El sue?o de paz de un exguerrillero: ¡°Con la determinaci¨®n que me fui a la lucha armada, me dije: no disparo un tiro m¨¢s¡±
Carlos Velandia, excomandante del Ej¨¦rcito de Liberaci¨®n Nacional, est¨¢ convencido de que esta vez la negociaci¨®n de paz tiene todo para poder avanzar
Carlos Velandia prefiere dar entrevistas al aire libre y casi siempre elige un parque. Vivi¨® la mayor parte de su vida entre el verde de las monta?as. Se hizo guerrillero del Ej¨¦rcito de Liberaci¨®n Nacional (ELN) en la d¨¦cada de los 70 y se entreg¨® a la lucha armada hasta los a?os dos mil, cuando comunic¨® su retiro desde la c¨¢rcel. Llevaba seis a?os detenido y hab¨ªa pasado ya por varias prisiones de m¨¢xima de seguridad. ¡°La conoc¨ª todas¡±, dice. Fue capturado por un comando de la Polic¨ªa en una de las pocas veces que abandon¨® los campamentos guerrilleros para viajar a Bogot¨¢. Antes de ser entregado a la justicia, fue torturado. ¡±Me pusieron una capucha, me montaron a un carro y me llevaron al Cant¨®n Norte. Me golpearon, me obligaron a estar de pie por m¨¢s o menos 36 horas, despu¨¦s me mandaron a la c¨¢rcel¡±, cuenta. ¡°Alguien de confianza, que sab¨ªa de mi vinculaci¨®n con el ELN, me vendi¨® a cambio de una recompensa¡±.
Cumpli¨® una parte de la condena (10 a?os) y logr¨® salir porque estudi¨® y trabajo en prisi¨®n. Estando encerrado, el ELN lo design¨® negociador con los Gobiernos de Ernesto Samper y Andr¨¦s Pastrana, y ah¨ª fue cuando ¨Ddice¨D empez¨® a ver la guerra desde donde nunca la hab¨ªa visto, por fuera de la mira de un fusil. ¡°Entend¨ª la inutilidad de la lucha armada para acceder al poder¡±, asegura a unas semanas de que la guerrilla de la que fue l¨ªder se vuelva a sentar en una mesa de negociaci¨®n. ¡°Estoy plenamente convencido de que esta vez s¨ª se va a lograr¡±.
Velandia fue miembro de la direcci¨®n nacional del ELN. Empez¨® como soldado raso con el nombre de guerra de Felipe Torres, en homenaje a uno de sus abuelos, Felipe, y al cura Camilo Torres, el sacerdote guerrillero referente de la lucha del ELN. ¡°Era un combatiente muy normalito, cuando empec¨¦ no sab¨ªa ni siquiera hacer un nudo, ni amarrar una hamaca ni prender una hoguera para hacer un fog¨®n¡±. Era un fumador empedernido que tuvo que poner a prueba su estado f¨ªsico en largas caminatas en diferentes regiones de Colombia. Primero en Santander, luego en el Bajo Cauca, el nordeste antioque?o, Arauca y en el sur de Bol¨ªvar. ¡°Me mov¨ª por varios territorios. A veces siento nostalgia, a veces vienen los recuerdos de la vida campamentaria, de las marchas¡±. Pero Velandia estaba convencido de dejar la guerrilla desde mucho antes de hacerlo oficial. ¡°La guerra ya estaba perdida de manera estrat¨¦gica y en el mundo se estaban dando cambios. Am¨¦rica Latina se estaba dando un giro muy importante hacia la democratizaci¨®n y con la misma determinaci¨®n que me fui a la lucha armada, me dije: no disparo un tiro m¨¢s¡±.
Velandia ha sido cr¨ªtico con el segundo lugar que los Gobiernos le han dado hist¨®ricamente al ELN en el conflicto, pues negociar con las FARC siempre fue su prioridad. ¡°Yo creo que el ELN est¨¢ un poco dolido por haber sido postergado y de cierta forma ninguneado¡±, dec¨ªa en una entrevista con Pacifista en 2016, cuando el Gobierno de Juan Manuel Santos culminaba su negociaci¨®n con las FARC y advert¨ªa que no lo har¨ªa con el ELN hasta que dejara de secuestrar. ¡°Creo que este conflicto es posible resolverlo con la l¨®gica de que el final de la guerra es asunto de los guerreros; es decir, de las partes, y la construcci¨®n de paz es un asunto de los ciudadanos; pero el primer escal¨®n hacia la paz es superar el conflicto armado¡±, aseguraba entonces.
