Las bandas armadas de Medell¨ªn est¨¢n a la espera de claridad para entrar a la paz total
Al menos tres de las m¨¢s grandes estructuras criminales del Valle de Aburr¨¢ han manifestado su voluntad de participar, pero la incertidumbre sobre el sometimiento demora el comienzo de la mesa
El rumor de la instalaci¨®n de una mesa de paz en Medell¨ªn, en la que se reunir¨ªan voceros de varios grupos delincuenciales y del Gobierno el mi¨¦rcoles 19 de enero, recorri¨® varias redacciones del pa¨ªs. El Colombiano revel¨® la noticia. Sin embargo, el d¨ªa lleg¨® y no hubo reuni¨®n. Las hip¨®tesis sobre qu¨¦ motiv¨® el rumor o por qu¨¦ se cancel¨® llevan a un punto en com¨²n: las reglas a las que se someter¨¢n los grupos delincuenciales bajo la paz total no est¨¢n claras.
Las bandas y sus delegados esperan m¨¢s detalles sobre c¨®mo ser¨¢ la ley de sometimiento a la justicia. El presidente del Senado y defensor del Gobierno y su pol¨ªtica de paz total, Roy Barreras, solicit¨® p¨²blicamente al Gobierno que la radique para empezar a discutir en las sesiones extraordinarias que inician el 16 de febrero para debatir el Plan de Desarrollo.
Un vocero de la banda ¡®Los Pachelly¡¯, una de las organizaciones m¨¢s grandes del Valle de Aburr¨¢, explic¨® a EL PA?S que la discusi¨®n sobre c¨®mo ser¨ªa su participaci¨®n en la paz total todav¨ªa est¨¢ por decidirse. ¡°No estamos de acuerdo en participar en nada que tenga que ver con el sometimiento¡±, dijo. Cuenta que ellos tienen una argumentaci¨®n para desarrollar una propuesta de acogimiento y no sometimiento. La diferencia est¨¢ en que, en su entender, la figura del sometimiento es inconstitucional y les resta un estatus pol¨ªtico que ellos reivindican.
¡°Proponemos un di¨¢logo respetuoso. Proponemos que esa conversaci¨®n abra la puerta a la confianza que permita llegar a un acuerdo cooperativo, m¨¢s que a una negociaci¨®n¡±, indica el hombre, que entr¨® a ese grupo a los 14 a?os. Adem¨¢s de las reglas, a las bandas les preocupa c¨®mo ser¨¢n aplicadas. El choque de trenes entre el Gobierno y la Fiscal¨ªa, que se niega a levantar ¨®rdenes de captura de integrantes del ¡®Clan del Golfo¡¯ y ¡®Los Pachenca¡¯ para tener conversaciones, suscita interrogantes en las bandas. Ellas esperan el traslado de varios de sus jefes a la C¨¢rcel de Itag¨¹¨ª, donde se instalar¨ªa la mesa. El Gobierno, por su lado, mantiene un halo de misterio sobre los acercamientos. Se sabe que iniciaron a principios de 2022, antes de las elecciones.
Seg¨²n tuvo conocimiento este diario, por protagonistas de los contactos, los integrantes de la campa?a de Petro fueron quienes buscaron a personas cercanas a los ¡®combos¡¯. Ya electo, Petro anunci¨® su pol¨ªtica de paz total. Su alto comisionado de paz, Danilo Rueda hizo llamados a diferentes grupos ilegales para que se sumen a ella. En Ituango, en el norte de Antioquia, exhort¨® a ¡®Los Pachelly¡¯ y a ¡®Los Caparros¡¯. Al d¨ªa siguiente ¡®Los Pachelly¡¯, que tienen una hist¨®rica presencia en Bello, municipio vecino a Medell¨ªn, respondieron con un comunicado p¨²blico en el que manifiestan su voluntad de iniciar acercamientos y proponen como interlocutores a la organizaci¨®n Sinergia.
Han respondido otros 30 grupos ilegales, incluyendo la poderosa ¡®La Oficina¡¯. Un mes despu¨¦s, en noviembre, Canal Uno anunci¨® que el Alto Comisionado deleg¨® a cinco abogados para avanzar en los di¨¢logos exploratorios con las bandas criminales del ¨¢rea metropolitana de Medell¨ªn. El perfil de los abogados es amplio, participan desde juristas asociados a oeneg¨¦s de izquierda y de derecha, hasta acad¨¦micos, pasando por antiguos representantes de personas asociadas con estas bandas.
Los avances se han dado en un gran sigilo. Para varias v¨ªctimas consultadas por este diario es entendible esa decisi¨®n, pero trae consigo un clima de suspicacias. Por eso, y por su natural inter¨¦s, las organizaciones sociales locales tienen los ojos encima del desarrollo del proceso. La Mesa Humanitaria de Antioquia, por ejemplo, envi¨® una carta al Alto Comisionado el 4 de enero. En ella le explicaban sus preocupaciones. A¨²n no han recibido respuesta.
