La paz incierta y la violencia en auge frenan la b¨²squeda de los desaparecidos en Colombia
Las organizaciones de v¨ªctimas de desaparici¨®n alertan que su trabajo se hace cada vez m¨¢s dif¨ªcil
Los desaparecidos en Colombia son tantos que ni siquiera hay consenso en las cifras. La Unidad de b¨²squeda para las personas dadas por desaparecidas (UBPD), creada en el Acuerdo con las FARC, estima que podr¨ªan ser m¨¢s de 100.000 los desaparecidos por el conflicto armado. Otras oeneg¨¦s estiman que la cifra alcanzar¨ªa los 200.000. Entre esos miles, est¨¢n el pap¨¢ y el t¨ªo de ?ngela Cord¨®n. Ambos fueron secuestrados por el Bloque Oriental de las FARC en el Meta en 2003 y los desaparecieron en las s¨¢banas del Yar¨ª, en Caquet¨¢. Gracias a los di¨¢logos con esa extinta guerrilla, ella y su familia revivieron la expectativa de encontrarlos. Pero el recrudecimiento del conflicto armado en los ¨²ltimos a?os no les ha permitido recuperar los cuerpos.
La historia de ?ngela revela un obst¨¢culo creciente en la tit¨¢nica tarea de encontrar a los desaparecidos, porque los conflictos armados han ido creciendo y sali¨¦ndose de control. Los integrantes de la Corporaci¨®n Reencuentros -todos firmantes de paz en 2016- lo han vivido de primera mano. Desde que decidieron agruparse en esa labor hace cinco a?os han tenido que sortear numerosos retos, principalmente en t¨¦rminos de seguridad. Del centenar de exguerrilleros que componen el equipo, al menos 20 han sido amenazados u hostigados en sus tareas de b¨²squeda en diferentes zonas del pa¨ªs. En el ¨²ltimo incidente, a una de las buscadoras le hurtaron un disco duro con informaci¨®n, saqueando su casa en Bogot¨¢. Y el pasado 31 de julio, en el municipio de Pradera (Valle del Cauca) varias de ellas y funcionarios de la UBPD que las acompa?aban fueron retenidos por personas armadas, que les robaron equipos electr¨®nicos y las camionetas en las que se desplazaban.
Para John Le¨®n, director de Reencuentros, son hechos graves que generan temor en el equipo y trabas en lo que han logrado. Por ejemplo, en el caso de ?ngela Cord¨®n, ¡°se avanz¨® en un plan de c¨®mo se llega al sitio, cu¨¢ntos d¨ªas se tarda y qu¨¦ se necesita, y se dialog¨® con las comunidades. Hasta hubo un ofrecimiento de un helic¨®ptero¡±. Pero la creciente presencia de grupos ilegales en el Yar¨ª detuvo el proceso hace m¨¢s de tres a?os. ¡°No hemos podido ir porque los actores armados que operan en la zona no dejan o porque no hay luz verde por parte del gobierno. Estamos esperando que habiliten corredores humanitarios que permitan que esa misi¨®n humanitaria se pueda desarrollar, si no es as¨ª, nadie se va a exponer¡±, agrega Le¨®n. Historias como la de los Cord¨®n se multiplican en medio de la incertidumbre y el riesgo que implica hacer prospecciones, en particular en departamentos que ya fueron centro del conflicto, como Putumayo, Meta, Caquet¨¢, Caldas, Antioquia y Cauca.
Un panorama igual de desesperanzador es el que encuentra la Corporaci¨®n Jur¨ªdica Libertad, otra organizaci¨®n de b¨²squeda. Adriana Arboleda, coordinadora del ?rea de V¨ªctimas, lo explica: ¡°despu¨¦s de la firma del Acuerdo, el conflicto armado se increment¨®. Entramos en un ciclo de violencia con las disidencias, con el paramilitarismo, y eso afecta la b¨²squeda porque no es f¨¢cil moverse en el territorio, las v¨ªctimas siguen teniendo temor a entregar informaci¨®n, incluso en vez de encontrar los cuerpos hay estrategias de ocultamiento¡±, se?ala.
La preocupaci¨®n se intensific¨® hace un mes a ra¨ªz de un panfleto firmado supuestamente por las ?guilas Negras, el primero que dirige directamente sus intimidaciones a los buscadores. ¡°Sentencia de muerte a los guerrilleros, abogados y colaboradores del fracasado Proceso de Paz. No le permitiremos respirar m¨¢s, por lo tanto, a colaboradores que, disfrazados de buscar campos minados y supuestos cuerpos desaparecidos, enga?an al pa¨ªs¡±, dice la amenaza.
