Petro env¨ªa un mensaje con su ministro de Defensa: el fin de la impunidad
El nombramiento del exmagistrado Iv¨¢n Vel¨¢squez sacude a una instituci¨®n cuestionada por episodios de abusos y violaciones a derechos humanos
Gustavo Petro toc¨® la fibra m¨¢s sensible del uribismo. Su decisi¨®n de nombrar a Iv¨¢n Vel¨¢squez nuevo ministro de Defensa, golpea a las Fuerzas Militares, que ya se sent¨ªan lastimadas porque un exguerrillero, a quien han visto como enemigo, es su nuevo comandante. Por primera vez, la izquierda tendr¨¢ autoridad sobre las Fuerzas Armadas y lo har¨¢ con el hombre que investig¨® las alianzas de empresarios, pol¨ªticos y militares con los grupos paramilitares. Con un civil, ajeno a la milicia, Petro enfrenta una tropa que ha estado rodeada por la controversia. Los ¨²ltimos cuatro a?os, bajo el Ejecutivo de Iv¨¢n Duque, los militares han protagonizado incontables episodios de abusos y violaciones a derechos humanos. La elecci¨®n de Vel¨¢squez env¨ªa un mensaje claro: no habr¨¢ m¨¢s impunidad en las filas militares.
Iv¨¢n Vel¨¢squez (Medell¨ªn, 67 a?os) es un defensor de derechos humanos y un destacado investigador de la corrupci¨®n, que se convirti¨® en magistrado estelar de las investigaciones de la parapol¨ªtica en la Corte Suprema de Justicia en el Gobierno de ?lvaro Uribe, a inicios de los a?os 2000. Su presencia en el tribunal fue clave para que el pa¨ªs conociera los siniestros pactos entre pol¨ªticos y paramilitares, lo que le termin¨® costando persecuciones y amenazas. Vel¨¢squez se atrevi¨® a denunciar a sectores que hasta entonces hab¨ªan sido intocables. ¡°Un gobierno para la paz no puede generar venganzas ni promover odios, pero tampoco proteger impunidades. No puede perseguir, pero tampoco encubrir. As¨ª debe ser la magnanimidad del gobernante¡±, escribi¨® el nuevo ministro este domingo en un mensaje en Twitter.
Sus investigaciones destaparon c¨®mo una tercera parte del Congreso¡ªpr¨¢cticamente todos de la coalici¨®n de Uribe¡ª hab¨ªan coludido con paramilitares para cometer fraude electoral u otros delitos, recuerda Mar¨ªa McFarland, autora de Aqu¨ª no ha habido muertos, una investigaci¨®n sobre la violencia de los grupos paramilitares que surgieron en los noventa y su relaci¨®n con el Estado colombiano. ¡°Vel¨¢squez se ha destacado por su valent¨ªa y compromiso con la verdad y la justicia. A comienzos de los 90, como procurador en Medell¨ªn, rechaz¨® sobornos de Pablo Escobar. A fines de los 90, como fiscal regional en Antioquia en plena expansi¨®n del paramilitarismo, jug¨® un papel central en la investigaci¨®n del parqueadero Padilla, que fue un golpe dur¨ªsimo al paramilitarismo ¡ªaunque los paramilitares mataron a muchos de sus colegas de entonces y lograron sepultar el caso¡±, dice la autora a este diario en un mensaje escrito.
McFarland recuerda un cap¨ªtulo que narra en su libro y que marca un hito en la trayectoria de Vel¨¢squez. En 1998, cuando era jefe de fiscal¨ªas en Medell¨ªn, la entidad encontr¨® en un parqueadero lleno de papeles con los registros contables de las Autodefensas Campesinas de C¨®rdoba y Urab¨¢. Eran las pruebas de los v¨ªnculos de empresarios, militares y el poder pol¨ªtico con los paramilitares. El hallazgo permiti¨® desentra?ar las finanzas de los grupos armados, auspiciados por sectores de poder pol¨ªtico y econ¨®mico. Pero el caso nunca avanz¨® y el parqueadero Padilla fue una oportunidad perdida para desarticular una red que m¨¢s tarde se consolidar¨ªa y se extender¨ªa por todo el pa¨ªs.
Vel¨¢squez sigui¨® la trayectoria de estas bandas, y en la Corte denunci¨® el paramilitarismo como un fen¨®meno que se hab¨ªa tomado regiones enteras. Por sus investigaciones, m¨¢s de 50 congresistas fueron condenados. La lista es m¨¢s larga si se cuenta a pol¨ªticos en otros cargos que tambi¨¦n resultaron salpicados en el cap¨ªtulo de la ¡°parapol¨ªtica¡±, que gradu¨® al juez como el enemigo n¨²mero uno de poderosos sectores. Sus investigaciones llegaron muy cerca al presidente Uribe. La mayor¨ªa de los implicados pertenec¨ªan a su coalici¨®n de gobierno. El senador Mario Uribe, su primo, fue detenido.
