La sargenta secuestrada por el ELN: ¡°Me toca ir por carretera porque no puedo m¨¢s econ¨®micamente¡±
Los padres de Ghislaine Karina Ram¨ªrez relatan la historia de la familia y c¨®mo vivieron los d¨ªas de cautiverio de su hija y sus nietos
Gerardo Ram¨ªrez se despidi¨® de su hija el domingo. La sargenta Ghislaine Karina Ram¨ªrez dejaba atr¨¢s su vida en Melgar (Tolima), el municipio en el que naci¨® hace 35 a?os, para cumplir la orden militar de presentarse en el batall¨®n del Ej¨¦rcito en Arauca. Padre e hija se tomaron unas cervezas, empacaron y se aseguraron de que los dos hijos de ella estuvieran c¨®modos en el carro que los llevar¨ªa hasta el destino, a 800 kil¨®metros. Juan Camilo y Angie Roc¨ªo, de seis y ocho a?os, iban acostados con la compa?¨ªa de una tableta, un celular y la perra de la familia. Gerardo estaba preocupado: recuerda, en conversaci¨®n tel¨¦fonica con EL PA?S, que le hab¨ªa sugerido a su hija que le dejara a los ni?os. ¡°No, papi, tienen que estar conmigo, que soy la mam¨¢¡±, le respondi¨® ella.
Mar¨ªa Nancy Chitiva, la madre de Ghislaine, no pudo estar ese domingo. Hab¨ªa acompa?ado a su hija todo ese ¨²ltimo mes, en Melgar, mientras esperaban la orden de traslado a Arauca. Pero ese fin de semana ya ten¨ªa planeado viajar a Bogot¨¢ para acompa?ar a otra hija, que se encuentra en tratamiento por problemas de salud. ¡°Mami, ya me voy¡±, le dijo Ghislaine por tel¨¦fono. ¡°Dios la proteja¡±, respondi¨® la madre. Nancy estaba inquieta, entre otras cosas, por el viaje en carro a un lugar lejano y con fuerte presencia de la guerrilla. Comenta a este peri¨®dico que le pregunt¨® a su hija si no hab¨ªa otra opci¨®n y que la respuesta fue negativa: ¡°No, mami, me toca ir por carretera porque no puedo m¨¢s, econ¨®micamente no estoy bien¡±.
Los padres de Ghislaine tuvieron contacto con su hija hasta el lunes. ¡°Me da susto porque estas carreteras son muy solas, papi. Est¨¢ todo feo esto, todo tenebroso¡±, lleg¨® a comentarle la sargenta a su pap¨¢ por mensaje de voz. Despu¨¦s, Gerardo y Nancy no supieron nada m¨¢s y pasaron una noche ¡°tremenda¡±. Solo tuvieron noticias de su hija cuando un comunicado del Ej¨¦rcito inform¨® que la suboficial y sus hijos hab¨ªan sido secuestrados, posiblemente por el Ej¨¦rcito de Liberaci¨®n Nacional (ELN). La angustia los embarg¨®. No tanto por Ghislaine, que hab¨ªa tomado un curso anti-secuestros y ¡°es fuerte¡±. M¨¢s bien por el peque?o de seis a?os, Juan Camilo, que tiene autismo.
¡°Cuando se pone bravo, aprieta, muerde. Si act¨²a de esa forma con otra persona, puede que lo traten mal¡±, razonaba el abuelo. ¡°De pronto le pega a alguien, le tira a alguien, cuando uno no le deja hacer lo que ¨¦l quiere¡±, consideraba la abuela. El ni?o y sus terapias hab¨ªan sido la raz¨®n principal por la que les hab¨ªa inquietado la mudanza a Arauca, tan lejos de los tratamientos que Juan Camilo sol¨ªa hacer en Bogot¨¢. La preocupaci¨®n era tanta que Gerardo incluso le hab¨ªa sugerido a su hija que pidiera la baja en el Ej¨¦rcito. ¡°No, papi, es una orden. Tengo que cumplir¡±, le hab¨ªa respondido ella.
¡°Tuvimos varias tomas guerrilleras en el pueblo¡±
Los Ram¨ªrez, al igual que millones de colombianos, siempre han convivido con el conflicto armado. Gerardo es de Puerto Rico (Caquet¨¢), mientras que Nancy es de Ataco (Tolima). Ambos vivieron varios a?os en el pueblo de ella, donde tienen una finca a la que ya no pueden ir. ¡°Tuvimos varias tomas guerrilleras [de las FARC]. Cuando hab¨ªa una, tocaba correr¡±, recuerda Gerardo. ¡°Nos tocaba meternos debajo de la cama. Los disparos entraban por la puerta, por la pared, y uno sal¨ªa corriendo¡±, agrega Nancy.
