ¨¢cido lis¨¦rgico y de otra que se deriva de la anfetamina, respectivamente. Si la siguiente pregunta fuera sobre la psilocibina, algunos, probablemente menos, apuntar¨ªan que se trata de un compuesto presente en algunos hongos alucin¨®genos. Ser¨ªan respuestas ser¨ªan correctas, estas sustancias son drogas que act¨²an sobre el sistema nervioso central y modifican los estados de conciencia, as¨ª como la conducta de quienes las usan. Es probable que los facultativos, en honor a su profesi¨®n, lanzasen serias advertencias, como que pueden provocar peligrosos episodios de psicosis, convulsiones, complicaciones cardiacas e incluso la muerte. Pero quiz¨¢ -y aqu¨ª viene lo interesante- alguno dar¨ªa una respuesta muy diferente, y dijese que se trata de drogas que sirven para tratar la depresi¨®n, la anorexia nerviosa, la drogodependencia, el trastorno de ansiedad social y el estr¨¦s postraum¨¢tico. Seg¨²n los prometedores resultados que algunos investigadores est¨¢n obteniendo, tambi¨¦n ser¨ªa una respuesta v¨¢lida.
Para los ne¨®fitos en la materia, lo primero que viene a la mente tras escuchar la palabra psicotr¨®pico es la de un festival californiano de finales de los a?os sesenta, repleto de jipis embriagados de misticismo lis¨¦rgico que claman por el amor libre y la vuelta a casa de los soldados desplegados en Vietnam. Pero mucho antes del flower power, mucho antes de que estas sustancias alucin¨®genas se escaparan del laboratorio y cayeran en manos de todos aquellos j¨®venes contraculturales, el LSD se exportaba desde Suiza (donde fue descubierto en 1938) a los laboratorios estadounidenses, sin que ello constituyera el m¨¢s m¨ªnimo problema. Lo mismo ocurr¨ªa con la psilocibina y otras drogas psicod¨¦licas, con las que se experimentaba en la Universidad de Harvard sin que el peso de la ley cayera sobre los cient¨ªficos. Estados Unidos solo comenz¨® a penalizar el uso de estas sustancias y a perseguir cualquier tipo de investigaci¨®n cient¨ªfica en la que intervinieran cuando el abuso se extendi¨® entre la poblaci¨®n. Las investigaciones quedaron en suspenso, aunque nunca cesaron del todo. Ahora, la Universidad Johns Hopkins y el Imperial College de Londres acaban de inaugurar dos institutos de investigaci¨®n de psicotr¨®picos que confirman que hay materia de estudio.
Una promesa contra la peor depresi¨®n
El psiquiatra Eduard Vieta, director cient¨ªfico del CIBERSAM y jefe del servicio de Psiquiatr¨ªa del Hospital Cl¨ªnic confirma que las investigaciones con psicotr¨®picos est¨¢n dando buenos resultados. "La mayor barrera que tienen la mayor¨ªa de los f¨¢rmacos que utilizamos contra la depresi¨®n es que no traspasan la barrera hematoencef¨¢lica, la principal barrera para el transporte de medicamentos hacia el cerebro, pero estas drogas s¨ª lo hacen. Es cierto que son sustancias que comportan riesgos, pero al mismo tiempo tienen un gran potencial para el tratamiento de enfermedades, precisamente por esa capacidad de traspasar esta barrera", explica. El mejor ejemplo est¨¢ en la esketamina, que es un derivado de la ketamina, una sustancia sedante que se populariz¨® en las fiestas de m¨²sica electr¨®nica por su efecto disociativo, que se traduce en la sensaci¨®n de salirse del propio cuerpo. "Tras a?os de investigaci¨®n con esta droga disociativa con gran poder alucin¨®geno, se ha convertido en el primer f¨¢rmaco antisuicidio", a?ade el investigador.
Seg¨²n Vieta, "los beneficios son prometedores y, sin duda, estamos en el mejor momento para seguir impulsando la investigaci¨®n; hubo un tiempo en los que la comunidad m¨¦dica no sab¨ªa muy bien acotar los riesgos, pero hoy en d¨ªa tenemos medios de control buen¨ªsimos. Todas estas pruebas est¨¢n haci¨¦ndose en la actualidad con un control escrupuloso". Pero el cient¨ªfico advierte: "A¨²n as¨ª, a la larga a¨²n se desconocen los efectos secundarios que este tratamiento acarrear¨¢. Por ahora, se suministra cuando en la balanza de riesgo-beneficio la persona est¨¢ tan mal que los especialistas deciden que merece la pena el riesgo".
