?Qui¨¦n siembra la ciza?a?
Que los gobiernos del cambio y las revoluciones entiendan que deben mantener el respeto que otrora exig¨ªan para la libertad de expresi¨®n.
Miguel D¨ªaz-Canel, presidente de Cuba (animada naci¨®n caribe?a a la que rodea por todas partes el agua, m¨¢s no la democracia), lo ha dicho sin ambages: ¡°la libertad de expresi¨®n en la Revoluci¨®n sigue teniendo como l¨ªmite el derecho de la Revoluci¨®n a existir. Dentro de la Revoluci¨®n, todo; fuera de la Revoluci¨®n, nada¡±.
Viendo la precaria situaci¨®n de la libertad de expresi¨®n, de los medios y del periodismo en Cuba, el mensaje se explica solo y refleja la incomodidad de las revoluciones con aceptar voces de cr¨ªtica. A la izquierda, cuando el poder le es esquivo, la caracteriza como uno de sus pilares fundamentales el derecho a disentir y cuestionar, pero, una vez en el poder, prefiere los coros y la costumbre de desestimar abiertamente a quien se salga de la partitura.
Las inquietudes del ciudadano descontento, las advertencias de los gremios, la preocupaci¨®n del empresariado, los llamados de atenci¨®n de la academia, los sem¨¢foros en amarillo de cualquier tipo de organizaci¨®n no gubernamental y la informaci¨®n u opini¨®n que registran los medios, todo, es nada. Porque ¡°el cambio¡± tiene piel de beb¨¦ reci¨¦n nacido, que se irrita con cualquier palabra o concepto que no se ajuste a su visi¨®n.
No hay crema que valga. Las ampollas son dram¨¢ticas y solo disminuyen si las voces se acallan o entra en escena la autocensura. Pareciera que el di¨¢logo, la discusi¨®n y el debate solo funcionan bien cuando la izquierda es oposici¨®n. Una cascada de episodios confirma que los gobernantes de izquierda tienen una propensi¨®n a practicar un nuevo modelo de oposici¨®n: oponerse con dureza, y con veladas amenazas, a quienes se inquietan con sus actuaciones.
Valga decir que sucede lo mismo con la derecha, porque los extremos son finos espejos, pero repugna que quienes esgrimen las banderas del valor de la protesta, terminen pisote¨¢ndolas. No hay que rebuscar en la lejana historia para confirmar que el patr¨®n se repite.
Ah¨ª est¨¢ el ejemplo del expresidente ecuatoriano Rafael Correa, con su artera Ley Org¨¢nica de Comunicaci¨®n, sus agresiones legales y econ¨®micas y sus respuestas amedrentadoras a los periodistas, quienes le dedicaron en su momento carta abierta: ¡°Durante nueve a?os, el gobierno de Rafael Correa ha lesionado gravemente la libertad de prensa en el Ecuador. Ha perseguido a quien opina distinto, ha enjuiciado a medios de comunicaci¨®n y periodistas, ha insultado y estigmatizado a quienes ejercen el oficio period¨ªstico o simplemente expresan un pensamiento cr¨ªtico, ha impuesto un r¨¦gimen de censura previa mediante la imposici¨®n de contenidos, ha utilizado la publicidad oficial como instrumento de premios y castigos, ha anulado el acceso a la informaci¨®n¡±.
Ah¨ª est¨¢n las maniobras oprobiosas de Daniel Ortega, y su esposa-funcionaria-pitonisa, para desestimar cualquier nota disonante de parte de la oposici¨®n o de la opini¨®n p¨²blica. Ortega, firmemente anclado al poder para preservar su propuesta ¡°democr¨¢tica¡±, no tiene problema en encarcelar a quienes osen recordarle que pas¨® de revolucionario a tirano. Un tirano que atropella a sus antiguos camaradas.
Ah¨ª est¨¢, para citar solo uno de muchos casos, la ira de Nicol¨¢s Maduro contra el diario El Nacional, perseguido, atropellado, censurado y expropiado en sus bienes. Porque a Maduro solo se le pueden dedicar alabanzas. Tampoco se admite hablar de ese oscuro perro rabioso en que se ha convertido Diosdado Cabello, a quien no se le puede tocar un cabello ni desconocer el ¡°Dios¡± dado en la pila bautismal por sus padres a trav¨¦s del nombre.
Predestinados todos para llevar la verdad en sus palabras y castigar a quienes, manifestando desavenencias, seg¨²n ellos, solo mienten. Porque la verdad es una y es la del cambio. Lo dem¨¢s es ?ola, bo?iga, cagaj¨®n.
El mensaje es claro: fortalecer la ofensiva narrativa de que el periodismo trabaja para defender negocios. Hay que dejarlo de lado, para tener un contacto directo con la gente; el pueblo merece acercarse a la verdad y la verdad solo est¨¢ en la lengua del gobernante. No por otra cosa pide el analista Le¨®n Valencia, quien siempre ha podido expresar sus opiniones en medios, la llegada r¨¢pida de ¡°una estrategia de comunicaci¨®n del gobierno para un equilibrio democr¨¢tico¡±.
Los generosos ejemplos que hemos padecido en la regi¨®n obligan a atender con entereza los borradores de propuestas para leyes de medios emparentadas con la ¡°democratizaci¨®n¡±. Este y muchos otros asuntos relativos a la libertad de expresarse que tiene todo colombiano, y a las m¨ªnimas condiciones que hay que garantizar al oficio del periodismo, deben tratarse abiertamente. O vamos a llegar al estadio en que informar, as¨ª como opinar, queden incluidos en la agenda del ministerio de Agricultura, con un plan para erradicar la siembra de ciza?a.
Suscr¨ªbase aqu¨ª a la newsletter de EL PA?S sobre Colombia y reciba todas las claves informativas de la actualidad del pa¨ªs.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.