?A qui¨¦n le habla Petro?
El presidente est¨¢ hablando. Hay nuevos interlocutores y conceptos que no transitan la ruta de los mensajes tradicionales
La escena se repiti¨® por a?os en los programas c¨®micos de la televisi¨®n y ha tenido su reedici¨®n en redes: una persona va caminando por la calle y alguien que se le cruza, le habla. El transe¨²nte responde, pero luego se sonroja cuando descubre que le estaban hablando a alguien que ven¨ªa detr¨¢s suyo. Es, sin el componente de la broma barata, y muy en serio, lo que est¨¢ haciendo el presidente Gustavo Petro.
Cuando Petro toca el problema de tierras, no les est¨¢ hablando a los mismos de siempre. Lo hace a los campesinos, que vienen atr¨¢s, y les est¨¢ diciendo a ellos, directamente, que las tendr¨¢n. La manera en que se haga, deber¨¢n resolverla los funcionarios de su administraci¨®n, pero es lo que est¨¢ diciendo. No sostiene que irrespetar¨¢ el derecho a la propiedad. Dice que m¨¢s colombianos podr¨¢n tener su goce.
Cuando Petro viaja a las regiones y, en primera fila, se sientan los alcaldes de pobres y peque?os municipios divinamente vestidos, con ropa de marca y relojes caros, ellos creen que el presidente les est¨¢ hablando. No. Habla a los de las ¨²ltimas filas, quienes solo han conocido la marca de la corrupci¨®n y de las necesidades no atendidas. Las palabras de Petro pasan a trav¨¦s de los mandatarios regionales y llegan, con mucha fuerza, al extremo del recinto.
Cuando Petro termina una cort¨¦s reuni¨®n con los l¨ªderes gremiales, no hay ni rueda de prensa ni foto con todos. Es que les est¨¢ hablando a los trabajadores y no a los empresarios. Y les est¨¢ diciendo que ¨¦l no liderar¨¢ un gobierno corporativo. Va a respetar a los generadores de empleo, a quienes mueven la econom¨ªa, pero en un di¨¢logo en el que estos no tienen ya el monopolio de la interlocuci¨®n.
Cuando declara que cualquier polic¨ªa podr¨¢ aspirar a general, no les est¨¢ hablando a los oficiales, sino a esos colombianos humildes que no pueden sufragar los gastos de entrada a una escuela de alta formaci¨®n castrense. Y al nombrar a Iv¨¢n Vel¨¢squez como ministro, nuevamente est¨¢ hablando a la gente. Dice que va a poner punto final a la corrupci¨®n en contratos para alimentaci¨®n, compra de botas, municiones y uniformes para las fuerzas armadas. De hecho, ni siquiera les ha hablado a los uniformados para pedirles que implementen conceptos como el de Seguridad Humana, que hoy ya hace parte del discurso de altos oficiales. Petro no se los ha pedido formalmente.
Sus tareas y funciones constitucionales las respeta; lo que no entiende es c¨®mo asciende una camarilla que goza de amplios privilegios econ¨®micos. La barrida de generales duele y es costosa (se ha invertido mucho en su formaci¨®n), pero no es el final, sino el comienzo. El mensaje: todo aquel vinculado a investigaciones por corrupci¨®n, falsos positivos o excesos en el servicio, ir¨¢ directo del cuartel a la casa.
Con los nuevos gobernantes suele llegar un cambio de lenguaje, m¨¢s a manera de cascar¨®n que de sustancia. Frases efectistas y esl¨®ganes que son puro barniz. Lo de Petro es otra cosa. Se disparar¨¢ la venta de traductores universales, porque estamos oyendo, pero no entendiendo. El abecedario es el mismo; el sentido de las frases var¨ªa. A afinar el o¨ªdo, a calibrarlo para comprender este ¡°idioma¡± que ahora le compite al espa?ol tradicional que hemos usado toda la vida en Colombia. Si no conocemos todos el lenguaje, no vamos a poder dialogar.
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