Entre las organizaciones sociales consultadas por EL PA?S, hay una creciente sensaci¨®n de recelo. Pero no es la ¨²nica emoci¨®n: hay esperanza, expectativa. Para el periodista investigativo y director del portal Verdad Abierta, Juan Diego Restrepo, ¡°la gran pregunta es si el Estado es capaz de competir y combatir la cultura mafiosa que se ha sembrado en los muchachos. No se trata de que se entreguen unos fierros, se trata de una transformaci¨®n de fondo para que Medell¨ªn se vuelva una ciudad pujante y recoja las experiencias del pasado¡±.
Un pasado agridulce
En 2003, alrededor de 800 hombres del Bloque Cacique Nutibara de las Autodefensas Unidas de Colombia entregaron sus armas en el Palacio de Exposiciones de Medell¨ªn. Los rostros muy j¨®venes de la mayor¨ªa de los participantes sembraron inquietud en su momento. Con el tiempo se supo que ese proceso de desmovilizaci¨®n estuvo plagado de irregularidades e impunidad. Ese fue uno de los muchos esfuerzos de pacificaci¨®n que se han intentado en el Vall¨¦ de Aburr¨¢. Muy pocos se han sostenido en el tiempo en una conurbaci¨®n que ha sufrido todo el rigor de la urbanizaci¨®n de la guerra. Esa violencia se ha extendido por d¨¦cadas, con altibajos, y con or¨ªgenes que se remontan a cuatro d¨¦cadas.
De acuerdo con la alerta temprana 032 de 2020 de la Defensor¨ªa del Pueblo, entonces hac¨ªan presencia en Medell¨ªn m¨¢s de 140 grupos armados ilegales. En el ¨¢rea metropolitana ¡ªMedell¨ªn m¨¢s Bello, Itag¨¹¨ª y Envigado ¡ª la cifra alcanzaba 350, seg¨²n informes de la Fundaci¨®n Paz y Reconciliaci¨®n (PARES) y el Proceso Social de Garant¨ªas. Las oeneg¨¦s encuentran que varias de ellas vienen de grupos residuales de las AUC, como ¡®Clan del Golfo¡¯ herederos de ¡®Los Urabe?os¡¯; ¡®La Oficina¡¯, ligada a los extintos bloques Cacique Nutibara y H¨¦roes de Granada de las AUC; y ¡®Los Pachelly¡¯, que tuvieron nexos con los bloques Mineros y Central Bol¨ªvar.
¡°No son estructuras nuevas ni emergentes. Muchas ya han pasado por procesos de dejaci¨®n de armas o de sometimiento¡±, explica Carlos Zapata, del Instituto Popular de Capacitaci¨®n (IPC). Adem¨¢s, tienen una jerarqu¨ªa interna: el informe Delincuencia organizada en ¨¢reas metropolitanas, de Pares, asegura que ¡®La Oficina¡¯ tiene el dominio de casi la mitad de las bandas criminales del Valle de Aburr¨¢. La investigaci¨®n explica que el poder de estos grupos ilegales se ha extendido m¨¢s all¨¢ de las fronteras de Antioquia: bandas como la ¡®Oficina¡¯ se organiza en una suerte de cuerpo colegiado con tent¨¢culos en todo el pa¨ªs, ¡®El Mesa¡¯ hace presencia en algunas localidades en Bogot¨¢ y pueblos de Cundinamarca. Estas estructuras armadas tienen como bases principales de su econom¨ªa ilegal el narcotr¨¢fico, la venta de armas, la extorsi¨®n y la trata de personas, pero en algunos barrios tambi¨¦n ejercen control territorial acaparando la canasta familiar, definiendo quien distribuye el gas natural, o a qui¨¦n se le compran los l¨¢cteos o las carnes.
Las preguntas que nadie responde
Con los antecedentes del reciclaje de la violencia en la ciudad, una de las principales preocupaciones para las organizaciones de la sociedad civil es evitar que eso se repita. ¡°Hay preocupaci¨®n de que esto se vuelva una puerta giratoria para que unos pasen a la legalidad o suplanten a los ilegales¡±, asegura Zapata. Desde el IPC tambi¨¦n preguntan por la l¨®gica para abordar los conflictos urbanos, que distan mucho de los rurales, en los que el Gobierno tiene m¨¢s experiencia. Una inquietud que comparte Restrepo, el director de Verdad Abierta. ¡°Me gustar¨ªa saber qu¨¦ tanto sabe este Gobierno del fen¨®meno criminal urbano. De qu¨¦ l¨ªnea base parte para negociar con estas bandas, que tienen unas particularidades que es importante tener en cuenta¡±. Zapata pone de ejemplo que no hay un marco legal claro para reconocer a las v¨ªctimas urbanas, como s¨ª tienen las rurales. La desconfianza no es infundada. Adicional a la falsa desmovilizaci¨®n de las AUC, son comunes casos como los de alias ¡®Fredy Colas¡¯ o alias ¡®Frank¡¯ Vargas, dos jefes de ¡®La Oficina¡¯ que volvieron a delinquir tras su liberaci¨®n de prisi¨®n. Pese a que ha pasado m¨¢s de un mes desde la marcha que anunciaba tregua navide?a en Medell¨ªn y la voluntad de paz de 30 ¡®combos¡¯ de la Comuna 13, el panorama contin¨²a brumoso.
Suscr¨ªbase aqu¨ª a la newsletter de EL PA?S sobre Colombia y reciba todas las claves informativas de la actualidad del pa¨ªs.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.