El d¨ªa que los hijos de firmantes de la paz cantaron sobre las armas fundidas de la guerra
La Orquesta Filarm¨®nica de Bogot¨¢ cre¨® un coro de Hijos e Hijas de excombatientes de las extintas FARC. Para sus padres, ratifica la decisi¨®n de haber dejado las armas
Pocos meses despu¨¦s de haber firmado la paz y entregado las armas que carg¨® durante una vida en las FARC, Paulina Cardoso tuvo que huir del Tolima con su hijo Wenyer Cardoso, de 11 a?os, y un beb¨¦ en la panza. Sin nada m¨¢s que la ropa de clima caliente que ten¨ªan puesta, aterrizaron en el fr¨ªo bogotano despu¨¦s de escuchar una sentencia que le hel¨® el cuerpo a Paulina. ¡°Tienes que aportar tu hijo para la causa¡±, le dijeron los excombatientes que luego se fueron a las disidencias de la guerrilla.
Hab¨ªa logrado reencontrarse por fin con su hijo y no estaba dispuesta a perderlo de nuevo. La amenazaron en la tarde y en la noche ya hab¨ªa decido irse. ¡°Yo no iba a permitir que le tocara vivir lo que a m¨ª. Entr¨¦ a la guerrilla a los 11 porque sufr¨ª abuso en mi casa y no tuve infancia¡±, dice emocionada hasta las l¨¢grimas por ver a Wenyer, hoy de 17 a?os, y a Juan Andr¨¦s, ahora con cinco a?os, participar de un proyecto que integran hijos de excombatientes, el Coro de Hijos e Hijas de la Paz.
Cantan, junto a otros 50 ni?os y ni?as, en un escenario impensable y tremendamente simb¨®lico: sobre las armas fundidas que entreg¨® esa guerrilla y que fueron convertidas en la obra de arte Fragmentos, dirigida por la artista Doris Salcedo. Wenyer destaca en el coro. Es un muchacho de pelo muy negro y rasgos ind¨ªgenas que mueve la cabeza y el cuerpo con cadencia, y que canta con potencia. Adelante del coro, Juan Andr¨¦s mueve una paloma blanca, como los ni?os m¨¢s peque?os.
¡°Me alcanz¨® a tocar toda esa alma de la guerra¡±, dice Wenyer despu¨¦s de cantar y al recordar que la reinserci¨®n como familia a la vida civil no ha sido f¨¢cil. ¡°Pero uno intenta hacer paz. Mami firm¨® la paz en 2016. Desde ese momento cre¨ªmos que ¨ªbamos a vivir bien, que ¨ªbamos a intentar reconciliarnos. No a borrar el pasado porque pueblo que olvida su pasado es susceptible a repetirlo, pero s¨ª a intentar cambiar el rumbo de nuestra historia¡±, dice el muchacho.
Su historia revela tambi¨¦n las dificultades que han enfrentado los excombatientes en los ¨²ltimos a?os. Al menos 343 han sido asesinados y muchos debieron salir de los Espacios Territoriales de Capacitaci¨®n y Reincorporaci¨®n (ETCR), donde viv¨ªan. ¡°Lastimosamente existen personas con odio y rencor en el coraz¨®n que asesinan a los firmantes de paz. Por eso yo quiero hacer un llamado, podemos no tener las mismas ideolog¨ªas, pero mientras nos respetemos podemos vivir en paz. La paz para mi significa eso, respetar ideolog¨ªas y creencias¡±.
Wenyer habla con tal serenidad que sus palabras no dejan traslucir la dureza de lo vivido. Despu¨¦s de huir de Tolima para evitar ser reclutado por las disidencias, Paulina y sus hijos han pasado penurias. Los primeros d¨ªas en Bogot¨¢ estuvieron solos. Sin familia o amigos, ella cuenta que consegu¨ªa comida en las centrales de abasto. ¡°No me da pena decirlo, ten¨ªa que sacarlos adelante¡±. Luego logr¨® conectarse con un ¡°facilitador¡± de las extintas Farc, una figura para ayudar a la reinserci¨®n, y mejor¨® su situaci¨®n. Ella empez¨® a estudiar Administraci¨®n P¨²blica y a hacer manualidades para sobrevivir. Y una tarde lleg¨® un mensaje de texto que los invitaba a un coro por la paz.
