Con el cuidado de los ni?os nos metemos todos
En Colombia buena parte de la violencia sexual contra menores de edad ocurre dentro del hogar y los victimarios son familiares o personas cercanas a la familia
Otra vez el debate p¨²blico en Colombia se carga de desinformaci¨®n. Esta vez en un asunto de la mayor importancia para la protecci¨®n de ni?os, ni?as y adolescentes que se ha enrarecido por una carga de informaci¨®n falsa en redes sociales. Un proyecto de ley radicado en agosto del a?o pasado, que busca promover y fortalecer la educaci¨®n para la sexualidad, est¨¢ de nuevo sobre la mesa porque se ha retomado su tr¨¢mite en el Congreso. En un pa¨ªs con alt¨ªsimos ¨ªndices de embarazo adolescente y violencia sexual contra menores de edad, este debate debe darse con razones, claridad y verdad.
En el fondo se leen dos miradas opuestas sobre el papel del Estado y la sociedad en la educaci¨®n sexual de ni?os y adolescentes. Para unos, los m¨¢s conservadores, esto es un asunto de familia. Para quienes promueven el proyecto, en la educaci¨®n para la sexualidad deben intervenir el Estado, las instituciones educativas, los maestros, la sociedad. No sobra recordar que en Colombia buena parte de la violencia sexual contra menores de edad ocurre dentro del hogar y los victimarios son familiares o personas cercanas a la familia. Es claro entonces que proteger a los menores de edad debe ser un asunto de toda la sociedad. A los ni?os hay que darles herramientas de protecci¨®n y se los debe cuidar a veces de sus propias familias. Por eso es bueno poner el debate en contexto, entender de d¨®nde viene y lo que significa.
Lo primero es hacer una claridad: en Colombia ya existe la obligaci¨®n de impartir educaci¨®n sexual en el ¨¢mbito escolar. Eso no es nuevo. Lo establece la ley 115 de 1994 en el art¨ªculo 14 que ordena la ense?anza obligatoria de varios asuntos, en ¡°todos los establecimientos oficiales o privados que ofrezcan educaci¨®n formal¡±. Entre esos temas obligatorios est¨¢ ¡°la educaci¨®n sexual, impartida en cada caso de acuerdo con las necesidades ps¨ªquicas, f¨ªsicas y afectivas de los educandos seg¨²n su edad¡±. Esto rige, seg¨²n esa ley, en los niveles de la educaci¨®n preescolar, b¨¢sica y media.
Por eso lo que plantea el proyecto de Ley 229 de 2021 es solucionar las deficiencias que hay, fortalecer el proceso y avanzar porque esa orden que dio la ley en 1994 no se cumple en todos los establecimientos y es casi inexistente en zonas vulnerables. Se trata de dar un paso m¨¢s y garantizar que se tenga acceso a esa formaci¨®n ordenada por la ley.
Tambi¨¦n es bueno se?alar que este proyecto viene de legislaturas anteriores. Fue radicado el 11 de agosto del a?o 2021 con la firma de quince representantes a la C¨¢mara. Sigue en tr¨¢mite, pero no es nuevo. El origen de la propuesta se remonta al proyecto ¡°los j¨®venes tienen la palabra¡±. Despu¨¦s de protestas estudiantiles varios congresistas j¨®venes decidieron recorrer el pa¨ªs para escuchar las peticiones y necesidades directamente en zonas vulnerables. Visitaron 11 ciudades, recibieron muchas propuestas y las consolidaron en 5 proyectos de ley. Uno de ellos es el que busca mejorar la educaci¨®n para la sexualidad.
El proyecto sigue los lineamientos de la UNESCO en materia de Educaci¨®n Integral de la Sexualidad, se inspira en trabajos de campo que han sido efectivos y se enfoca en reducir el embarazo adolescente, la violencia sexual, la no discriminaci¨®n, el reconocimiento de la diversidad, entre otros objetivos. Adem¨¢s de la formaci¨®n de ni?os y j¨®venes se plantean espacios de formaci¨®n de educadores, familias y cuidadores.
Por todo esto, reducir el debate a decir que a los ni?os se les quiere quitar su condici¨®n de ni?os o que buscan adoctrinarlos en pr¨¢cticas sexuales nocivas es, por decir lo menos, irresponsable. El proyecto nace de lo que dijeron los j¨®venes en distintas regiones. Ellos manifestaron las dificultades de acceso a informaci¨®n sobre anticoncepci¨®n, sobre derechos sexuales. La ignorancia expone a los menores de edad al abuso, a los embarazos no deseados, a las enfermedades de transmisi¨®n sexual. Una manera de protegerlos es educarlos para la sexualidad y preparar a los maestros para que puedan estar al nivel de sus inquietudes.
Es claro para los expertos en educaci¨®n que hay distintos niveles de conversaci¨®n con los ni?os sobre su cuerpo y su sexualidad en cada edad. Si, como tristemente ocurre, hay ni?os abusados en edades muy tempranas, tambi¨¦n a edades tempranas hay que darles herramientas que les permitan generar alertas para protegerlos. Siempre dentro de lo que en cada nivel y edad se puede abordar y discutir. Si hay adolescentes que tienen relaciones sexuales, es mejor que a ellos se les pueda hablar de sus derechos, de las alternativas de anticoncepci¨®n, de lo que significa la sexualidad consensuada y respetuosa.
La educaci¨®n sexual no es asunto privado porque el abuso y el embarazo de ni?as y adolescentes son asuntos p¨²blicos y desde lo p¨²blico se deben atender. Las familias cuidan pero tambi¨¦n a veces se convierten en riesgo para los menores de edad. Ni el Estado ni los establecimientos educativos deben marginarse de esta formaci¨®n. Por eso cuando se habla de educaci¨®n sexual, lejos de decir ¡°Con mis hijos no te metas¡±, lo que debemos decir es que cuando se trata de cuidarlos y protegerlos nos debemos meter todos.
El detalle del proyecto de ley es algo para debatir en democracia. Que haga su tr¨¢mite en el Congreso, su escenario natural, y los ciudadanos debemos exigir un debate de altura sobre verdades y no sobre mentiras o desinformaci¨®n emocional. Est¨¢n los ni?os de por medio. Una cosa es discrepar en algunos puntos y discutir para lograr acuerdos y otra mentir y desinformar para tratar de frenar un proyecto.
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