Petro y la enigm¨¢tica b¨²squeda de un ¡°enemigo interno¡±
Unas declaraciones confusas del presidente en las que advert¨ªa que nadie podr¨ªa truncar su propuesta de cambio social y pol¨ªtico han desatado todo tipo de especulaciones sobre su destinatario
Gustavo Petro ha mencionado esta semana al que podr¨ªa ser su nuevo enemigo. El presidente que ahora se re¨²ne tranquilamente con sus antiguos rivales ¡ª?lvaro Uribe, Rodolfo Hern¨¢ndez, los ganaderos¡ª dijo en un discurso que a¨²n hab¨ªa un gran enemigo que podr¨ªa truncar su ambiciosa propuesta de cambio social y pol¨ªtico. Ese nuevo enemigo, sin embargo, no tiene forma humana.
¡°El primer obst¨¢culo de un gobierno es su propio interior: sus normativas, los procedimientos construidos y escritos a trav¨¦s de normas, durante d¨¦cadas, por personas que pertenecieron a sectores sociales que no son propiamente los que nos han dado el triunfo¡±, dijo Petro ante un p¨²blico mayoritariamente ind¨ªgena en el departamento del Cauca. ¡°Hay normas hechas por terratenientes desde hace siglos, hay normas hechas por los privilegiados del Estado a los cuales ha enriquecido de manera enorme, cuyos apellidos aparecen una y otra vez en la historia nacional. Normas hechas por ellos, a su acomodo. Y no es una, no es dos, que pudi¨¦ramos ubicar f¨¢cilmente y cambiarlas. Son miles¡±. Hubo otros enemigos mencionados en el discurso¡ªla violencia, los funcionarios corruptos¡ªpero ninguno llam¨® la atenci¨®n como el del nuevo enemigo interno.
Salieron entonces tres lecturas a esta parte de su discurso. La primera fue que el presidente realmente hablaba de alguien en concreto, que no quer¨ªa nombrar, como el ministro de Hacienda, Jos¨¦ Antonio Ocampo, quien no tiene f¨¢cil encontrar el dinero para las reformas. Pero el presidente desminti¨® al periodista que comparti¨® esa versi¨®n en Twitter: no hablaba de una persona en espec¨ªfico, dijo, sino de un acumulado de normas ¡°para defender intereses particulares poderosos¡±. Uno de sus mayores escuderos, el senador Iv¨¢n Cepeda, sali¨® a defenderlo: ¡°nuestro ¡®enemigo interno¡¯ es el fetichismo legal, el culto a los aparatos burocr¨¢ticos, el formalismo paralizante¡±.
Hay otras lecturas m¨¢s complejas sobre el nuevo enemigo interno del presidente Petro, el primero de izquierda en Colombia, que entiende el cambio no ¨²nicamente como un conjunto de reformas legales ¡ªpor m¨¢s ambiciosas que sean¡ª sino como un camino que combina voluntad pol¨ªtica con un movimiento de masas. Lo que declamaba ferozmente Petro en el Cauca no era un ataque a un Ministro sino una explicaci¨®n de c¨®mo su gobierno entiende el fetichismo legal.
El fetichismo legal, a grandes rasgos, es un concepto que tom¨® fuerza en el siglo XX y se preocupa por un apego excesivo a las normas para lograr cambios sociales. En la vieja versi¨®n de la izquierda, las leyes, explica la profesora de derecho Julieta Lemaitre, entrar¨ªa a ser ¡°parte de la superestructura, el derecho emanar¨ªa de las relaciones de producci¨®n, y por eso ser¨ªa neoliberal, formalista, defender¨ªa intereses creados¡±. El legalismo no ser¨ªa un gran instrumento para el cambio, sino m¨¢s bien una fachada hecha por los poderosos que impide ver las violencias de frente y transformarlas.
Lemaitre, ahora magistrada de la Jurisdicci¨®n Especial para la Paz, habl¨® en este caso con EL PA?S como acad¨¦mica y autora del libro El Derecho como Conjuro: fetichismo legal, violencia y movimientos sociales (2009). Explica que esa visi¨®n de fetichismo legal carec¨ªa de una visi¨®n m¨¢s estructural. ¡°Si crees que el derecho lo hace solo el poder, ?por qu¨¦ tanta gente, que no tiene acceso al poder, se emociona con los derechos humanos? ?Por qu¨¦ exigen all¨ª cosas inmateriales como la dignidad y el trato igual?¡± El litigio de mujeres, ind¨ªgenas o afrocolombianos en la historia de Colombia, por ejemplo, ha invitado a la movilizaci¨®n y a se?alar las injusticias. No es, desde esa esquina, solo un fetiche de los poderosos. Las leyes ser¨ªan un espacio m¨¢s amplio y complejo que solo el patio de juegos para las ¨¦lites.
Todo gobierno promete un cambio, pero cada gobierno puede tomar caminos muy distintos para llegar a ese. Un gobierno como el de Petro, fiel a su origen de izquierda, entiende el cambio social como el camino m¨¢s r¨¢pido posible para darle a los ciudadanos acceso a los medios de producci¨®n y a la riqueza. Un gobierno como el de Juan Manuel Santos (2012-2018), de corte liberal, entend¨ªa el cambio m¨¢s a trav¨¦s de reformas legales porque entend¨ªa que ¡°las sociedades cambian por los individuos, si son libres, y para ser libres tienen que tener derechos para defenderse de los que tienen poder¡±, explica Lemaitre.
