El discurso en la Plaza de Armas
Errores debieron presentarse, pero atribuir la intenci¨®n de gobernar para favorecer a los poderosos es un exabrupto
Bien escogido el lugar de la confrontaci¨®n. Con una ara?a de cristal de diez luces palaciegas, y a veces una efigie de Bol¨ªvar a caballo, de backing; acompa?ado de la primera dama y de su hija, ambas luciendo la camiseta de la selecci¨®n de f¨²tbol, se arm¨® el set de la ventana principal de la Casa de Nari?o ¡ªforrada con el tricolor nacional¡ª para producir el balconazo. Se ve¨ªa bonita la imagen.
Ya en 1886, uno de sus ilustres antecesores, don Rafael N¨²?ez, utiliz¨® el mismo mecanismo para declarar ¡ªcon menos parafernalia¡ª que la constituci¨®n de Rionegro hab¨ªa dejado de existir. El general Rojas Pinilla tambi¨¦n utiliz¨® el balc¨®n para someter a Enrique G¨®mez Hurtado, el hijo del presidente de la ¨¦poca derrocado, a los peores vej¨¢menes, ¡°amenazado de fusilamiento y expuesto por horas al escarnio en un balc¨®n de Palacio¡±. Ahora se us¨® para darle un giro a la forma como hasta ese momento el presidente Petro ha venido orientando a su Gobierno.
Ya no es el presidente de los que votaron por ¨¦l y de los que no votaron por sus propuestas de campa?a. Se cre¨® una nueva clasificaci¨®n mediante la cual el pueblo son aquellos que lo respaldan, y los colombianos que respaldaron a otros candidatos son la oligarqu¨ªa. Dicho de otra manera, los que no apoyen las reformas del Gobierno del Pacto Hist¨®rico no son pueblo y nadie puede tener opiniones diferentes a las suyas porque el pueblo se levanta. No es democr¨¢tico presentar argumentos contradictorios porque el pueblo no se arrodilla. Si el presidente Petro no est¨¢ ca?ando, Colombia no ser¨¢ la misma despu¨¦s de la perorata del martes 14 de febrero.
Convoc¨® al pueblo a la calle y el pueblo sali¨®. Por lo menos medio pueblo, para no entrar en el debate de cual manifestaci¨®n fue m¨¢s exitosa, se pronunci¨® en contra. Un experto en salud, el exministro Fernando Ruiz, sostuvo en di¨¢logo con el noticiero CMI que la reforma perjudicaba m¨¢s a los pobres que a los ricos. Obvio, los autores del proyecto piensan lo contrario. En ese aspecto deber¨ªa centrarse el debate. Todos queremos reducir la pobreza, y la forma de conseguirlo es lo que constituye el dilema.
El lenguaje presidencial ayuda poco a la deliberaci¨®n responsable. Afirmar que la crisis es el producto de la ideolog¨ªa de los poderosos, de todos los Gobiernos, de todos los medios de comunicaci¨®n, y que la violencia se pasea por ¡°estos palacios¡±, es una apreciaci¨®n emocional y err¨®nea al calor de una oratoria de balc¨®n. Errores debieron presentarse, pero atribuir la intenci¨®n de gobernar para favorecer a los poderosos es un exabrupto. Generalizar que el empresariado pod¨ªa construir una empresa m¨¢s productiva sobre la base de transformar en esclavos a los trabajadores, ?no es un desprop¨®sito? El presidente del Congreso, Roy Barreras, con vestido de nuevo partido, hace esfuerzos por salvar la coalici¨®n del Pacto Hist¨®rico pero la primera l¨ªnea no muestra buena cara. La pelea interna es evidente.
No se entiende c¨®mo cabe en ese planteamiento extremista del presidente la existencia de una coalici¨®n mayoritaria en el Congreso con los sectores pol¨ªticos que formaron parte de esos Gobiernos de los ¨²ltimos 40 a?os que para el Jefe de Estado son los culpables de la crisis. Tampoco que haya en ejercicio ministros de esas administraciones que gobernaron ¡°sobre los preceptos de los negocios¡±. Dif¨ªcil e injusto con esos funcionarios presentes en el Patio de Armas, a quienes, adem¨¢s, les cay¨® su baldado de agua fr¨ªa por si acaso: ¡°Yo s¨¦ que hay funcionarios que no dan la talla¡±. ?Qu¨¦ pena!
La calle, tan necesaria en la competencia democr¨¢tica, dej¨® en ambos bandos un lunar lamentable: el rechazo a los medios de comunicaci¨®n con actos violentos en varias de las ciudades en las que hubo marchas. Hay una campa?a para satanizarlos. Sin prensa libre no hay democracia.
Suscr¨ªbase aqu¨ª a la newsletter de EL PA?S sobre Colombia y reciba todas las claves informativas de la actualidad del pa¨ªs.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.