Las cr¨ªticas a la Federaci¨®n de Cafeteros en plena b¨²squeda de una nueva cabeza para el caf¨¦ colombiano
Media docena de caficultores de diferentes regiones abre el debate sobre un sector dominado por un gremio que demanda una modernizaci¨®n urgente
Dedicarse en Colombia al negocio del caf¨¦ por fuera de los canales tradicionales de la Federaci¨®n Nacional de Cafeteros, el poderoso gremio privado, es una labor improbable. La Federaci¨®n tiene 350.000 agremiados y la tarea de trazar, junto al Gobierno, la pol¨ªtica cafetera del pa¨ªs, con todo el poder que aquello acarrea. Los cambios de rumbo no son un rasgo consustancial de su organizaci¨®n.
Seis peque?os y medianos caficultores y empresarios del caf¨¦ con posturas independientes explican en EL PA?S sus cr¨ªticas al conglomerado y sus propuestas para enderezar el rumbo del otrora gran motor y s¨ªmbolo de la econom¨ªa colombiana, hoy agobiado por serios desaf¨ªos econ¨®micos y administrativos.
A lo largo de este mes, precisamente, se definir¨¢ la terna de candidatos para elegir al reemplazo de Roberto V¨¦lez, un pereirano de 62 a?os que estuvo al frente de la gerencia hasta finales de diciembre. Alexander Taborda, de 31 a?os, es representante de los cafeteros en el departamento de Antioquia (noroeste), uno de los bastiones tradicionales del cultivo del grano. El agricultor explica que este es el momento justo para hacer un balance del papel de la Federaci¨®n en el ¨²ltimo medio siglo.
En tiempos de redes digitales y emprendimientos, casi todas las fuentes consultadas plantean la posibilidad de alivianar una estructura burocr¨¢tica tan pesada y dif¨ªcil de mover como un portaaviones. Sus inquietudes, mucho m¨¢s que cr¨ªticas avinagradas, nacen del reconocimiento hacia el trabajo de una Federaci¨®n que ha marcado sus vidas. El objetivo es que ese impacto positivo se mantenga en una realidad diferente.
¡°El mundo ha cambiado tanto en los ¨²ltimos a?os¡±, sostiene Taborda, ¡°como el comercio global y el negocio de la caficultura. Sin embargo, las necesidades de los productores siguen siendo muy similares¡±. Pedro Miguel Echavarr¨ªa, empresario paisa de 36 a?os, advierte en la misma l¨ªnea que en Colombia siempre se ha dado por sentado que va a haber caf¨¦ para toda la vida, sin reflexionar en los problemas demogr¨¢ficos que amenazan su subsistencia.
El campesinado envejece a un ritmo acelerado, seg¨²n las cifras oficiales, mientras las generaciones m¨¢s j¨®venes prefieren emigrar hacia la ciudad en lugar de seguir en un negocio que no resulta rentable ni los cautiva.
La experiencia de Echavarr¨ªa, que gestiona la selecta marca Pergamino, corrobora que algo debe estar funcionando mal en un entorno donde el 54,4% de los productores vive en situaci¨®n de pobreza y el 55%,3 no tiene servicio de acueducto, seg¨²n cifras de 2020 publicadas por la Federaci¨®n: ¡°Estamos hablando de una organizaci¨®n que se estanc¨®, en buena medida, en su arquitectura de los a?os 80¡å.
Elo¨ªsa Abdala, mujer cafetera y dirigente departamental, cuenta que por las costas de su Guajira natal, al extremo norte del pa¨ªs, entraron los primeros sacos y salieron las primeras exportaciones de grano. Hoy representa ante la Federaci¨®n a una zona marginal en la producci¨®n nacional y con escaso peso pol¨ªtico en las decisiones federativas. Por eso, quiz¨¢s, se queja de que la desconexi¨®n entre la dirigencia y el ¡°caficultor de a pie¡± es tan grande que, en ocasiones, persisten conductas coloniales como de se?ores ¡°feudales y vasallos¡±.
Taborda refrenda sus palabras. Y apunta que, sobre el papel, las propuestas de ¡°valor institucional¡± y los objetivos federativos ¡°suenan muy bien¡± en Bogot¨¢, pero sobre el terreno, en los municipios, resulta dif¨ªcil reivindicar sus logros: ¡°no se est¨¢n resolviendo los problemas y reclamos de los caficultores en temas de gesti¨®n de riesgo del impacto clim¨¢tico, con seguros y mejor informaci¨®n, o la reducci¨®n de la producci¨®n y la escasez de la mano de obra ligada al empalme generacional¡±.
Despu¨¦s de faenar toda una vida en los campos del Tolima, al sur del pa¨ªs, el caficultor Huber Porras, de 73 a?os, lamenta por su parte que la cooperativa a la que est¨¢ afiliado se encuentre al borde de la ruina por cuenta de las criticadas ventas de caf¨¦ a futuro de la Federaci¨®n. Asevera que solo en un mundo al rev¨¦s una base campesina envejecida como la colombiana, que ¡°sostiene la institucionalidad con los seis centavos de d¨®lar que paga por cada libra de caf¨¦ exportada¡±, acabe endeudada por los desaciertos de la dirigencia.