El senador Iv¨¢n Cepeda, que se ha convertido en el traductor de las propuestas del presidente, explica esta diferencia cuando habla de un pa¨ªs en el que pareciera haber m¨¢s abogados que ciudadanos. ¡°Queremos resolver los problemas del d¨ªa a d¨ªa, y lo que estamos viendo es que las cosas caen en una inercia burocr¨¢tica y legalista. Una cosa es respetar la Constituci¨®n y la ley, y otra aceptar que los problemas pol¨ªticos, sociales y econ¨®micos deben ser resueltos exclusivamente por v¨ªas jur¨ªdicas¡±, dice Cepeda a EL PA?S. Un cambio que busca menos protocolos y discusiones largas en el Congreso para hacer transformaciones.
La reforma rural es un buen ejemplo de c¨®mo Petro ve el cambio de forma distinta a alguien como Juan Manuel Santos, que promovi¨® en su gobierno una nueva estructura jur¨ªdica para la restituci¨®n de tierras. ¡°Hay juristas que intentan decirnos que debemos seguir arando en el desierto, que es mejor que la tierra sea objeto de extinci¨®n de dominio, como si hubiera un juez que tomara esas decisiones de manera expedita, y eso no ocurre as¨ª en la vida real¡±, dice Cepeda. El gobierno de Petro no ha descartado que haya jueces de restituci¨®n que regresen tierra a los desplazados. ¡°No vamos a renunciar a la justicia agraria¡±, aclara el senador. Pero ante la prisa del cambio, Cepeda y Petro acordaron comprar 3 millones de hect¨¢reas a los ganaderos lo antes posible para arrancar la reforma agraria¡ª antes de esperar a que todos los jueces fallen, algo que podr¨ªa tomar m¨¢s de una d¨¦cada. ¡°No queremos m¨¢s superestructuras jur¨ªdicas. Sin violar la Constituci¨®n, lo que queremos es caminos para ejecutar¡±, dice Cepeda.
Hay una tercera lectura a este nuevo discurso del presidente. Esteban Restrepo es profesor de derecho constitucional en la Universidad de Los Andes y teme que en estos discursos se est¨¦n moviendo ¡°argumentos populistas¡± si se ponen por encima del estado de derecho. El riesgo es que se vuelva m¨¢s importante la voluntad de cambio del gobernante que el respeto a la deliberaci¨®n legal que exigen la Constituci¨®n y las leyes.
¡°Lo preocupante es: si dicen que quieren hacer transformaciones, y que hay leyes y procedimientos que les impiden, ?a qu¨¦ deriva eso? ?Establecer v¨ªas informales? ?O a hacer reformas a las leyes? A m¨ª me preocupa que por esta v¨ªa vamos a decir que este proceso de cambio es tan radical que ya ni la Constituci¨®n nos sirve¡±, dice Restrepo. ¡°Las leyes no son perfectas, pero entender eso implica tener una lealtad a los procedimientos, a deliberar. Si los jueces no est¨¢n fallando [en el caso de tierras], ?no ser¨¢ mejor hacer una reforma a ese sistema de justicia? El cambio es posible con las instituciones y s¨ª, es cierto que las instituciones se tardan en trabajar, pero los cambios toman tiempo¡±.
Gustavo Petro dice que no tiene tiempo. ¡°Estamos perdiendo tiempo, tiempo que yo no tengo, si algo le falta a este gobierno es tiempo, cada segundo es un segundo menos¡±, dijo el presidente en el Cauca. ¡°?Por qu¨¦ no cambiamos la historia de Colombia en cuesti¨®n de d¨ªas y entonces la siguiente fase de los pr¨®ximos cinco siglos no son de resistencia sino de construcci¨®n de humanidad?¡±
Los cambios van a quinta velocidad en este gobierno, no hay tiempo para ir en primera. La urgencia social de que algo cambie es el gran peso con el que carga el presidente Petro, lo que explicar¨ªa que a veces el legalismo se entienda m¨¢s como un freno que un acelerador. Pero la urgencia tambi¨¦n es un arma de doble filo. Una reforma legal mal discutida, o una pol¨ªtica p¨²blica poco consultada, puede igual terminar cay¨¦ndose en los tribunales. En ese caso, el verdadero enemigo de Petro, ser¨ªa su af¨¢n.
Hay una ¨²ltima lectura al nuevo enemigo interno de Petro, y es que cay¨® en el error de sus antecesores: entender los desaf¨ªos de Colombia en t¨¦rminos de amigos y enemigos. El informe de la Comisi¨®n de la Verdad, que analizaba los alcances de la guerra, hablaba de la importancia de desmontar los imaginarios del ¡°enemigo interno¡± que generaron d¨¦cadas de violencia. ¡°Desde los a?os sesenta en adelante, la doctrina del enemigo interno se ha inscrito en la cultura¡±, dice el informe. Las FARC construyeron al enemigo interno en empresarios, los militares o paramilitares lo vieron en partidos de izquierda. El presidente conoce bien lo perjudicial que fue ese imaginario y su enemigo interno, en este caso, no es humano. Pero eso no le impidi¨® buscar en el discurso pol¨ªtico, una vez m¨¢s, otra forma de enemigo interno.
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