¡°Yo dije que s¨ª, y ac¨¢ estoy. La m¨²sica me ha abierto muchas puertas, nunca pens¨¦ que me llevara tan lejos. Me ayuda, canto, me libero. Me dejo llevar tanto que se me olvida que no debo mover tanto en el escenario. Con esa pasi¨®n con que canto hacia la paz¡±, dice Wenyer.
El coro de Hijos e Hijas de la Paz empez¨® por iniciativa de la Orquesta Filarm¨®nica de Bogot¨¢. Su director, David Garc¨ªa, recuerda que invitaron a los firmantes a llevar a sus hijos cada semana a talleres y, ante el entusiasmo, decidieron crear el coro que es ¡°un laboratorio de paz¡±. Se sumaron la Misi¨®n de Verificaci¨®n de Naciones Unidas y la Fundaci¨®n Ford, y tuvieron su primera presentaci¨®n en noviembre de 2021 para conmemorar los cinco a?os del Acuerdo de Paz entre el Estado colombiano y las ex FARC. ¡°Vamos a consolidar este coro, luego apostamos a que los ni?os puedan acceder al estudio de los instrumentos, los elementos te¨®ricos y musicales; y despu¨¦s, que surja una Filarm¨®nica de la Paz. Ese un proceso a largo plazo, pero tiene que quedar en el tiempo como un s¨ªmbolo¡±, agrega Garc¨ªa.
El coro tambi¨¦n es una muestra del baby boom de los excombatientes. No hay cifras exactas, pero seg¨²n datos de la extinta guerrilla, han nacido al menos 3.500 ni?os tras la entrega de armas. Carlos Villarraga, que pas¨® 21 a?os de su vida en esa guerrilla, es uno de los excombatientes que tuvo hijos despu¨¦s de firmar la paz. Ahora Nasly Mait¨¦, que conserva el nombre que su madre usaba en la guerra, es una de las integrantes del coro. ¡°Yo creo que en estos ni?os que cantan sobre estas baldosas est¨¢ reflejada la esperanza de que jam¨¢s la juventud vuelva a transitar por escenarios de la guerra como lo hicimos nosotros¡±, dice el hombre, que cada semana lleva a su hija a las clases con la profesora Sandra Rodr¨ªguez, de la Filarm¨®nica.
Verla a ella levantar la paloma en el escenario es, para Villarraga, un acto esperanzador. ¡°Nos da m¨¢s fortaleza para saber que, efectivamente, la firma del acuerdo de paz fue la mejor acci¨®n que pudimos hacer para cerrar ese ciclo de violencia¡±, dice. M¨¢s all¨¢ de los discursos, como dijo durante el lanzamiento Javier Ciurlizza, director de la Fundaci¨®n Ford en la regi¨®n andina, la m¨²sica llena la paz de significado. ¡°Lo que escuchamos en este coro es la expresi¨®n m¨¢s hermosa de la promesa de la paz¡±, dijo.
Para la familia de Wenyer el coro ha significado tambi¨¦n la posibilidad de recuperar el tiempo perdido. Mientras Paulina estuvo en la guerra ¨¦l qued¨® al cuidado de una t¨ªa. El reencuentro con su madre fue doloroso y la relaci¨®n a¨²n est¨¢ en construcci¨®n. Pero la m¨²sica les ha ayudado. Ahora Paulina tiene a Wenyer, a Juan Andr¨¦s, y a otro hijo, de tres a?os. Para ella es la oportunidad de ser una madre m¨¢s presente. ¡°Los tres me arman concierto en la casa, se ponen a ensayar juntos y eso me sube el ¨¢nimo. Tengo tres cantantes que yo no imaginaba que fueran a salir de m¨ª¡±, dice Paulina, que est¨¢ en b¨²squeda de empleo.
Despu¨¦s de presentarse, los ni?os jugaban y corr¨ªan por las baldosas de lo que fue la guerra, mientras los padres, todav¨ªa impactados por estar sobre sus antiguas armas, hablaban del futuro. ¡°Bajo los pies de cada uno de los que estamos aqu¨ª est¨¢ la historia de una guerra dolorosa, pero tambi¨¦n el compromiso de construir, un mensaje no centrado en la a?oranza del pasado sino del futuro¡±, dec¨ªa Manuela Mar¨ªn, madre, firmante del acuerdo y una de las creadoras del Coro de hijos e hijas de la Paz.
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