¡°Soy constructor, en t¨¦rminos pol¨ªticos e ideol¨®gicos, de ese proyecto. Soy eleno de principio a fin, pero creo que las tesis del ELN hoy son alcanzables por la v¨ªa democr¨¢tica¡±, dice ahora, cuando celebra como una muestra de ello que un exguerrillero sea presidente. ¡°Promover la justicia social, impulsar cambios sociales, lo que busca en parte la guerrilla, es lo que estamos viendo en la actualidad con este Gobierno¡±.
Velandia particip¨® como vocero de la guerrilla de la que fue comandante en otras negociaciones y desde que volvi¨® de un exilio de siete a?os en Espa?a se ha dedicado a investigador sobre paz y conflictos. ¡°El ELN es hoy un testimonio de un pasado que ya hay que superar. Tienen que dejar las armas y vincularse al trabajo de transformaci¨®n y de cambio que empieza en el pa¨ªs¡±, dice. ¡°Es la ¨²nica guerrilla de las que fundaron en la d¨¦cada de los sesenta, en la que se fundaron m¨¢s de 90 grupos guerrilleros. Todas han pasado su p¨¢gina de distinta manera, la ¨²ltima es el ELN, que ya debe plantearse dar el salto a la modernidad, en el sentido de estar con los cambios sociales¡±.
Miembro de una familia de 14 hermanos, hijo de mam¨¢ costurera y pap¨¢ maestro, Velandia creci¨® en Bucaramanga (Santander) en la d¨¦cada de los sesenta, cuando ¡°la elenidad se viv¨ªa con mucha naturalidad¡±, recuerda. El ELN naci¨® en los c¨ªrculos estudiantes de Santander a los que ¨¦l pertenec¨ªa. ¡°Cuando alguien de repente se perd¨ªa, era porque se hab¨ªa ido para el monte. En los colegios y en las universidades circulaba propaganda, era normal¡±. ?l era uno de los que la repart¨ªa, a veces se montaba en los buses o la entregaba en las calles. ¡°Viv¨ªamos tiempos de revueltas, de la revuelta estudiantil, pero la revuelta estudiantil era porque hab¨ªa una revuelta social en el pa¨ªs, y la revuelta social se reflejaba en los colegios y en las universidades y sobre todo en los colegios p¨²blicos y en las universidades p¨²blicas. Los primeros guerrilleros y los m¨¢s connotados en esa ¨¦poca hab¨ªan pasado por las mismas aulas en las que yo estaba. All¨ª se viv¨ªa lo eleno con convicci¨®n¡±.
En la guerrilla fue jefe militar y estuvo al mando de la primera compa?¨ªa de ej¨¦rcito del ELN. Tambi¨¦n hac¨ªa de m¨¦dico. Hab¨ªa estudiado tres semestres en la Universidad Industrial de Santander, que era entonces un hervidero de ideas revolucionarias. ¡°Cuando llegu¨¦, era una guerrilla chiquita, compuesta fundamentalmente por campesinos, yo era apenas un estudiante de medicina, pero all¨ª me elevaron a la categor¨ªa de m¨¦dico, y tuve que hacer de m¨¦dico¡±. Atendi¨® partos y a sus compa?eros heridos en combate.
Velandia ha asumido un papel de defensor de la paz porque estuvo en la guerra. ¡°He tenido responsabilidades en ayudar a incendiar este pa¨ªs, por eso tambi¨¦n he asumido un reto personal e indelegable de hacer lo posible y hasta lo imposible por apagar ese incendio que yo ayud¨¦ a crear¡±, asegura. Conf¨ªa en que el ELN aproveche la voluntad que ha mostrado la contraparte en este nuevo intento de di¨¢logo. ¡°Yo creo que la paz total es una maravilla en la manera como se est¨¢ concibiendo. Es una cuesti¨®n totalmente novedosa. Ese concepto de paz total no existe, empieza a existir aqu¨ª y por eso no hay nada escrito. Nosotros no nacimos con una gen¨¦tica que nos haga proclives a la violencia, somos violentos y acudimos a la violencia por estructuras culturales que nos llevan a ser violentos. Pero podemos desaprender. De eso se trata¡±.
Suscr¨ªbase aqu¨ª a la newsletter de EL PA?S sobre Colombia y reciba todas las claves informativas de la actualidad del pa¨ªs.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.