El pap¨¢ de Ghislaine comenta que ¡°est¨¢ acostumbrado¡± a la violencia del pa¨ªs. ¡°A m¨ª no me da miedo encontrarme con la guerrilla. Yo a lo ¨²nico a lo que tengo temor es a Dios¡±, afirma mientras recuerda que lo incentivaron varias veces a unirse a un grupo armado cuando era ni?o. En ese contexto, un secuestro es angustiante, pero no es algo totalmente ajeno a una realidad que siempre estuvo cerca. La desesperaci¨®n, insisten, vino m¨¢s bien por la vulnerabilidad acentuada del nieto m¨¢s peque?o.
¡°Yo le dec¨ªa [a Juan Camilo]: ¡®Hola papi, ?qu¨¦ m¨¢s?¡¯. ?l se sonre¨ªa, cambiaba su semblante. Me pon¨ªa a pronunciarle palabras para que practique la letra erre. Carrera, carro, correr¡±, recordaba el abuelo del ni?o mientras esperaba noticias. ¡°Papi, ?un abrazo!¡¯, le dec¨ªa. Y ¨¦l se ven¨ªa con cuidado y me abrazaba. En los ¨²ltimos d¨ªas, me ped¨ªa que lo alzara, pon¨ªa su carita sobre mi cara y me sobaba en la mejilla¡±.
La liberaci¨®n
La madre de Ghislaine se enter¨® de la liberaci¨®n de su hija en la tarde del viernes, en simult¨¢neo con el resto del pa¨ªs. Un hermano le mand¨® una de las fotos que muestra a la sargenta uniformada, a los ni?os y a la perra, todos rodeados por hombres y mujeres con pa?oletas del ELN y por funcionarios de la Defensor¨ªa del Pueblo. Minutos despu¨¦s, Gerardo recibi¨® la llamada de su hija y llor¨®. ¡°Soy Ghislaine Karina¡±, dijo ella. ¡°Hola, abuelito¡±, agreg¨® Angie Roc¨ªo. Quedaron en que m¨¢s tarde hablar¨ªan mejor.
Un coronel del Ej¨¦rcito llam¨® a Nancy para contarle la noticia. ¡°Le agradec¨ª, pero yo ya lo sab¨ªa¡±, relata ella. Para entonces, la alegr¨ªa ya flu¨ªa en el apartamento que la familia tiene en Melgar. Una psic¨®loga de las Fuerzas Militares los visitaba y se comenzaba a planear un viaje para reencontrarse con la sargenta y los ni?os.
Nancy, sin embargo, aparta un rato para conversar con este peri¨®dico y rechaza las declaraciones que emiti¨® el ministro de Defensa, Iv¨¢n Vel¨¢squez, en la ma?ana de ese d¨ªa. ?l hab¨ªa atribuido parte de la responsabilidad por el secuestro a la sargenta: ¡°Ella [estaba] sola, con sus hijos, en su veh¨ªculo, desplaz¨¢ndose, en una zona en la que se sabe de la presencia ELN. Ese es un acto de imprudencia¡±. Seg¨²n la madre de Ghislaine, el Ej¨¦rcito no ofreci¨® un tiquete a¨¦reo como alternativa y tampoco una opci¨®n de custodia. La sargenta hizo lo que pudo con un sueldo mensual de entre 2 y 2,5 millones de pesos (unos 475-600 d¨®lares).
Clarinetista de la Guardia Presidencial
Cuando era adolescente, Ghislaine Karina Ramírez se formó en un conservatorio de Tolima. Allí consolidó su pasión por el clarinete, algo que la ha acompañado todos estos años en el Ejército. Gerardo y Nancy relatan que, entre un periodo en Ibagué y otro en Melgar, la sargenta estuvo varios años en la Guardia Presidencial. Formó parte de la banda con la que los mandatarios honran y celebran las visitas de altos dignatarios extranjeros.
El Ejército, en cambio, le gusta pero no es una pasión. Fue la opción laboral disponible cuando tenía 18 años, en un contexto en el que es demasiado difícil pagar una carrera universitaria. “Ella [un día] nos sorprendió, nos dijo que se había inscripto. Fue decisión de ella y nosotros la respetamos”, cuenta Nancy. “Vio la oportunidad de tener un trabajo, de tener una fuente de ingresos”, recuerda Gerardo.
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