La maldici¨®n (cap¨ªtulo pasaportes)
Hace cuatro a?os se desbarajust¨® el sistema de solicitud de pasaportes en Colombia y quedamos en manos de unos pillos que se lucran de la necesidad de todos
Cuando un alcalde reci¨¦n electo dice que antes de tomar posesi¨®n de su despacho debe realizarse un exorcismo al edificio completo, es inevitable sonre¨ªr y pensar en el nivel de estolidez que han alcanzado quienes nos gobiernan. Pero, para infortunio nuestro, m¨¢s all¨¢ del pintoresco funcionario y sus ideas salidas de tiempos de la inquisici¨®n, uno mira a Colombia y pareciera que es el pa¨ªs entero el que necesita una limpieza urgente ante los males que le aquejan, que, en vez de resolverse, se multiplican, convirti¨¦ndonos a todos en v¨ªctimas de una inexplicable maldici¨®n surgida quien sabe de d¨®nde.
Y es que resulta f¨¢cil de entender que una naci¨®n tarde en resolver asuntos que van m¨¢s all¨¢ del mero deseo y capacidad de un gobernante y sus funcionarios. La paz no se hace porque el presidente quiere y ordena, sino que hay que lucharla ya sea negociando o guerreando. La desigualdad no se supera con un discurso y la buena voluntad de un jefe de Estado, sino que se necesita que muchas condiciones se conjuguen para que luego de muchos a?os se logre consolidar una sociedad m¨¢s o menos igualitaria. Sin embargo, cuando un asunto sencillo, como deber¨ªa ser solicitar un pasaporte nuevo, se convierte en una pesadilla para el ciudadano, hay que decirlo sin ambages: el Estado demuestra su absoluta incapacidad o mejor ineptitud.
Revisando el hist¨®rico de EL PA?S Am¨¦rica, en septiembre de 2022, cuando apenas arrancaba el Gobierno de Gustavo Petro, Diana L¨®pez Zuleta se detuvo en este asunto y habl¨® del mercado negro de los pasaportes en Colombia. En esos tiempos estaba lejos el esc¨¢ndalo por la licitaci¨®n para la fabricaci¨®n de las nuevas libretas que hoy enreda al ministro de Exteriores; en cambio, viv¨ªamos el arranque de un nov¨ªsimo Gobierno que promet¨ªa resolver muchos asuntos muy r¨¢pido. Sin embargo, con este tema, a?o y medio despu¨¦s, queda claro que no pudieron.
En Facebook, en X, en Instagram aparece la publicidad de los tramitadores de pasaportes cuando la inteligencia artificial ya ha identificado que usted anda tras una cita para poder conseguir la (ahora) codiciada libreta. En los alrededores de las oficinas de tr¨¢mite de pasaportes hay oficinas instaladas en peque?os locales donde ofrecen el servicio de conseguir la (ahora) cita imposible.
Desde el Gobierno de Iv¨¢n Duque alguien, seguramente un abogado, se invent¨® que para poder conseguir un pasaporte nuevo deb¨ªa agendarse una cita presencial en la oficina de tr¨¢mites del Ministerio de Relaciones Exteriores y esta ¨²nicamente podr¨ªa solicitarse para el d¨ªa siguiente ingresando a un portal de internet a las cinco de la tarde en punto. La absurda l¨®gica (digna de un abogado y no de un ingeniero) logr¨® lo incomprensible: hay personas que llevan meses tratando de conseguir una cita haciendo el quite a los tramitadores, pero resulta imposible. En cambio, usted contacta por WhatsApp a las informales oficinas de tr¨¢mites y ellos le garantizan su cita en las 24 horas siguientes. ?C¨®mo hacen?
Esta es una muestra de un Estado inepto. Y no digo Gobierno, sino Estado, porque el tema de los pasaportes es algo que trasciende los gobiernos. Hace cuatro a?os, por la pandemia, se desbarajust¨® el sistema de solicitud de pasaportes en Colombia y quedamos en manos de unos pillos que se lucran de la necesidad de todos. Si eso, que podr¨ªa resolverse con un ingeniero (no un abogado) no se hace, ?c¨®mo ser¨¢ con los asuntos de verdadera complejidad? Tal vez el alcalde rezandero tiene raz¨®n: somos v¨ªctimas de una maldici¨®n.
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