En manos de la incertidumbre
Para los buscadores, el descanso no es una opci¨®n. Por eso, en una carta fechada el 26 de abril, ?ngela Cord¨®n exigi¨® respuestas a la Oficina del alto comisionado para la paz: ¡°En representaci¨®n de la organizaci¨®n de mujeres y familiares desaparecidos del Huila, me dirijo a usted con el fin de solicitarle participaci¨®n directa en las mesas de di¨¢logos que se llevar¨¢n a cabo el d¨ªa 16 de mayo de 2023 en la zona del Yar¨ª, entre el estado mayor de las Farc y el gobierno colombiano¡±, le pide a Danilo Rueda.
Este llamado ha sido una constante desde oeneg¨¦s y familiares de desaparecidos, que han buscado en numerosas ocasiones que se establezcan medidas para avanzar en la b¨²squeda de desaparecidos, no solo para encontrar los cuerpos, sino para detener la desaparici¨®n, que sigue siendo una tragedia imparable. As¨ª lo demuestran datos oficiales de Medicina Legal, que indican que en los ¨²ltimos cinco a?os han desaparecido m¨¢s de 22.000 personas.
Para Diana Arango, del centro forense Equitas, el problema es estructural y por eso mismo necesita con urgencia una soluci¨®n integral. ¡°Desde el punto de vista t¨¦cnico y forense estamos corriendo contra el tiempo, pues entre m¨¢s se dilate la entrada de esos territorios vedados por la violencia, m¨¢s dif¨ªciles van a ser las recuperaciones¡±, explica. Cada d¨ªa que pasa, adem¨¢s, es un golpe emocional para las familias. ¡°La imposibilidad de cerrar los duelos es lo que hace el delito de desaparici¨®n tan monstruoso porque las mantiene en vilo constante y no les permite transitar hacia mecanismos de sanaci¨®n y reparaci¨®n¡±, argumenta la experta.
Arboleda coincide, y agrega que en muchos casos de desaparici¨®n forzada, entre m¨¢s demora, m¨¢s tiempo para que los victimarios borren los rastros. ¡°Esas estrategias se mantienen. Por ejemplo, en el cementerio de Dabeiba notamos que los paramilitares hab¨ªan llegado a un acuerdo con el p¨¢rroco para pintar de blanco las fosas, con lo que hab¨ªan borrado informaci¨®n. Hay v¨ªctimas que nos manifiestan que en sitios donde saben que hab¨ªa cuerpos, ya no est¨¢n. En la comuna 13 de Medell¨ªn hay testimonios de que cuerpos han sido tirados al r¨ªo. Justamente por eso es que hemos presionado para avanzar en la intervenci¨®n de esos lugares y lograr la recuperaci¨®n¡±, recuenta.
Para Cord¨®n, la respuesta de la Oficina del alto comisionado no resolvi¨® la incertidumbre, ya que muchos de los procesos de ¡®Paz Total¡¯ que ha iniciado Petro con grupos armados ilegales han tenido un ritmo pasmoso o est¨¢n apenas en los primeros acercamientos, lo que significa que entrar a buscar el cuerpo de su t¨ªo y de su padre todav¨ªa no es opci¨®n. Otro claro ejemplo han sido las conversaciones con el Estado Mayor Central o la Segunda Marquetalia. En mesas con m¨¢s progreso como la del ELN que inici¨® recientemente un cese al fuego bilateral y que tiene un papel clave en zonas de alto inter¨¦s forense como Norte de Santander, pero donde a¨²n no se tienen certezas pese a que es un tema recurrente en reuniones entre el Comit¨¦ de Seguimiento, Impulso y Verificaci¨®n a la Implementaci¨®n, la Oficina del alto comisionado de paz y la UBPD.
Tras la posesi¨®n de Luz Janeth Forero como directora de la Unidad en abril, ha mejorado el funcionamiento de las mesas de di¨¢logo y se ha afinado su car¨¢cter humanitario, Seg¨²n testimonios de varias fuentes que han participado de esas reuniones. No obstante, los buscadores esperan lograr resultados concretos, ¡°que se reconozca el derecho de las v¨ªctimas a la justicia, al esclarecimiento hist¨®rico, a la reparaci¨®n. Las v¨ªctimas expresan que en la desaparici¨®n forzada la reparaci¨®n tiene que ver con la b¨²squeda como una obligaci¨®n del Estado¡±, puntualiza Arboleda de la Corporaci¨®n Jur¨ªdica Libertad.
Entre tanto, ninguna de las cinco buscadoras con las que convers¨® este diario piensan rendirse, ni siquiera ante los grupos armados ilegales. Muchas han tomado sus propias medidas de seguridad y se han arriesgado. Pues, como resalta Cord¨®n, es una lucha heredada, que ella recibi¨® de su mam¨¢ y su mam¨¢ de su abuela. Son tres generaciones que han buscado cerrar un duelo y darles a sus seres queridos, aunque d¨¦cadas despu¨¦s de su muerte, ¡°una cristiana sepultura¡±.
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