Ikea: un vecino de dise?o sueco para la plaza de mercado de Paloquemao
La primera tienda de la multinacional de muebles en Bogot¨¢ sumerge a los visitantes en una experiencia comercial y creativa diferente
¡°Es la bandera de Suecia¡±, aclara una asistente de aseo mientras se?ala una insignia del pa¨ªs n¨®rdico que tiene, como un mo?o, en la cabeza. Como cab¨ªan pocas dudas, algunos operarios asintieron. La primera tienda de Ikea, el gigante del dise?o sueco, abri¨® sus puertas en un centro comercial situado a escasos pasos de la tradicional plaza de mercado de Paloquemao, cerca al centro de Bogot¨¢. Era, por tanto, un d¨ªa para despejar dudas. Un se?or de mediana edad interrogaba a otros encargados del almac¨¦n sobre la pronunciaci¨®n del nombre escandinavo: ¡°En espa?ol se dice igual que en sueco, pero en Latinoam¨¦rica nos encanta pronunciarlo aik¨ªa, como en ingl¨¦s¡±, explicaba paciente un joven vestido de azul y amarillo hasta los cordones de los zapatos.
En la antesala de la apertura, sobre el mediod¨ªa del jueves, la m¨²sica de la banda setentera sueca ABBA se entreveraba con un ambiente algo espeso y cargado de expectaci¨®n. Al tradicional redoble de tambores lo sigui¨® una estampida que alcanz¨® a inquietar a los organizadores. La imagen arrojaba una mezcla que viajaba entre el desaforo suramericano y cierta sobriedad escandinava. As¨ª fue como el primer colombiano en ingresar fue Augusto Orteg¨®n, de 50 a?os. Un comerciante que se plant¨® frente al centro comercial Mall Plaza para hacer fila desde las ocho de la ma?ana. Dice que segu¨ªa la cuenta de Instagram del almac¨¦n y ah¨ª encontr¨® una fuente de inspiraci¨®n que despert¨® su gusto por el dise?o.
Al cabo de un rato, Orteg¨®n estaba sumergido en los pasillos de un almac¨¦n que suele bautizar la gran mayor¨ªa de sus productos con nombres de ciudades suecas, o apelativos propios que a primera vista resultan enrevesados. De hecho, Ikea recoge el suyo de las iniciales de su fundador: Ingvar Kamprad (1926-2018). A juzgar por la expresi¨®n alegre de los visitantes, la mayor¨ªa ya conoc¨ªa la marca de alguna experiencia previa en Norteam¨¦rica o Europa. Es el caso de Vanessa, una estadounidense de 41 a?os que vino dos d¨ªas hasta Bogot¨¢ ¨²nicamente para adquirir unos gabinetes de cocina cuyo tama?o s¨®lo se consigue en Europa y ahora en Colombia.
Mientras abre y pasa la mano por los compartimientos del modelo que estaba buscando, cuenta que es auxiliar de vuelo desde hace dos d¨¦cadas y por eso no ha tenido ning¨²n inconveniente en hacer un vuelo rel¨¢mpago hasta Bogot¨¢: ¡°Esto es lo que estaba buscando para mi casa en Florida. Salgo de ac¨¢ y lo env¨ªo por Fedex, donde tengo descuento por mi aerol¨ªnea¡±.
Vamos hasta la secci¨®n de Dormitorio. Hay personas que no pueden contener las ganas de desplomarse sobre las camas de exhibici¨®n en almacenes como Ikea mientras entrecierran los ojos. Otros, m¨¢s recatados, se limitan a preguntar si las almohadas son de plumas. O si el letrero que publicita la venta de un ¡°dormitorio completo por tres millones de pesos¡± incluye esto o lo otro.
La escena transcurre mientras una familia de cuatro integrantes desfila por los pasillos luminosos con gorras y camisetas de la marca, en un ejercicio de promoci¨®n impecable. Viviana, una holandesa de mam¨¢ colombiana, le cuenta a un familiar que el surtido es el mismo que hay en los Pa¨ªses Bajos: ¡°Los precios son bastante parecidos tambi¨¦n. Me parece genial. Yo remodel¨¦ mi cuarto hace 10 a?os y a¨²n hoy en d¨ªa tengo los muebles porque son fuertes, son durables, y pueden aguantar m¨¢s de un golpecito¡±.
El de los precios es un tema que inquieta a m¨¢s de uno. Desde la compa?¨ªa han indicado que los valores de referencia de los productos en pesos colombianos son un 1% inferiores a los que se encuentran en d¨®lares en las tiendas estadounidenses. Una ecuaci¨®n que requiere muchos m¨¢s elementos de an¨¢lisis econ¨®mico, comercial y social para ponerlo sobre la mesa en un contexto m¨¢s claro. Lo cierto es que Mirza, una ama de casa de 69 a?os, reconoce que Ikea le parece una firma ¡°fantabulosa¡±.
Tambi¨¦n recuerda que conoci¨® el concepto de mobiliario funcional, f¨¢cil de armar y desmontar en Espa?a. ?C¨®mo le han parecido los precios? Exhala. Echa un vistazo hacia los lados para cerciorarse de que nadie la escucha. Baja la voz y concede: ¡°Caros¡±. Fabi¨¢n, uno de los responsables de log¨ªstica de la firma sueca, comenta que la propuesta de mobiliario escogida para el aterrizaje bogotano tiene un nivel de complejidad b¨¢sica en su proceso de ensamblaje. Tambi¨¦n aclara que habr¨¢ auxiliares del almac¨¦n encargados de la instalaci¨®n de estanter¨ªas m¨¢s complejas.
Katherine, de 27 a?os, almuerza con su pap¨¢ en el restaurante sueco. Cada uno tiene en frente un plato de alb¨®ndigas, con pur¨¦ de papa y arvejas. Uno de los sellos de la casa. Los dos son vecinos del barrio Ricaurte, a pocas cuadras de la tienda. Por eso se enteraron de la llegada del almac¨¦n: ¡°Nos dijeron que iba a ser la tienda m¨¢s grande de Suram¨¦rica y por eso vinimos¡±.
En su caso no han tenido problema con los precios. Katherine se muestra satisfecha por los juguetes y peluches que le lleva a su hija de dos a?os. Y es que, con el desembarco en Colombia, Ikea suma su quinta excursi¨®n en la regi¨®n tras Rep¨²blica Dominicana (2010), Puerto Rico (2021), M¨¦xico (2021) y Chile (2022). Una andadura que empez¨® hace m¨¢s de 75 a?os y hoy suma m¨¢s de 400 tiendas.
A la salida del almac¨¦n un guardia de seguridad le pide a un se?or de mediana edad el recibo de la compra. Tras ojear la factura fisgonea dentro de la bolsa de papel marr¨®n. El cliente se r¨ªe de la meticulosidad en los protocolos de seguridad porque solo lleva una mermelada sueca de frutos rojos. El guardia asiente con expresi¨®n alegre y suelta un: ¡°Gracias por su compra, caballero¡±. Ya no quedan dudas: Ikea ha aterrizado en Colombia.
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