Gobierno de Petro, segunda parte: el presidente revolucionario
El l¨ªder de la izquierda quiere movilizar a los suyos en la calle para empujar las reformas. Este lunes se dio su primer ba?o de masas de la presidencia
El reflejo en el que se mir¨® Colombia en los ¨²ltimos meses result¨® ser un espejismo. En un pa¨ªs atravesado por medio siglo de guerra y una profunda polarizaci¨®n pol¨ªtica, la idea de que un exguerrillero de izquierdas pod¨ªa gobernar de la mano de los partidos tradicionales conservadores ha llegado a su fin. Nueve meses despu¨¦s de que comenzara el mandato de Gustavo Petro, las fichas han vuelto a su posici¨®n. El presidente llama a la movilizaci¨®n, a los campesinos, a los trabajadores, ataca a las ¨¦lites neoliberales. Los partidos de la derecha lo acusan de amenazar la democracia, de saltarse la institucionalidad, de querer perpetuarse en el poder. En pol¨ªtica, Colombia ha vuelto a ser Colombia, solo que ahora, por primera vez en la historia moderna del pa¨ªs, el presidente es quien incita a la revoluci¨®n.
Petro no lo tiene f¨¢cil para ¡°cambiar el pa¨ªs¡± en cuatro a?os, como promete, pero al menos ahora se sentir¨¢ m¨¢s c¨®modo. La coalici¨®n con la que arranc¨® el Gobierno funcion¨® solo al principio. Despu¨¦s de sacar adelante con bastante ¨¦xito y en tiempo r¨¦cord la reforma tributaria, el acuerdo con los partidos de la derecha empez¨® a tropezar. El presidente comenz¨® a desesperarse. Petro no tiene tiempo que perder, necesita resultados. Le ha costado d¨¦cadas de oposici¨®n llegar al poder y los logros de su Gobierno marcar¨¢n el futuro de la izquierda en un pa¨ªs de tradici¨®n conservadora.
La idea de un gobierno de concertaci¨®n le vino grande a una Colombia en la que, aunque las desigualdades son sangrantes, en muchos sectores no existe esa sensaci¨®n de urgencia que tiene Petro, ese deseo de darle la vuelta al pa¨ªs. La pobreza supera el 40%, pero la realidad macroecon¨®mica pinta un escenario de estabilidad en el que las ¨¦lites empresariales, pol¨ªticas y econ¨®micas se sienten c¨®modas; hechos como la reducci¨®n del desempleo dan alivios a las clases medias. La certeza de que hacen falta reformas es mayoritaria, pero las resistencias a cambios profundos son m¨¢s fuertes.
El presidente sabe exactamente lo que quiere hacer, lleva a?os dise?ando unas reformas para transformar los pilares del Estado, quiere cambiar el sistema sanitario, hacer una reforma laboral, otra de pensiones, lograr un reparto m¨¢s justo de la tierra. Eso, por un lado, porque tambi¨¦n quiere desarticular al ELN ¨Dla ¨²ltima guerrilla activa de Am¨¦rica Latina¨D, lograr una desconocida paz en todo el territorio colombiano, cambiar el paradigma mundial de guerra contra las drogas o liderar una soluci¨®n a la crisis venezolana. Casi nada, por eso las negociaciones con los clanes pol¨ªticos tradicionales que acaban desvirtuando sus reformas en el Congreso le exasperan.
Ahora ha recuperado al Petro de siempre, al que quieren ver los suyos, la izquierda acostumbrada a la calle y a la protesta. Aquellos a los que el Petro pragm¨¢tico del principio dej¨® fr¨ªos, poniendo la econom¨ªa del Gobierno o la reforma agraria en manos de liberales moderados. La semana pasada despidi¨® a siete ministros de 19, entre ellos los que formaban parte de las cuotas de los partidos de la derecha que le aseguraban una mayor¨ªa en el Congreso. Se rode¨® de gente de izquierdas y de excompa?eros de su ¨¦poca como alcalde de Bogot¨¢ (2012-2015). Ahora busca entre las bases y esencias del Partido Liberal, dirigido por el antipetrista y poderoso aunque en horas bajas C¨¦sar Gaviria, los votos que necesita en la C¨¢mara para que sus reformas sobrevivan. No lo tiene f¨¢cil.
Por eso el apoyo de la calle se le hace necesario. Este lunes, D¨ªa del Trabajo, busc¨® la primera gran movilizaci¨®n de su Gobierno. Despu¨¦s de la remodelaci¨®n del Gabinete, anunci¨® un discurso desde el balc¨®n del palacio presidencial. Ya lo hab¨ªa hecho en febrero, pero la cita entonces fue descafeinada. Ahora los sindicatos pusieron el resto y el presidente habl¨® ante una plaza que lo aclamaba y abucheaba a sus adversarios. Eso es lo que le gusta y se le da bien, fue en las calles donde creci¨® su figura pol¨ªtica. El plan se basa en hablar durante horas para enchufar a los suyos con proclamas de izquierdas mientras vuelve locos a sus opositores y adormece con su tono monocorde a los que pasan de la pol¨ªtica.
En la hora larga que dur¨® esta vez su diatriba, Petro recuper¨® al candidato de la campa?a y al l¨ªder de la oposici¨®n del pasado. ¡°Querer coartar las reformas puede llevar a la revoluci¨®n¡±, advirti¨®. Y les pidi¨® a los suyos que se movilizaran para empujar su trabajo en las instituciones. ?l quiere encargarse de doblegar a Gaviria para ganarse al pu?ado de liberales que podr¨ªan darle una mayor¨ªa en el Congreso, mientras los j¨®venes, los pensionistas, los campesinos y los pobres jalean sus reformas desde la calle. Con esa vieja receta, Petro busca desencallar un mandato en el que ya ha lanzado decenas de redes, pero a¨²n no ha recogido nada.
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