El magistrado tuvo que irse de Colombia tras una persecuci¨®n que no le dej¨® otra opci¨®n. Lo interceptaron ilegalmente, le grabaron miles de horas de llamadas telef¨®nicas, y siguieron todos sus movimientos: desde sus visitas a las c¨¢rceles, donde recog¨ªa evidencias, hasta sus reuniones familiares. En Guatemala, a donde lleg¨® como jefe de la Comisi¨®n Internacional Contra la Impunidad, se enfrent¨® pronto al poder. Sus investigaciones obligaron a la renuncia del presidente Otto P¨¦rez Molina y de otros altos cargos del Gabinete, que result¨® involucrado en una enorme trama que, a cambio de sobornos, permit¨ªa la importaci¨®n de productos burlando el pago de impuestos. Vel¨¢squez cobr¨® un protagonismo inusitado al liderar la cruzada contra la corrupci¨®n en ese pa¨ªs. Era un experto en investigaciones complejas y peligrosas, que demostraba una vez m¨¢s que no tem¨ªa tocar al poder.
En 2020, el Estado colombiano le pidi¨® perd¨®n p¨²blicamente por los seguimientos de los que fue v¨ªctima por parte de agentes estatales en el ¨²ltimo gobierno de ?lvaro Uribe V¨¦lez (2006 ¨C 2010). Vel¨¢squez fue acusado en 2008 por el propio Uribe de haber hecho un ofrecimiento a un paramilitar (Jos¨¦ Orlando Moncada, alias Tasmania) para que testificara en su contra. El magistrado fue absuelto tras una investigaci¨®n de la fiscal¨ªa y el caso dio un giro. La Corte Suprema de Justicia acus¨® a agentes del departamento de seguridad de perseguir a los magistrados que se atrevieran a investigar la parapol¨ªtica.
Vel¨¢squez ahora enfrenta el reto de bajar la presi¨®n en una tropa que no ha recibido bien la llegada de la izquierda a la Presidencia. La instituci¨®n tiene por jefe al hombre que siempre consider¨® su enemigo. La renuncia del general Eduardo Zapateiro fue una se?al de la incomodidad de los militares con la llegada de Petro al poder. El militar se despidi¨® de 40 a?os de servicio con un mensaje para el nuevo Gobierno: ¡°Jam¨¢s hemos tenido en nuestras mentes un enemigo oculto¡± y defendi¨® a los uniformados que se quedan. ¡°Los soldados de la patria no somos enemigos de la paz. Jam¨¢s hemos tenido en nuestras mentes un enemigo oculto o interno, existen amenazas persistentes y no somos ajenos a entender que algunos de nuestros hombres, apart¨¢ndose del honor militar, y en incumplimiento de la ley, han incurrido en graves conductas¡±, dijo Zapateiro en su ¨²ltimo mensaje. ¡°Soy consciente de que no pod¨ªa estar con el presidente electo, no iba a esperar a que me digan lo que tengo que hacer. Pas¨¦ mi retiro el mismo 19 de junio [el d¨ªa que gan¨® Petro] porque sab¨ªa lo que enfrentaba. Las convicciones no se negocian¡±, asegur¨® este viernes en una entrevista a Semana.
Juan Pappier, investigador de la Divisi¨®n de las Am¨¦ricas de Human Rights Watch, dice que Vel¨¢squez, reconocido por su lucha, ¡°casi heroica¡±, frente a la corrupci¨®n tiene el reto de establecer una relaci¨®n constructiva con los militares, que le permita reformar la pol¨ªtica de seguridad actual. ¡°Uno de los grandes problemas que enfrenta el nuevo Gobierno es la violaci¨®n a los derechos humanos y la ilegitimidad que rodea a las Fuerzas Armadas¡±, se?ala Pappier, que considera clave que pueda lograr una coordinaci¨®n con las tropas para cambiar una pol¨ªtica que ha sido ineficiente para contener la violencia.
Pero las diferencias entre Petro y los militares se han hecho m¨¢s profundas esta semana con el nombramiento del nuevo ministro. La senadora uribista Paloma Valencia lo ve como una amenaza. ¡°El nombramiento de Iv¨¢n Vel¨¢squez como ministro de Defensa pone en peligro la vida de quienes estamos en la oposici¨®n porque est¨¢n nombrando como director de todas las Fuerzas Armadas a una persona que es enemiga pol¨ªtica del Centro Democr¨¢tico y de su l¨ªder natural, ?lvaro Uribe¡±, reaccion¨® la vocera de la oposici¨®n. Mientras el expresidente Uribe, que nunca ha ocultado su antipat¨ªa por el juez, a quien se?ala de ¡°corromper la justicia¡±, insinu¨® que Vel¨¢squez no est¨¢ preparado para asumir el cargo.
Las Fuerzas Armadas han estado cuatro a?os bajo un Gobierno que hizo ver el proceso de paz con las FARC como una derrota y alent¨® el esp¨ªritu guerrerista de las tropas, a quienes defendi¨® a pesar de los esc¨¢ndalos y los reclamos de sus v¨ªctimas. El a?o pasado una ni?a muri¨® en un ataque contra un campamento de la disidencia guerrillera, donde hab¨ªa varios menores. El ministro Diego Molano estuvo contra las cuerdas, pero logr¨® quedarse en el cargo. El Ministerio de Defensa que termina no supo actuar ante el incesante asesinato de l¨ªderes sociales y excombatientes de las FARC, y la llegada de Vel¨¢squez supone un cambio total en las prioridades de esta cartera y en la forma de enfrentar la violencia.
Desde su elecci¨®n como presidente, hab¨ªa dudas sobre cu¨¢l ser¨ªa la estrategia que usar¨ªa Petro para acercarse a las Fuerzas Armadas. El nombramiento de Vel¨¢squez ha dejado claro que el nuevo Gobierno no teme desafiar a los militares y que el cambio que promete empieza por sacudir a esa instituci¨®n. El juez implacable vuelve a incomodar al poder.
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