En Espa?a est¨¢n llev¨¢ndose a cabo varios estudios y ensayos cl¨ªnicos, todos financiados con fondos privados. La empresa MAPS financia investigaci¨®n en MDMA, el compuesto detr¨¢s del ¨¦xtasis, para tratar casos de estr¨¦s postraum¨¢tico, y la compa?¨ªa Compass apoya econ¨®micamente la investigaci¨®n en psilocibina. Esta empresa farmac¨¦utica est¨¢ fundada por la doctora Ekaterina Malievskaia y su marido, el emprendedor millonario George Goldsmith, ambos padres de un joven con depresi¨®n severa. La crearon con el objetivo de encontrar un f¨¢rmaco que por fin ponga cura a la enfermedad de su hijo. "Estudios realizados en instituciones acad¨¦micas como el Imperial College han demostrado que la terapia con psilocibina puede proporcionar reducciones inmediatas y sostenidas de la depresi¨®n despu¨¦s de un solo tratamiento. Por ello, en Compass, estamos llevando a cabo los ensayos a gran escala que se necesitan para generar datos y llevar la terapia al mercado. Nuestra misi¨®n es acelerar el acceso de los pacientes a la innovaci¨®n. La depresi¨®n resistente al tratamiento (la que no responde a ning¨²n medicamento existente) es una gran necesidad insatisfecha, con 100 millones de personas en todo el mundo que la sufren, y queremos hacer algo al respecto", explica Tracy Cheung, directora de Comunicaci¨®n de Compass.
?Y si la experiencia m¨ªstica ayudase a curar?
Jos¨¦ Carlos Bouso, director de proyectos cient¨ªficos de la Fundaci¨®n ICEERS, una organizaci¨®n sin ¨¢nimo de lucro con sede en Barcelona y dedicada a transformar la relaci¨®n de la sociedad con las plantas psicoactivas, explica que hay diferentes hip¨®tesis para explicar c¨®mo funcionan estas drogas en nuestro cerebro y c¨®mo nos pueden ayudar. "B¨¢sicamente tienen que ver con modelos psicol¨®gicos y no con mecanismos bioqu¨ªmicos. Por ejemplo, los investigadores de la Universidad Johns Hopkins piensan que es por la experiencia m¨ªstica que inducen, otra explicaci¨®n es que reducen la actividad de la Red Neuronal por Defecto (DMN, por sus siglas en ingl¨¦s, donde creamos nuestro sentido del yo, donde se filtra toda la informaci¨®n entrante de acuerdo con nuestra necesidades y prioridades personales)". Parece ser que, al verse reducida, nuestro ego se desplaza del primer plano al fondo, viendo que nuestro yo forma parte de un campo m¨¢s amplio, lo que produce en las personas un cambio de conciencia: se sienten m¨¢s conectados con un mundo mucho m¨¢s grande que ellos mismos, m¨¢s altruistas y sin miedo a la muerte.
Uno de los cient¨ªficos que probablemente sepa m¨¢s de la psilocibina es Roland Griffiths, actualmente director del nuevo Centro de Investigaci¨®n Psicod¨¦lica y de la Conciencia de la Universidad Johns Hopkins. El psicofarmac¨®logo, que lleva 20 a?os investigando con esta droga, llev¨® a cabo una investigaci¨®n que se convirti¨® en una referencia en la nueva oleada de investigaciones psicod¨¦licas que vive la ciencia. En ella, ¨¦l sus colegas de trabajo conclu¨ªan que, "cuando se administra esta sustancia de forma controlada y con apoyo, ocasiona experiencias similares a las que ocurren espont¨¢neamente en experiencias m¨ªsticas".
Desde entonces, Griffiths y su equipo han publicado m¨¢s de 60 art¨ªculos y han administrado psilocibina a m¨¢s de 350 voluntarios, en 700 sesiones. Seg¨²n ha declarado, "estas drogas parecen ofrecer neuroplasticidad al cerebro, es decir, su capacidad para cambiar, lo que permite a las personas salir de sus rutinas habituales a medida que se van formando nuevas v¨ªas neurol¨®gicas. Es como si la psilocibina te permitiera reescribir la historia de tu vida". Ahora su grupo est¨¢ centrado en ensayos con psilocibina para tratar las adicciones. Su ¨²ltimo trabajo ha obtenido sorprendentes resultados en el tratamiento del alcoholismo: el 83% de los voluntarios con un problema de adici¨®n de al menos 7 a?os que se someti¨® a la sesi¨®n no volvi¨® a beber tras la experiencia psicod¨¦lica.
Por su parte, Rick Doblin, fundador de MAPS, relataba en el transcurso de una de sus conferencias la experiencia de una paciente que hab¨ªa sufrido una violaci¨®n, cuyo estr¨¦s postraum¨¢tico hab¨ªa sido curado en una sesi¨®n de psicoterapia con MDMA: "Las personas que tienen este trastorno tienen la am¨ªgdala, la zona del cerebro donde procesamos el miedo, hiperactiva, y una actividad reducida en la corteza prefrontal, donde pensamos l¨®gicamente. Adem¨¢s, han reducido la actividad en el hipocampo, donde almacenamos los recuerdos en la memoria a largo plazo. El viaje de MDMA lo que hace es cambiar el cerebro de manera opuesta, reduciendo la actividad de la am¨ªgdala, aumentando la actividad en la corteza prefrontal y la conectividad entre am¨ªgdala e hipocampo, haciendo remitir los recuerdos traum¨¢ticos".
En los laboratorios, el viaje consiste entender por qu¨¦ somos como somos, en ser capaces de comprender qu¨¦ es lo que le ocurre a tu mente para que te sientas o act¨²es de una manera determinada. Llegar a entenderlo, dicen quienes han experimentado la terapia psicod¨¦lica, libera el alma. ?A qu¨¦ precio? Eso, de momento, no lo sabemos.
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