Su cr¨ªtica se centra en la opacidad en el manejo de las cifras del gremio. Dice que no es posible verificar las estad¨ªsticas sobre ¡°importaciones, producci¨®n y consumo. Los costos de la federaci¨®n son objeto de secretismo. Nadie sabe cu¨¢nto ganan el gerente y los ejecutivos¡±. Y apostilla: ¡°Al cafetero raso le da miedo preguntar porque las respuestas de los bur¨®cratas de la federaci¨®n vienen cargadas de tecnicismos y miedo¡±.
Hugo L¨®pez tiene 42 a?os y es ingeniero agr¨ªcola. A trav¨¦s de su compa?¨ªa de anal¨ªtica digital Innovakit busca facilitar la vida de los agricultores cafeteros en ¡°la base de la pir¨¢mide¡±, concentrada en un 90% en peque?as familias, enlaz¨¢ndolos con mercados de lujo internacionales.
Por su discurso desfila un men¨² de soluciones que podr¨ªan acelerar el cambio que reclaman casi todos: ¡°Yo he recibido recursos y patentes de la Federaci¨®n. Pero es claro que tenemos un atraso notable en tecnolog¨ªa, debido en parte a que la reacci¨®n institucional frente a las innovaciones es muy demorada¡±.
En ese sentido, reconoce que la Federaci¨®n tiene un programa para j¨®venes que aborda aspectos importantes, como la gesti¨®n de una finca o los pasos para solicitar un cr¨¦dito en un banco. Pero, dice, hoy resultan insuficientes. En su opini¨®n, la ¡°transformaci¨®n digital rural¡± puede ser el gancho perfecto para amortiguar la desbandada de chicos que solo buscan ¡°discoteca, Internet, redes sociales, piscina y tecnolog¨ªa en un entorno donde no hay ninguna de las anteriores¡±.
Luis Fernando V¨¦lez, empresario bogotano de 65 a?os y due?o de la exclusiva marca Amor Perfecto, va m¨¢s all¨¢. En su opini¨®n, la pol¨ªtica no deber¨ªa estar enlazada con los planes de un solo gremio, por grande, poderoso o exitoso que sea. Echavarr¨ªa coincide: ¡°Nunca queda del todo claro si es una entidad p¨²blica o privada. Es un agente comercializador, pero ejecuta recursos p¨²blicos en el campo, pero tambi¨¦n tiene funciones de regulador y al mismo tiempo presta atenci¨®n t¨¦cnica y vende sus productos en medio mundo a trav¨¦s de las tiendas de Juan Valdez¡±.
Su arquitectura es tan pesada, afirma, que es muy f¨¢cil que se pierda ¡°recurrentemente el norte¡±. Una cuesti¨®n, seg¨²n V¨¦lez, que ha evidenciado cuando ha buscado contactar a alguien del Gobierno y lo han remitido a la Federaci¨®n. ¡°A su vez tambi¨¦n limitada porque tienen al Ministerio de Hacienda, al de Agricultura y a Planeaci¨®n Nacional¡±, argumenta.
V¨¦lez concede que el conflicto de intereses que se forma en la confluencia entre el Estado y el gremio, cuyo cord¨®n umbilical es una cuenta parafiscal llamada Fondo Nacional del Caf¨¦, ha lastrado las posibilidades de tener un sector m¨¢s amplio y eficaz: ¡°Nos quedamos en la exportaci¨®n de grano verde. No hemos sido capaces de promover en serio la cadena de valor hacia delante y desarrollar el negocio de caf¨¦ tostado en origen, que es, b¨¢sicamente, como si Francia se hubiera quedado en la exportaci¨®n de la uva y nunca hubiera sacado adelante su industria vin¨ªcola¡±.
Seg¨²n cifras de Hugo L¨®pez, el consumo en el mundo asciende a los 168 millones de sacos, que incluye una franja selecta de consumidores que compran caf¨¦s especiales, m¨¢s costosos, y que capta unos 25 millones de sacos. L¨®pez se lamenta: ¡°Colombia no llega a exportar, entre los 13 millones que vende en promedio, ni siquiera un mill¨®n de granos con valor agregado, diferente, exclusivo¡±.
Representar¨ªa, en opini¨®n de L¨®pez, un incremento notable en el ingreso neto de miles de familias: ¡°El mundo est¨¢ comprando caf¨¦ caro a Burundi, Haw¨¢i, Guatemala. La oferta est¨¢ y nuestra demanda es muy bajita a pesar de tener uno de los mejores caf¨¦s del mundo¡±. Se trata, en ¨²ltimas, de un ejercicio de repensar cu¨¢l es el alma de un sector amenazado por los caprichos del clima y la volatilidad de un mercado que establece sus precios en el parqu¨¦ de una bolsa de valores en una lejana calle del centro financiero de Nueva York.
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